Memoria

434 68 5
                                    

—¿Roier?

—¿Te acuerdas de mi?—preguntó ilusionado.

<meses atrás...>

—¿Aló, osito? ¿Porqué aún no llegas a casa?

—Hola, ¿Hablo con Roier?—respondió una voz que no conocía.

—Emm, sí con él, ¿quién habla?—se preocupó.

—Hola, mi nombre es Malena, te hablo desde el hospital, el dueño de este teléfono tuvo un accidente y solo decía tu nombre.

El mundo se le vino encima luego de escuchar esas palabras. ¿Su osito había tenido un accidente? Eso era imposible, no podía ser verdad.

Él lo estaba esperando con la cena lista, spreen debía llegar a cenar.

—¿Aló, sigue ahí?—escuchó a lo lejos.

Como pudo se recompuso, escuchó a la chica que le hablaba por el teléfono, anotó la dirección, tomó las llaves y salió de casa.

No le costó mucho llegar al lugar indicado, entró desesperado preguntando por su amado.

Lo llevaron a la habitación donde se encontraba y todo se derrumbó.

La vida que tenían y que tanto les había costado, parecía haber cambiado totalmente.

Spreen estaba ahí, con sus ojos cerrados, conectado a un montón de máquinas, todo golpeado.

Estaba, sin estar.

—Mi amor...—corrió hacía la cama—¿Qué pasó? Despierta, osito. Vamos, estoy aquí.

Él no despertó, ni esa noche, ni al día siguiente.

Un mes pasó, un mes en dónde la vida de Roier se basaba en levantarse y viajar al hospital cada día.

Debía estar ahí, por si su novio despertaba.

El día llegó, le avisaron por teléfono que Spreen había abierto sus ojos nuevamente.

La felicidad lo inundó, no pudo quitar la sonrisa de su cara en todo el camino.

Llegó, feliz.

Por fin volvería a ver esos hermosos ojos violetas.

—Hola, osito. Ya era hora que despertarás—llegó hablando y acercándose.

—¿Ah? ¿Quién sos?

La felicidad y su sonrisa desaparecieron.

Debía ser una broma, Spreen no podía olvidarse de él.

Pero no lo era, se había olvidado de él. De ellos juntos. De todo.

Los meses siguientes fueron horribles.

Spreen fue recordando de a poco, a todos y a todo lo que formaba parte de su vida antes del accidente.

Menos a Roier. No sabía porqué ese castaño iba cada día a verlo al hospital, y porque lloraba cada vez que pensaba que dormía.

Roier se levantó como cada día, estaba a nada de rendirse. No podía seguir aguantando el dolor de que spreen no se acordara de él.

Llegó al hospital, entró a la habitación y se acercó a la cama.

<de vuelta al presente>

—¿Roier?

Escucharlo decir su nombre sonó irreal.

De hecho pensó haberlo imaginado, pero cuando miró los ojos de su chico, cayó en cuenta.

Era verdad. Le dijo su nombre.

—¿Te acuerdas de mi?—la ilusión se notó en su voz.

—Claro que sí, Ro—levantó su mano limpiando una lágrima del más joven—¿Cómo no me acordaría de ti, amor?

Sus corazones se sincronizaron de nuevo.

—Dios, por fin—lo abrazó con fuerza—Te extrañé, osito.

—Lo siento por demorarme tanto, Ro. No volverá a pasar.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

Lo iba a cumplir.

Esa promesa era un:

"Pase lo que pase, aquí estaré"

Lo sabían.

Goma de mascar | spiderbear oneshotsWhere stories live. Discover now