Cap 26

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La boca de Sam se encontraba sobre la mía incluso antes de entrar en el apartamento. Me atrajo hacia él, abrazándome con todo su cuerpo, y pateó la puerta detrás de nosotros para cerrarla.

Su resistencia inicial de compartir sus sentimientos conmigo ahora parecía demasiado lejana, mientras me besaba con entusiasmo y mordía mis labios. Chocamos uno con el otro, y golpeamos los muebles en nuestro intento de llegar al comedor sin romper el beso. Fue como un acuerdo silencioso entre los dos de que los diez pasos que faltaban hasta la habitación eran demasiados.

Sam me hizo caminar de espaldas hasta que choqué contra la mesa del comedor. —Tú. Eres. Mío.

Me pregunté si la atención de Potter esta noche había tenido algo que ver con su declaración, pero obviamente se encontraba en el borde esta noche.

—Claro que sí, Sam. Tuyo. Sólo tuyo.

Me besó de nuevo, y luché para sostenerme del borde de la mesa cuando, de pronto, mis piernas se volvieron inestables. Mi mano se frotó contra una de sus pinturas, y bajé la mirada para asegurarme de no haber arruinado nada de pintura aún húmeda. La pintura de una mujer exótica me devolvió la mirada. La única persona que siempre pintaba era ella, y había al menos unas doce de la misma. Me separé de sus besos y fruncí el ceño hacia la pintura. —Sam, mueve tu pintura.

—No importa —murmuró, inclinándose para besarme de nuevo.

Empujé su pecho, brindándome a mí mismo algo de espacio para respirar.

—No puedo hacer esto con ella mirándonos.

Sam frunció el ceño, intentando averiguar a qué me refería. —¿Ella? — Bajó la mirada hasta la ofensiva pintura, dándose cuenta que la misteriosa mujer y su historia con ella me habían molestado.

Tomó la pintura, la llevó al otro lado de la habitación, la metió en el armario sin contemplaciones, y cerró la puerta. Luego vino hasta mí, y tomó mi rostro en sus manos, mirándome directamente a los ojos. —No quiero que eso te moleste. Ni siquiera sé quién es. Sólo somos tú y yo, ¿de acuerdo?

Por ahora, puntualizó mi pesimismo interno, empeñado en obtener la última palabra.

Acarició mis mejillas con sus dedos. —¿De acuerdo?

Asentí, y por alguna razón, mi labio inferior sobresalió haciendo un puchero.

—No sabía que ella te molestara —murmuró, colocando mi cabello detrás de mis orejas.

Dejé salir un suspiro profundo. —Sam, ¿cómo podría no molestarme? Es probable que sea tu novia.

—Ella es alguien de quien no recuerdo absolutamente nada.

¿Cuánto podría significar para mí si es así?

No señalé que recordaba cada detalle de su apariencia física, lo suficiente para crear una docena de retratos idénticos. En vez de decirle eso, utilicé otra táctica—: Cada vez que has visto a otro nombre mostrar cualquier interés en mí, como mi cita con Jason, y luego esta noche con Porter, actuaste como todo un cavernícola y prácticamente me arrastraste a tu lado para follarme. —Se encogió ante la dureza de mis palabras.

Sam inclinó la cabeza hacia un lado, estudiándome para ver si lo que dije era cierto.

—¿Te puedes imaginar lo mal que se sentiría si hubiera correspondido sus sentimientos y fuese yo el interesado en ellos? Tú, pintándola una y otra vez... sí, me duele, Sam.

—Lo lamento. Pensé... tú siempre me incentivaste a intentarlo y a recordar, a explorar cualquier recuerdo que pudiera. Pintando es la única forma en que puedo hacer eso. Según sé, bien podría ser mi hermana.

Mordí mi labio para evitar recordarle la pintura de ella en una cama, con sólo una sábana a su alrededor. Esa pintura ahora residía en la esquina más lejana de mi armario. Hermana mi trasero.

—Mañana a primera hora me desharé de esas pinturas. Ella no me importa. Escúchame, Lix. —Tomó mis manos, entrelazando sus dedos con los míos—. Tú estás conmigo ahora. Eres todo lo que quiero.

Una lenta sonrisa se extendió por mi rostro. Debería estar ofendido al escucharlo reclamarme como suyo, yo no era propiedad de nadie, pero en vez de eso, lo que hizo fue emocionarme. Sam enfrentaba sus miedos de abrirse y acercarse a alguien. No sabía exactamente cuando decidió que yo valía la pena el riesgo, pero de todas maneras me encantaba.

—Sí, Sam. Tú también eres todo lo que quiero.

—Sólo tú —murmuró, encontrando mi mirada con sus expresivos ojos color avellana.

Mi corazón golpeaba con fuerza dentro de mi pecho, sintiéndose como si acabábamos de cruzar algún tipo de barrera juntos. Me levantó por las caderas y me apoyó en el borde de la mesa del comedor, admirando con una sexy sonrisa mis piernas colgando. Trazó con su dedo mi rodilla desnuda, subiendo por mi muslo.

—Y sólo para aclarar mi comportamiento de cavernícola. Ese chico, Jason, era un idiota. Y entre las preguntas y respuesta de Porter hacia mí, y luego tratándote como si fueses una innovación para su entretenimiento... Estaba listo para golpearlo, si no me hubiese alejado cuando lo hice.

—Cállate y bésame ya.

Inclinó su boca y acarició mis labios con los suyos, tomándose su tiempo y permitiendo que mi anticipación creciera. Separé los labios, listo para más. Su lengua acarició mi labio inferior, probando, jugando.

La noche fue larga.

Maniac || Hyunlix✔Where stories live. Discover now