✧ ⎯ dos

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cuatro chicos

ADA —

Cuando entramos en la casa vimos a cuatro chicos, dos de ellos veían la televisión y los otros peleaban en broma, supongo. Al escuchar la puerta cerrarse se sobresaltaron y me miraron con una cara dudosa. Mi hermano, por el contrario, tenía una expresión de asombro, como si no se esperase mi llegada.

—¿Ada? —preguntó Georg. Ahora la expresión de asombro la tenían los tres chicos, que miraban a mi hermano esperando una explicación.

—Hola a ti también, Georg —me burlé por su impacto.

Lo vi tan paralizado que decidí ir yo para abrazarle, enseguida correspondió mi abrazo y me levanto del suelo aún en sus brazos.

—¿Qué haces aquí? Todavía no es Navidad, y tú nunca vienes antes de Navidad.

—Es un poco raro de explicar pero...

—Ada —interrumpió mi madre—. Ven, tienes que ponerte otra ropa, estás empapada. Después habla con tu hermano todo lo que quieras.

Me separé de mi hermano para seguir a mi madre, que me guió hasta el baño. Me duché y cambié para estar más cómoda. No había traído mi propio pijama así que Georg me dio una camiseta suya que, al ser tan ancha, me llegaba hasta las rodillas. Tenía pantalones en mi maleta pero eran muy incómodos para usarlos de pijama, por lo que el largo de la prenda me venía genial.

Mi madre estaba demasiado cansada y necesitaba procesar todo, así que se fue a dormir y me dijo que lo hablaríamos todo al día siguiente. Los chicos seguían en el salón haciendo sus cosas, jugando, viendo la televisión, pegándose, quién sabe.

Yo sólo conocía a mi hermano así que me armé de valor para bajar a saludar a todos, y mientras bajaba pude escuchar que hablaban de mí. Me quedé en medio de las escaleras para ver que decían, tenía curiosidad.

—¿Por qué no nos habías dicho qué tenías una hermana? —preguntó un chico con rastas.

—Pero si ya nos lo había dicho —dijo otro de ellos, un rubio.

—Cállate, Gustav —Mi hermano miró con cara de fastidio y le pegó un codazo al rubio, al parecer se llamaba Gustav.

—¿Qué has dicho Gustav? —preguntó el de rastas otra vez.

—Nada... —respondió cabizbajo

—Bill, ¿tú lo sabías? —volvió a preguntar, ahora a un chico con el pelo negro y mechas plateadas. Este desvío la mirada dando a entender que sí.

—¿Es en serio?

—Tom... —interrumpió el de cabellos negros con un tono suave, para calmar la situación.

—¿Por qué no me lo habíais dicho?

—Porque me da miedo que al ver a mi hermana también te la quieras tirar —respondió mientras se cruzaba de brazos.

—A ver, no está nada mal pero... —empezó el de rastas, Tom, dispuesto a continuar antes de ser interrumpido por mi hermano.

—¿Ves? Por eso no te lo había dicho —bufó, rodando los ojos

—¿Pero qué quieres qué haga yo si está buena? —se quejó, recibiendo una mirada asesina de mi hermano.

CANCELADA! ⋆ 𝐩𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 ⋆ tom kaulitzWhere stories live. Discover now