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PARTE 2

—No, no, no—despertó agitado—Pesadilla de mierda.

Desde esa noche ha dejado de dormir tranquilo, esa pesadilla como él le dice, no es más que un recuerdo, un recuerdo de como le rompieron el corazón.

Su dolor lo hacía distorsionar las cosas, pero en sus momentos más lúcido, sabía que el que había roto su corazón, había sido él mismo.

Sus acciones y decisiones lo llevaron a este momento. A no poder dormir tranquilo desde hace una semana, a volver a odiar la isla y no poder disfrutarla como quería cuando decidió volver.

Ese recuerdo lo perseguía, no se le olvidaba ningún detalle, todo parecía reproducirse exactamente igual a como habían sucedido aquel día:

""Era de noche, su tren era el último en llegar a la isla, esa isla que tanto había extrañado, no por ser su antiguo hogar, era más bien por alguien en específico. Quería verlo, lo había echado tanto de menos, que no encontraba el momento de volver a toparselo con esa sonrisa tan única que tenía.
Al llegar fue directo a su casa, era muy tarde para ir a visitarlo, ya tendría tiempo mañana.

Al día siguiente, caminando por el bosque camino a casa de Roier, se encontró con Badboy, se saludaron y abrazaron alegremente por volver a verse.

—Spreen, ¿Cuándo volviste?

—Anoche, capo. Ahora iba camino a ver a Roier—respondió animado.

—Oh... no lo sabes ¿verdad?—lo miró confundido, negando—Él está con alguien ahora, Spreen.

No lo demostró por fuera, pero pudo sentir como su corazón dejó de latir por un momento. Tragó saliva y se recompuso rápido.

—¿Y eso que me importa a mi?—comentó a la defensiva.

Claro que le importaba, al final la decisión de volver había sido solo por él.

—Oh, no nada. Sólo pensé que te gustaría saberlo.

Se despidieron a los pocos minutos, Spreen dio media vuelta y regresó a casa. No estaba seguro de poder verlo con alguien más.

Su tarde se basó en dormir y pelear con sus pensamientos que le exigían comprobar por si mismo, la información que su amigo le había dado en la mañana.

Recordó que en esa casa se habían quedado algunas de sus cosas, y fue la excusa perfecta para emprender camino.
Al llegar intentó abrir la puerta, pero le fue imposible. Roier le había quitado los permisos.

Pensó en darse la vuelta y regresar a casa, pero cuando lo estaba haciendo, la puerta se abrió.

Con el corazón agitado, latiendo casi como si hubiera corrido un maratón. Fingió indiferencia y entró.

Todo lo que pasó ahí, lo fue rompiendo poco a poco.

Su Roier, que ya no era suyo, estaba tan hermoso como lo recordaba. Seguía sonriendo de la misma forma y teniendo ese brillo especial en sus ojos, que para su mala suerte ya no era dirigido a él.

Nunca sintió ser celoso, pero con Roier todo era diferente.
Cellbit, así se llamaba el ladrón. Odiaba ese nombre.
Nunca quiso amenazarlo, pero le fue inevitable. Ni siquiera él mismo se reconocía, estaba perdiendo el control, no sabe como pudo contenerse de no hacer algo peor.

"—No lo haré, no soy como tú."

Quiso estamparlo contra la pared y golpearlo hasta que se le olvidara como hablar.

¿Quién se creía él para hablarle así?
¿Quién era ese aparecido para comentar y opinar de algo que él no vivió?

Recuerda tomar la caja que Roier le extendía y salir de esa casa llena de recuerdos. Dejando a la pareja solos de nuevo.

Él quería estar ahí, él debía estar viviendo con Roier, compartiendo con él, desayunando, comiendo, cenando, durmiendo. Todo. Él debía estar haciendo todo eso.

De la rabia lanzó la caja lejos, haciendo que de ella volara una fotografía.

En la imagen estaban ellos dos, odiaba sacarse fotos, pero con Roier tenía unas cuantas. El castaño salía sonriendo directo a la cámara, y él sólo lo estaba mirando con una cara de bobo.

Así era como lo tenia Roier, embobado.

Arrugó la foto, quería romperla, pero se arrepintió y la guardó en su bolsillo, junto con la rosa que había llevado.

Esa noche decidió que por primera vez en su vida lucharía por algo realmente importante. Un tonto Brasileño no le robaría lo que siempre le perteneció.

Comenzó a hablarle a Roier cada día, este no le respondía, o si lo hacía solo eran respuestas concretas.

Comenzó a seguirlo a escondidas para luego fingir encontrárselo en los lugares más imposibles.
Trataba de llamar su atención, igual como antes.
Se aprendió un montón de canciones solo para cantarle cuando lo veía.""

Volviendo al presente, bebió un poco de agua y se durmió al poco tiempo.

En la mañana, quiso intentar por última vez hablarle a Roier, si no respondía no lo intentaría nuevamente.

Abrió el chat y le mandó un mensaje por privado:

<Spreen: Ro, ¿Podemos vernos? Prometo que si aceptas, no te volveré a molestar más.>

Ahora solo debía esperar por la respuesta. Que lo más seguro nunca llegaría.

O, a lo mejor si...

<Roier te ha enviado un mensaje>

Goma de mascar | spiderbear oneshotsOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz