✧ ⎯ tres

1.1K 71 7
                                    

polaroid

ADA —

Estaba en la ducha pensando que habría pasado si no me hubiera largado de la casa de mi padre, hasta que alguien me sacó de mis pensamientos con molestos gritos.

—¡Ada, joder! ¡¿Te queda mucho?! ¡Me estoy meando! —gritó mi hermano afuera del baño

—¡Me importa una mierda si te estás meando, Georg!

—¡Qué salgas ya!

—¡Qué ya voy! —respondí mientras cerraba el grifo—. Que pesado, joder —hablé para mi misma.

Salí y me dirigí a mi cuarto para cambiarme y arreglarme, tenía pensado salir a ver la ciudad.

—Por cierto, mamá ya se ha ido —mencionó mi hermano antes de entrar al baño.

Mi madre debía irse unos días a Potsdam para hablar con mi padre, traerme algunas cosas que quedaban en mi antigua casa e intentar convencer a mi representante de que vuelva a trabajar conmigo —cosa poco probable—.

—Y como no viene en unos días, vendrán los chicos y probablemente se queden a dormir—continuó hablando.

—¿Todos? —pregunté sorprendida—. Georg, no eres el único que vive en esta casa.

—Me da igual, además, sabes que no te molesta estar con ellos así que no te quejes —No le faltaba razón, me caían muy bien y tampoco tenía más amigos para pasar el rato.

—Lo que tú digas...

Abrí mi armario —que ya se encontraba ordenado con casi toda mi ropa— y cogí lo que me iba a poner: un top escotado de color negro, era bastante corto ya que no cubría mucho más que mis pechos, me sentía ilegal con él puesto; también me pondría unos jeans anchos de tiro bajo y unas adidas blancas.

Mientras cepillaba mi pelo tocaron el timbre, Georg seguía en el baño así que me tocó ir a mí. Al abrir la puerta me encontré a Bill, Gustav y Tom. Cuando vieron mi ropa se quedaron algo sorprendidos pero no me observaron demasiado, todos menos Tom, que se quedó mirando mi escote sin disimular lo más mínimo.

Estábamos los cuatro paralizados y mudos, y la mirada del chico de rastas cada vez me ponía más nerviosa, noté como mis mejillas empezaban a arder, probablemente parecía un tomate. Se le veía muy cómodo, estaba de brazos cruzados mirando fijamente mi pecho, Bill al notar eso le dio un codazo, sacándolo de su trance.

Después de ese momento tan incómodo entraron los tres, Tom ni si quiera me pidió disculpas o dijo algo al respecto.

—Mi hermano está en el baño —informé.

—¿Quién era, Ada? —preguntó mi hermano mientras bajaba las escaleras, secándose el pelo con una toalla.

—Eran tus amigos —dije, como si yo ya no los considerara mis mejores amigos de toda la vida, aunque habíamos hablado, ¿dos veces?

—Oye, Ada —me llamó—, mamá te ha dejado una cosa encima de la cama, creo que es una cámara.

—¿Una cámara? —Me emocioné y subí corriendo hacia mi cuarto. Me gustaba mucho hacer fotos con la cámara de mi padre, así que el hecho de que mi madre me hubiera regalado una propia me entusiasmaba.

Efectivamente, había una caja encima de mi cama. La abrí con desesperación y cogí la Polaroid que había en su interior. Maravillada, empecé a ver cómo funcionaba hasta que apareció Tom, quién parecía no soportar verme sola.

—Mola, ¿no? —Ahí estaba otra vez, apoyado en el marco y mirándome con esa sonrisa.

Me quedé observándole unos segundos sin decir nada, se me ocurrió que podía probar mi nueva cámara con él, y así lo hice.

CANCELADA! ⋆ 𝐩𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 ⋆ tom kaulitzWhere stories live. Discover now