19. Escena del Crimen.

99 24 89
                                    



Silencio en el salón de danza, aquel en el que aquellos que se hacían llamar hermanos compartieron incontables horas. La oscuridad apenas era perturbada por la luz proveniente de la escalera; más brillaba la de los los ojos dorados que se cargaban de lágrimas. Cual cristales de ámbar , estas aguantaban en su lugar, expectantes, casi rogando por un atisbo de cordura que, sabían, no existía en el menor que había robado su corazón sin saberlo.

«Basta», Moshie se habló a sí mismo, leyendo entre líneas el silencio de su "amigo". «Es lo último; esto no es culpa de Louis ni de este estúpido dragón ignorate... Debes dejar de lastimarte, Moshie, dejalo ir...».

El príncipe estaba boquiabierto, más no intervino, dio un paso atrás al percibir los sentimientos expuestos por las personas ante él. Llevaba a flor de piel cuán dolorosa era la traición de un cercano, justamente el tipo de dolor que divisaba en ambos. Siendo Louis quien bajó la cabeza y se encogió de hombros, preso del arrepentimiento, él no podía ir en contra del fénix por más que su celoso dragón interno le gruñera.

—Tienes razón. Yo sé que tienes razón —acató Louis con voz suave, dilapidándose como un vil canalla aún sin entender que había más sentimientos heridos de los que él alcanzaba a ver— desde que te conocí no he parado de darte problemas. Me estoy pasando, no debe traer a Vante aquí...

—Louis, por favor —rogó el fénix tratando de ser firme—, una vez en tu vida piensa lo que estás haciendo.

—Oh~ Moshie~ ¡Sé que es una locura! —lamentó exasperado, palpando su propio pecho—, pero lo que ha pasado es muy difícil de explicar y no tengo salida.

—Sí la tienes —insistió con ahínco, buscando su mirada sin hallarla—, sólo apártate de él y estarás bien. Conmigo estarás bien.

—¡No puedo! —se obstinó tomando la mano del príncipe antes de que este volviera a gruñir receloso— Corrijo; no quiero dejarlo, y no lo haré. Sensato o no, estoy con él en esto, no dejaré que vuelvan a encerrarlo y...

—Basta, Louis —Moshie rogó manos en alto, intuyendo que no qería oír el resto.

—Estoy enamorado de él —concluyó; el vampiro confesó sin saber que aquellas palabras eran un tiro justo al centro resonando en el pecho de Moshie—. Soy idiota, pero no tanto como para no darme cuenta...

—Entiendo —el fénix asintió cerrando los ojos con fuerza, estrechando los puños dio un paso al costado para darles la espalda cuál animal herido. «Nunca subestimes lo idiota que eres, Louis...»—. Vete. Ve con él a donde sea que piensan ir, es mejor que yo no lo sepa.

—Moshie, yo...

—¡Vete! Váyanse de aquí. Sabes que este es el primer lugar en el que la guardia real buscará al príncipe ¡Es que ni en eso piensas! Eres un... Conejito despistado —suspiró derrotado, no podía enojarse con él y sus brillantes ojos aterrados.

—¡Mierda! ¡Es cierto! —él mismo se dio el golpe en la frente que merecía— Lo siento mucho, Moshie ¡De verdad lo siento! Tenemos que irnos ya.

La cálida sonrisa del fénix dorado, aún rodeada de lágrimas, fue obsequiada al joven vampiro dejando una caricia en su rostro.

—Te amo, Louis —confesó a modo de despedida— Tienes que saberlo.

—Yo también, hermano —aquel último y brusco abrazo dolió demasiado en el corazón dorado—. Perdóname por ser un idiota.

—No tienes idea de lo idiota que eres —suspiró al apartarlo, dejando un beso en su frente—. Cuídate mucho, conejito.

New WonderlandWhere stories live. Discover now