Kurt después de perder a Mia, cambió definitivamente.
No hablaba con sus amigos. Pandora y Candy se volvieron muy unidas, por lo que fue fácil olvidarlo. Jacob y Victoria, después de los problemas que ambos sufrieron, se olvidaron también de él, y sin hablar de Cory que seguía embobado con Zola.
De a poco fue volviendo a lo mismo de antes. Mia, definitivamente, era lo único que le unía con ellos.
Dejó el café, volvió a estudiar como antes lo hacía, no volvió a ir a una fiesta o a intentar hacer amigos. No los necesitaba, lo que él necesitaba era a Mia de vuelta.
Coma seguía con ellos, el único recuerdo vivo de ella. De vez en cuando, cuando su abuela se aburría del felino, Kurt solía ir y abrazar al gato hasta dormir.
Había comenzado a fumar. Entendía por qué Mia lo hacía, el humo entraba, te dejaba sin respirar un tiempo, para después soltarlo. Era una manera de tranquilizarse y de olvidar. Era una droga.
Pasó mucho tiempo hasta que tuvo que hacer la elección de su vida, elegir la carrera que quería ejercer el resto de su vida.
Él sabía que quería ser abogado, había rezado (y eso que odiaba rezar porque siempre terminaba quedándose dormido antes de terminar) para lograr quedar en esa carrera.
Y lo logró. Pero... eso no era lo que él esperaba para toda su vida.
Él sentía que si quería volver a ver a Mia tendría que estudiar otra cosa, para así ganar dinero y poder viajar a donde ella estaba. Quería volver a verla desesperadamente.
(Si a alguien le interesa Phil y Marta, pues, se casaron, sí, fin.
O bueno, se casaron felizmente, todos asistieron a la boda, se fueron del país y ahora están viajando por todo el mundo, tomados de la mano todo el tiempo)
Kurt comenzó a trabajar, lo más esforzado posible.
Esto duró cerca de un año. Un año, exactamente, hasta que, un día, caminando por un puente, como hacía todos los días para llegar a su trabajo, se encontró con una figura que, si no fuera por ciertas características más maduras, pensaría que era otro juego de su mente.
Se apoyó en la baranda y se quedó observándola. Fumaba, hace mucho que esa imagen mental le atormentaba, él creía que ella lo había dejado.
—Linda vista. —dijo él sin poder quitar los ojos de ella. Dudaba, en el fondo de su alma que no fuera ella, porque ya estaba comenzando a ilusionarse.
—Hermosa, pero no me gusta.
Y fue cuando su sonrisa se ensanchó. La voz era exactamente la misma. Era Mia... era su Mia.
El aire se sentía frio en sus almas, pero su cara apenas y sentía alguna perturbación en aquel momento. Era el momento con el que había soñado más de una vez.
A medida que la conversación avanzaba, Mia se giró hacia él y le contempló, abrió los ojos como platos sin creérselo, algo que asusto ligeramente a Kurt, ¿Qué ocurría si ella reaccionaba mal ante ello?
Pero no ocurrió así.
Los hoyuelos de Mia no se hicieron esperar, sus ojos brillaban con la ilusión ante sus ojos.
—Kurt. —fue todo lo que dijo antes de lanzarse contra él en un abrazo. Había crecido, Kurt estaba mucho más grande, Mia se tuvo que poner de cuclillas para alcanzarlo. Ella, sin dudarlo, enterró su cabeza en su hombro, sin poder esconder su emoción.
—Sí, Mia, soy Kurt. —Dijo él burlándose, a lo que ella contestó con una risita.
—Definitivamente eres Kurt, sigues matando momentos emotivos. —dijo ella secándose una lagrima que se escapaba de su ojo.
El resto de día se la pasaron hablando cómodamente, parecía como si sólo se hubiesen visto ayer solamente, cuando había sido cerca de un año o más desde que se habían dado el último abrazo.
Mia le contaba cómo había pasado su vida todo el tiempo, parecía emocionada, exaltada. Tomó la mano de Kurt y lo dirigía de un lado a otro, chillándole cosas, saltando de vez en cuando y derrochando mucha energía. Estaba muy loca, pero eso no le disgustaba a Kurt ni un poco.
Ambos habían vuelto en el tiempo y disfrutaban de la juventud que se pasó en penas y problemas. Ahora estaban aquí, felices, emocionados.
Entraron a un recinto para jugar videojuegos, o arcade, como decía el cartel.
Como rayos, corrieron a la mesa de hockey en hielo. Mia ganó 10-1, y lo más patético era que Mia le había dado el único punto que él tenía por solo pena.
Luego fueron a una maquina tragamonedas. Luego a otro juego de mesa. Luego a otro de allá. Y de allá. Y de más allá. Y la tarde se fue tan rápido que ni lo sintieron.
Cuando estaban cerrando el recinto, Mia se golpeó la frente.
—¿Qué pasa?
—Hoy tenía una entrevista de trabajo, lo olvidé completamente. Es tu culpa, Kurt. —Intentó mirarle acusatoriamente, pero le era casi imposible. — Qué más da, ni que quisiera trabajar aun. —rió entre dientes, algo que para Kurt fue como la risa de los ángeles.
—¿Aun no tienes trabajo?
—Nope. —contestó como una infante— Y eso que aún no pago la renta, estoy sobreviviendo con la herencia de papá por el momento, es casi doloroso tener que ocupar su dinero, el dinero de toda su vida en ese estúpido y mugroso departamento. —dijo con cansancio. Se rascó la nuca, complicada— Ha sido difícil irse de casa de esa bruja.
Kurt no dejaba de mirarla, doliéndole no ser capaz de hacer algo, pero siguió escuchando atentamente lo que decía.
—Y lo peor de todo es que ni mamá le puedo decir "mamá", es una maldita bruja que no hace más que estorbar y entorpecer mi camino, ella y su marido, saco de mierda, que ni a trabajar se digna a hacer ahora. Mi madre es una maldita inepta que...
—¿Y si vienes a vivir conmigo? —dijo repentinamente abrazándola de lado.
Ella levantó la cara sin creer lo que estaba diciendo. Debía estar bromeando.
—Si estas de chiste, no me da gracia, Kurt.
—No, Mia, no, yo... tengo un departamento cerca del centro. Vivo solo, además de que tengo mucho espacio que no ocupo, y, yo... no lo sé.
—Kurt, estoy con Richard, no creo que...
—¿Richard? ¿Tu novio? Oh, lo siento —dijo riéndose incomodo, el corazón se le había achicado del repentino golpe— No quería importunar...
—No, mi hermano, tonto, ¿No te acuerdas de esa lacra enana que solía preguntar cosas estúpidas? Creció más rápido de lo esperado, tiene trece y esta insoportable. —sofocó una risa con el dorso de su mano.
—Oh, genial —dijo en un suspiro, agradecía a Dios que Mia no tuviera novio— él también, no hay problema, él puede quedarse también. Se ve tierno.
Mia lo miró ligeramente impresionada. Medio sonrió haciendo que sus ojos brillaran
—Sería... genial.
Kurt sonrió devuelta.
Algo le decía que las cosas solo mejorarían a partir de ese momento.
Y no podría pedirle más a la vida.
Fin.

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Matemáticas
Teen FictionTú + yo = nunca. yo - tú = imposible. Mia cree que las matemáticas la llevaran lejos. Ella cree en el amor, pero nunca lo ha experimentado por su miedo a quedar atado a alguien. Ella siempre ha sido la amiga de Victoria y es así como todos la conoc...