✧ ⎯ veintiuno

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( poneos una canción cursi de fondo )

cuaderno rojo
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Al día siguiente, todos volvieron a sus casas. Nadie había tocado el tema de Ada y Tom delante de ellos, ni siquiera Bill, o Georg en una escena de celos. Sabían que la cosa estaba demasiado tensa.

Ambos eran conscientes de que debían aclarar todo y no hacer como si nada, pero se negaban a hablar.

El coche en el que se encontraban se detuvo frente a la casa de los gemelos, estos se despidieron de los demás y bajaron para dirigirse a su hogar. Tom intercambió una mirada con Ada, en ella se podía ver tristeza por parte de ambos. Tristeza al ver cómo ambos dejaban sus sentimientos ir.

Los hermanos entraron en su hogar y deshicieron las maletas, cada uno en su habitación. Tom vio un pequeño cuaderno rojo con su nombre escrito y recordó que lo había tomado de la habitación de esa chica que no podía sacar de su cabeza. La curiosidad lo invadió y, a pesar de ser consciente de que estaba mal, decidió ojearlo para ver que contenía.

Su sorpresa no fue poca al ver como la libreta estaba repleta de fotos suyas, esas fotos que ella sacaba constantemente a todo el mundo con su polaroid. Pero ese cuaderno era únicamente de fotos de Tom.

Una de las fotografías llamó su atención, pues en la parte de detrás tenía un pequeño texto:

"Algún día estaré entre tus brazos,
me dirás que me amas y nos fundiremos en un cálido amor,
sólo tú y yo."

Se quedó estático, pensando en si lo que ponía era para él o solamente había usado aquella foto para escribir eso porque le había gustado la frase.

No pasaron más de tres minutos cuando el chico se encontraba llamando a Ada para citarla en su casa. Sabía que debían hablar las cosas, y estaba dispuesto a tragarse su vergüenza y orgullo por ella.

¿Sí?

Ada... ¿Estás ocupada?

¿Tom? No... Acabo de terminar de deshacer la maleta, así que no, no estoy ocupada.

¿Podrías venir a mi casa? —preguntó, no estaba seguro de si aceptaría, ya que ella seguía pensando que él sólo quería jugar con sus sentimientos.

A tu casa —repitió dudosa—. ¿Para qué, exactamente?

—Es que... No me encuentro bien, creo que he comido algo que me ha sentado horrible y Bill se ha ido, estoy solo —mintió, improvisando por completo. Sí se encontraba solo, pero no se había tomado nada.

¿Qué? ¿Cómo te ha dado tiempo a intoxicarte? —dijo no muy convencida—. ¿Apenas acabáis de llegar y Bill ya no está?añadió.

—Sí... Es que se ha ido a comprar sus cosas para el pelo, se las ha dejado en el hotel y, ya sabes, no puede vivir sin el pelo tieso —volvió a mentir, también improvisando, él mismo le había pedido que le dejara la casa sola—. Por favor, ven, creo que me va a dar algo.

—Bueno, no te muevas. Estoy en diez minutos, ¿vale?

Está bien, aquí te espero.

Tras cortar la llamada, se dejó caer sobre su cama. Estaba frustrado, no sabía ni que le diría, ni cómo reaccionaría al ver que no se encontraba mal, al menos no físicamente.

CANCELADA! ⋆ 𝐩𝐨𝐥𝐚𝐫𝐨𝐢𝐝 ⋆ tom kaulitzWhere stories live. Discover now