Goma de mascar | spiderbear oneshots

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PARTE 3

Roier, respondió ese mensaje sabiendo las consecuencias que podría traer.

Spreen, lo leyó ilusionándose aún sin saber lo que pasaría en ese encuentro.

Cellbit, ni siquiera quería imaginar lo que esto traería para él y su relación.

La vida para los tres podría cambiar por solo un mensaje, por solo un encuentro, por el regreso del pasado.

Dicen por ahí que el pasado debe mantenerse en su lugar, no porque sea malo, sino mas bien, porque es eso... pasado.

Intentar recuperar algo que ya se vivió, que ya se perdió solo es engañar al presente y frenar el futuro.

¿Pero qué hacer cuando ese pasado nunca tuvo un final?
¿Qué hacer con los sentimientos que no se aclararon?
¿Qué hacer con la ilusión, el amor, el dolor?

¿Solo dejarlo ir?

—Iré, debo hacerlo.

—¡No!—gritó con fuerza—¿Por qué? explícame porque debes ir a juntarte con él.

Roier estaba sorprendido, Cellbit nunca le había gritado, ni siquiera jugando. Escucharlo de esa manera lo hacía sentir horrible.

Tenía claro que algo así podía pasar cuando le contó que había respondido al mensaje de Spreen. Quería explicarle todo, le dolía saber que podía estar causando una inseguridad en su dulce chico, pero necesitaba hacerlo.

Por primera vez solo pensó en él, se puso como prioridad.

Cellbit estaba aterrado, siempre supo que este día llegaría, que Spreen volvería y pondría en jaque todo lo que habían construido en su ausencia. Sabía que el cerrar ciclos era importante, que Roier lo necesitaba para poder avanzar.

Pero... tenía tanto miedo.

Miedo a que Roier decidiera encontrarse con su primer amor, miedo de que extrañara lo que fueron juntos, y querer volver a sentir todo lo que sentía estando al lado de Spreen.

Miedo, esa es la palabra que lo definía en estos momentos.

—Lo necesito, necesito ir—respondió.

Llevaban más de una hora en esa discusión, ninguno quería ceder. Todo esto los superaba. Todo estaba tan bien hasta que...

El pasado los encontró y no había manera de seguir corriendo de él.

—Puedes hacer lo que quieras, es tu decisión. Pero quiero que tengas claro que no estoy de acuerdo con esto que harás, Roier.

—Lo siento...

—Yo también.

Cellbit subió a la habitación dando un portazo, dejando a Roier solo en el primer piso.

Quiso ir con él, quiso acostarse a su lado y seguir como si nada hubiera pasado.

Pero, tomando aire profundamente, salió de la casa.

Tenía que hacerlo. Se lo debía a si mismo.

En el camino lloró un poco.
Paró tantas veces arrepintiéndose de lo que estaba a punto de hacer, que perdió la cuenta.

Estaba poniendo en juego todo lo que tenía solo por ese oso que lo esperaba ansioso.

Se enojaba consigo mismo por lo que estaba haciendo, por nunca seguir sus propias palabras, ser impulsivo y emocional.

Respondió el mensaje porque era de Spreen, y aunque intentó ignorarlo por un buen tiempo, no lo logró mucho más.

Parecía que ambos siempre volvían al otro.