Cap 24

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Yo era un manojo de nervios mientras esperábamos al doctor Park en la sala de reconocimiento. Sam se sentó en la silla de al lado, dejándome subir a la mesa forrada de papel, como si de algún modo la elección de su asiento dijera que él no era el paciente. Me senté balanceando los tobillos por el borde de la mesa, el papel arrugándose debajo de mí.

—Deja de inquietarte. ¿Por qué estás tan nervioso? —preguntó Sam.

El maldito silencio era demasiado para esta habitación. Cuando escuché unos pasos surgir del pasillo me estremecí y envolví los brazos a mí alrededor.

El doctor Park había sospechado que Sam y yo nos habíamos vuelto más cercanos hacía algunas semanas, así que hoy, mostrándome con él, confirmaría que nuestra relación iba más allá de lo profesional.

—Si no querías que el doctor te viera conmigo, no deberias haber venido— dijo duramente.

—No. Quiero estar aquí. —Lo quería. Habíamos hablado de eso la noche anterior, una vez que Sam se lavó la pintura de las manos y se metió en la cama. No íbamos a dejar que las circunstancias que encontráramos por el camino nos impidieran estar juntos. Fue muy liberador. No habría que esconderse más, no más andar de puntillas alrededor de la conversación. Sam y yo estábamos juntos. Así de simple. Nos queríamos y hacíamos lo que parecía correcto.

Pero eso no impidió que mi estómago se hundiera en el momento en que la puerta se abrió. El doctor Park entró en la sala echándome una mirada de advertencia antes de centrar su atención en Sam.

El doctor Park se sentó y, situando un par de gafas diminutas en la punta de la nariz, abrió el expediente de Sam, que contenía muchas hojas, sobre sus rodillas. Después de hacerle unas preguntas básicas a Sam, el doctor se giró hacia mí.

—¿Por qué no se retira?

—El se queda —dijo Sam con tono de determinación.

El doctor Park entrecerró los ojos, obviamente sin gustarle que su petición fuera ignorada. Se quitó las gafas y las guardó en uno de los bolsillos de su abrigo. Me di cuenta de que se estaba muriendo por preguntar qué tipo de relación teníamos, pero no había razón médica para obtener esa información. Así que se quedó sin palabras.

Llegó a la conclusión de que las conmociones cerebrales de Sam y sus lesiones anteriores se habían ido, y estaba sano y bien, aparte de no recordar nada de los últimos veinte años de su vida.

—Me alegro de que hayas regresado. Me gustaría hacerte evaluaciones neurológicas periódicamente para revisar tu progreso y ver si estás recordando algún viejo recuerdo o formando nuevos. —Sam asintió con su consentimiento—. ¿Eres capaz de recordar detalles recientes? ¿Presenta alguna dificultad recordar lo que hiciste ayer? —preguntó el doctor.

—Recuerdo todo desde el día en que desperté en este hospital. Pero aún sigo sin recordar nada de mi vida pasada.

Después de terminar con algunas preguntas más y ofrecer sugerencias sobre los suplementos vitamínicos, el doctor Park se giró hacia mí.

—Él le proporcionará una pieza muy importante para su tesis.

No hice caso a su mensaje implícito, el de que yo estaba utilizando a Sam para salir adelante en mi investigación.

—Vamos a casa, Sam.

Sam asintió con la cabeza y me ayudó a bajar de la mesa de reconocimiento.

Nos quedamos en silencio desde que tomamos el tren a casa, ya que no había mucho de qué hablar después de su cita con el doctor. Había estado tan puesto en Sam consiguiendo ayuda, que me había estado agarrando a un clavo ardiendo. Aun así significó mucho que accediera a ir.

Sam se bajó en la parada de mi apartamento y yo me bajé en la siguiente parada para encontrarme con Jisung en la cafetería. No había hablado con el desde que Sam volvió, y ni siquiera sabía si la cita en el café aún seguía en pie, pero cuando le envié un mensaje de texto preguntándole si aún quería verme, el respondió entusiasmadamente con un ¡¡Por supuesto!!

Cuando llegué a la cafetería, Jisung no había llegado aún, así que fui a pedir. Las campanas de la puerta sonaron y Jisung entró con paso elegante, vestido con ropa de entrenamiento. Y por el aspecto de este, había venido corriendo. Se desplomó en la silla que estaba frente a mí.

—Oh, gracias a Dios. —Tomó el café helado que pedí para el y empezó a bebérselo.

Jisung se bebía el café como la mayoría de las personas se beben el agua. Yo di un sorbo a mi café caliente y lo observé, preguntándome si íbamos a hablar de Sam, el tema tabú.

Después de unos saludables sorbos y de que la respiración de Sung volviera a la normalidad, puso su café sobre la mesa.

—Escucha, no quiero que pienses que lo odio, porque ese no es el caso.

Sólo estoy preocupado por ti.

Apreciaba que nunca se anduviera por las ramas.

—Yo también estoy preocupado. He protegido mi corazón durante los últimos veinte años. Crecí sin el afecto y el amor normal de la mayoría de las familias. Ya me conoces. Apenas salgo. No estaba buscando nada. Y desde luego, enamorarme de un sujeto de prueba no era mi intención.

El se burló y esbozó una sonrisa.

—Te entiendo. Tu madre se fue y tu padre traía comida a la mesa, pero eso era todo. Sam es diferente y cuidas de él.

—Demasiado —admití.

—Entonces, ¿qué pasará cuando se vaya de nuevo? Noté que dijo cuando y no si pero lo dejé pasar.

—Estarás ahí para mí.

El asintió con la cabeza una vez.

—Me parece justo.

Nos bebimos el café en silencio durante algunos minutos, hasta que vi el destello en los ojos de Jisung.

—Ahora que es tu novio, deberíamos salir todos, presentárselo a la pandilla. Reuniré a algunos amigos.

—Hm. No creo que sea buena idea, Sung.

—Saldremos y tomaremos algo, algo casual, leve, nada de qué preocuparse. Será divertido.

—Por supuesto. Supongo que sí —murmuré, sabiendo que nunca sería capaz de persuadir a Jisung en cuanto se empeñaba en algo.

Maniac || Hyunlix✔Where stories live. Discover now