Cap 08

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Tan pronto me encontré en la calle y comencé a caminar hacia mi apartamento, seguro de que podría llamar a un taxi en el camino si no tenía ganas de caminar las ocho manzanas. Y en estos zapatos, era posible que sucediera.

Por lo menos, me sentía seguro allí. Las calles estaban iluminadas con farolas cada cuatro metros, y las aceras estaban bastante pobladas con estudiantes universitarios en busca de un buen rato. Por no hablar de que un oficial de policía o dos podrían ser vistos con bastante facilidad si estabas atento.

Pasé por un restaurante tailandés, mirando el cartel con un elefante dorado por encima de mí. Me pregunté si a Sam le gustaría la comida tailandesa, o si degustarla despertaría algún recuerdo para él. Una sonrisa tiró de mis labios ante la idea de traerlo aquí, y mirarlo lamer salsa de maní picante de sus labios. Me sentía más ligero en su presencia, increíblemente vivo y alegre, algo que era raro en mí, ya que la mayoría de mis días los pasaba preocupándome por mis préstamos estudiantiles, el sinfín trabajos de investigación que necesitaban ser escritos, e incluso por mi papá, que estaba solo en Sydney. Por lo menos esa noche el alcohol me había dejado con un zumbido confuso y podía soñar despierto sobre Sam de camino a casa.

Pasé por el pequeño parque en el que me sentaba a leer y estudiar a menudo. Era poco más que un conjunto de árboles y algunos bancos de parque, pero en el corazón del centro de la ciudad, no se puede ser demasiado exigente con los espacios verdes.

El aire de la noche era frío, se sentía muy bien sobre mi piel sobrecalentada, y la luna casi llena hacía de esa una noche hermosa. Hubiera sido una noche muy agradable para caminar a casa, si no fuera por estos zapatos devastadores. Me detuve, apoyándome contra un poste de luz al divisar algo.

Un policía que empujaba a un hombre sin hogar que estaba en un banco del parque me llamó la atención. El hombre se sentó, y se frotó las manos

por la cara. Era el mismo gesto que utilizaba Sam cuando estaba cansado o frustrado. Debía de ser una cosa común supongo. Pero entonces, la luz de la luna atrapó su bíceps y vi un tatuaje... Sam.

No podría ser. Sin embargo, me encontré a mí mismo corriendo hacia ellos. El oficial de policía había hecho ponerse de pie al hombre y lo estaba revisando. Como una bofetada en la cara, me di cuenta de que sí se trataba de Sam. No entendía cómo ni por qué había sido puesto en libertad, pero allí estaba, en el parque de mi barrio, en medio de la noche.

—Sam—lo llamé.

Se dio la vuelta de repente, su mirada se encontró con la mía. Parecía cansado, cansado y desconfiado. Mi corazón se hundió. No había ni siquiera una pregunta, yo lo había decepcionado por no haber ido hoy.

¿Se había escapado para verme? ¿Por qué ese pensamiento me hacía delirantemente feliz? Enfermo, Felix, enfermo. Yo estaba obsesionado con él y Jisung tenía razón, esto no era saludable. Pero viendo a Sam aquí, y los sentimientos que eso despertaba dentro de mí, no me importaba. Tenía que verlo.

Corrí los últimos pasos y me detuve frente a él. Él no me saludó con su abrazo habitual. En cambio, se quedó parado tranquilamente, observándome. Una punzada de pesar se encendió dentro de mí. No debería haberlo abandonado para pasar el rato con Jisung esta noche. Sobre todo cuando el me estaba abandonando para estar con otro tipo en estos momentos.

El oficial de policía se aclaró la garganta.

—¿Lo conoces?

—Sí, lo conozco —le dije, sin apartar los ojos de Sam. Su mirada se suavizó sólo un poco.

—Sólo muévanse, amigos. No duerman en el parque.

—No hay problema, oficial —asentí, sin romper el contacto visual con Sam.

Un momento después, el policía se dio la vuelta y se fue, dejándonos solos en el parque oscuro y silencioso.

Verlo fuera del hospital me confundía más de lo que quería admitir, como si él sólo existiera dentro de las paredes de esa pequeña habitación de hospital.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Sam se pasó una mano por la nuca, mirando hacia el suelo.

—Retiraron los cargos contra mí hoy. Y entonces no viniste... —Lo siento —lo interrumpí. Sabía, por las conversaciones que había escuchado en los pasillos del hospital, que no había ningún caso en su contra.

—Y puesto que legalmente no podían retenerme en el hospital por más tiempo, me liberaron.

—Oh. —Oh era todo lo que se me podía ocurrir. Él había elegido ser una persona sin hogar en vez de quedarse otra noche en el hospital. No tenía ningún sentido—. Bueno, ¿tienes a dónde ir? —Tomé su brazo y él dio un paso atrás, fuera de mi alcance.

—Voy a estar bien, Felix. Ya tienes lo que querías para tu estudio. He oído al Dr. Park decir algo acerca de que tu tesis está casi terminada. Me imaginé que por eso no volviste hoy. Eres libre de seguir adelante con tu vida. Olvídate de mí. Todo el mundo lo hace —añadió en voz baja.

Me acerqué un paso, colocando mi mano sobre su mejilla. —No, Sam. No es así. Mi trabajo ha estado terminado durante varios días. No he podido ir esta noche, pero dejé un mensaje para ti con el personal del hospital.

Él arqueó las cejas, como si estuviera decidiendo si debía creerme. —Nunca tuve un mensaje.

—Lo siento, pero no te abandoné. Ven a mi apartamento esta noche. Podemos resolver las cosas por la mañana.

Quitó mi mano de su mejilla, bajándola a mi costado.

—No quiero tu compasión, Felix.

—Sam, los dos sabemos que hay algo entre nosotros. Esto no es compasión. Por favor, ven conmigo. Necesitas un lugar en donde dormir esta noche. Déjame estar allí para ti.

Esas últimas palabras parecieron suavizarlo, porque cerró los ojos por un momento y luego asintió.

—Está bien. Si estás seguro de que no es ningún problema. Miré hacia el suelo, con un nudo en la garganta y en el estómago, hecho un manojo de nervios.

—Te prometo que no es ningún problema.

Guie a Sam en silencio, las pocas cuadras que había hasta mi edificio, mientras la tensión salía de él en oleadas. Odiaba que pensara que lo había abandonado una vez que me habían dado lo que necesitaba para mi trabajo. ¿No podía ver que era mucho más que eso para mí?

Maniac || Hyunlix✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora