Rosé

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—Papi, ¿algún día conoceré a mi otro papá?

Y ahí estaba esa pregunta nuevamente, su pequeña niña de solo cuatro años preguntaba curiosa, cada día lo mismo.

La respuesta seguía siendo un: No

Y enseguida se cambiaba de tema.

Le dolía tener que responderle de esa forma y evitar todo ese tema, pero era lo mejor.
No es su culpa que él haya decidido irse y abandonarlo.

Lo dejó el mismo día que le contaría la noticia del embarazo, lo dejó justo en el momento en que pensaba todo estaba bien.

Ese día no fue capaz de decirle, al final de cuentas no quería que él se quedara solo por eso. No era justo para ninguno de los dos.

Dejó que se fuera y salió adelante con ayuda de su familia y amigos más cercanos, que aunque también eran amigos de spreen, nunca le dijeron nada.

Hoy cinco años después ver a su pequeña Rosé era ver la viva imagen de él.

Tenía el pelo castaño con ondas y sus pequeñas orejitas de oso ya se notaban más.

Aunque en la cara se parecía mucho a Roier, los ojos violetas eran un claro golpe de realidad.

No había manera de negarle a nadie de quien era hija, todos lo sabían apenas veían sus pequeños ojitos.

Rosé era la combinación perfecta de ambos, siempre era muy risueña y cariñosa, pero cuando se enojaba no había quien la calmara.

Amaba la aventura y la cocina. Muy ellos.

El día estaba tranquilo, la temperatura agradable y los pájaros cantaban por todos lados.

Rosé estaba en clases, mientras Roier atendía la taqueria, como cada día.

El horario de salida ya había llegado en la escuela, así que esperaba ansioso ver a su pequeña cruzar la puerta.

Como él estaba en el negocio, era Bad quién recogía a Rosé y Dapper y luego la llevaba a la taqueria.

Sintió la puerta abrirse y se giró emocionado con la sonrisa de siempre en la cara.
Sonrisa que desapareció al instante en el que vio de quién se trataba.

Los nervios se apoderaron de su cuerpo y sus manos se volvieron completamente torpes.

El local estaba vacío, pues aún era temprano para que la gente fuera a comer.

—Sp-spreen...

Salió del lugar donde atendía y se acercó al recién llegado.

—Hola, Ro. ¿Cómo estás?

—Yo, emm ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo volviste?

Si no se equivocaba en escasos dos minutos o menos, su hija debería llegar. Necesitaba sacar al oso de ahí. Lo notaria de inmediato, lo sabía.

—Volví anoche, mi papá me dijo que aquí te encontraría, quería verte.

Hablaba tan tranquilo, como si para él haberse ido cinco años de esa forma no hubiera sido nada.

—Pues... ya me viste. Es mejor que te vay-

—¡Papiiii!—Ya no había nada que hacer. Su pequeña estaba ahí.

—Hola, princesa—la tomó en brazos besando su mejilla, bajándola de nuevo.

—Hey, Roier. La maestra me dijo que traen tarea en los cuadernos...—Bad se frenó cuando se dio cuenta de la situación—¿Spreen?

La cara de los tres era un poema, los nervios de Roier se notaban, la confusión de spreen era palpable y bueno, Bad seguía siendo Bad.

—Hola, capo ¿cómo andás?—por fin habló.

—Rosé, pequeña porque no acompañas a tío Bad a su casa y luego yo voy por ti, ¿si?

Le hizo un gesto a su amigo, para que lo apoyara en esto.

—S-si, vamos niños. Aprovechamos de hacer la tarea juntos-estiró sus manos para que las tomaran.

—Ve, mi amor. En un ratito voy por ti—besó su mejilla una vez más y la dejó ir.

—Espera—dijo spreen de repente, agachandose a la altura de la niña—¿Cómo es tu nombre, bonita?

La pequeña por fin lo miró a los ojos, y al darse cuenta del color miró inmediatamente a Roier.

—Rosé, ese es mi nombre señor.—dijo orgullosa.

—Que lindo nombre, ¿cuántos años tienes, Rosé?

—Cuatro años—hizo el gesto con las manos—Papi, mira sus ojos se parecen a los míos—se dirigió a Roier con inocencia.

—Son iguales, de hecho—el que habló fue el oso—Un gusto conocerte.

—Rosé, mi amor. Venga ve con tío Bad.

El adulto y los dos niños se fueron del lugar y Roier no pudo contener las lágrimas más.

—Supongo que llegó el momento de tener esa conversación—susurró.

—Supones bien, Roier.

૮ ˶ᵔ ᵕ ᵔ˶ ა

Pt 2 próximamente

Goma de mascar | spiderbear oneshotsWhere stories live. Discover now