La princesa Anneliese nació el 12 de diciembre de 1494, sí tan solo unos meses después de la llegada de su futuro amor.
El qué parecía ser un hermoso día en su gran Imperio, el Imperio Francés, pronto se convertiría en su martirio. Anne, cómo solían...
— Mihrimah — La sultana Hürrem llamó a su hija, más no obtuvo su atención — ¡Mihrimah!
Gritó asustando a su hija la cuál volteó rápidamente a verla con una mano en su pecho.
— ¿Qué sucede, Mihrimah?
— La joven suspiró — Es Mehmed madre, esos príncipes franceses, temo que le hagan algo a mi hermano.
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— Mientras yo viva, nadie tocará a mis hijos — La sultana Hürrem se acercó a su hija para acariciar su mejilla, la joven al sentir el tacto de su madre cerro sus ojos. — sobre todo a el.
Mihrimah abrió sus ojos, el tono que su madre había usado para referirse a su hermano no le gustó.
— Hija ven, siéntate a mi lado.
— ¿Qué harás madre? — Preguntó ya sentada al lado de la sultana.
— Ahora qué el sultán estará más tiempo con sus hijos, harán actividades, tiro con arco, pelea de espadas, entre otras cosas.
— Nosotras que tenemos que ver ahí, madre...
— Mucho hija, tendremos mucho qué ver.
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— No es como sí me agradara mucho la idea de vivir aquí, es realmente asfixiante. — Genevieve decía mientras caminaba de un lado a otro en los aposentos de su hermana mayor.
— Genevieve, cálmate, tenemos mucho por hacer en este lugar debes aguantar.
— Larissa hermana, no estoy segura de que esto funcione.
— Genevieve — Larissa habló con dureza y seriedad — funcionará, haremos hasta lo imposible para que sea así. Tenemos que ser fuertes por nuestros hermanos, ¿sabes lo que pasaría si Mustafá u algún otro príncipe sube al trono? ¿eso quieres, acaso?
