Capitulo 1

34.7K 1.5K 780
                                    

Camila Cabello sería una esposa perfecta para ella porque ni la quería ni se sentía atraía por ella, pensó Lauren Jauregui.

En realidad, apenas la conocía.

Sus reuniones semanales desde que empezó a trabajar para ella siete meses antes nunca les habían dejado tiempo para charlas personales. Camila trabajaba de día, cuando el club estaba cerrado, y Lauren trabajaba por las noches, cuando Estate estaba abierto. De modo que sabía muy poco de ella salvo lo que estaba incluido en su currículum.

Un golpecito en la puerta le indicó que la mujer en cuestión acababa de llegar.

-¿Quería verme, señora Jauregui?

-Entra, Camila. Siéntate, por favor.

Ella se sentó en una silla frente a su escritorio, tan seria como siempre.

Según su abogada, que era su mejor amiga y en cuyo sentido común confiaba por completo, Camila era la candidata perfecta para ser su esposa. Y no era una chica fea. Un poco sosa, sin maquillar, pelo castaño que siempre llevaba sujeto en un moño...

Pero también era una mujer inteligente e independiente. De no ser así, no la habría contratado para llevar las cuentas de un club nocturno multimillonario.

-¿Ocurre algo? Hoy no es el día de reunión habitual -Camila se colocó las gafas sobre el puente de la nariz antes de estirar primorosamente su aburrida falda azul marino.

Lauren nunca se había fijado en sus manos, pero tenía unas manos muy bonitas. Claro que nunca había imaginado esas manos tocándola. Íntimamente. Sus uñas cortas, naturales, no tenían nada que ver con las uñas largas y pintadas de rojo de las mujeres con las que ella solía salir.

Pero además de una buena manicura necesitaba ropa nueva para hacer su papel. Y lentillas. Quizá un cambio de imagen. De no ser así nadie creería que la había elegido a ella como esposa cuando estaba acostumbrado a salir con las modelos y actrices que frecuentaban el Estate y su cama.

Lauren conocía a muchas chicas, pero ninguna de ellas era el tipo de mujer que necesitaba.En la Cámara de Comercio la consideraban un playgirl y una equivalente femenina no lo ayudaría nada. Camila, en cambio, no era una chica alegre. Lauren había preguntado, discretamente, y nadie en el club sabía nada sobre su vida privada.

Camila carraspeó, recordándole que no había contestado a su pregunta. Eso era algo que siempre había admirado de ella: sabía cuándo permanecer en silencio en lugar de charlar incesantemente.

-No pasa nada, Camila. De hecho, me gustaría ofrecerte un aumento de sueldo... una especie de ascenso -contestó por fin, con una sonrisa destinada a tranquilizarla. O a ella mismo.

La verdad, no estaba convencida de que aquél fuera el mejor plan. Sólo tenía treinta años y le gustaba ser soltera. Entre la mala relación de sus padres y lo que veía todas las noches en el club nunca había pensando en casarse, pero no veía otra manera de conseguir su objetivo.

Lauren quería tomar parte en la dirección del negocio familiar y la única manera de conseguirlo, aparte de asesinando a sus dos hermanos mayores, era ganarse su respeto. Su padre había muerto inesperadamente en el mes de junio y ahora, en noviembre, Chris y Taylor seguían sin ofrecerle una posición de responsabilidad en Jauregui Inc. porque no la tomaban en serio.

Camila arrugó el ceño.

-No la entiendo. Siendo la única contable de Estate no sé cómo va a darme un ascenso... ¿piensa contratar un ayudante? Porque le aseguro, señora Jauregui, que puedo hacer mi trabajo sin ayuda.

-Lauren -la corrigió ella, no por primera vez.

Nunca parecía relajada a su lado. De hecho, siempre parecía un poco incómoda y no sabía por qué. Lauren se llevaba bien con todo el mundo, en particular con las mujeres. Más de un crítico había atribuido el éxito de Estate a su encanto personal. Lauren sabía cómo tratar con la gente, cómo hacer que los clientes se sintieran bienvenidos y quisieran volver.

The ProposalWhere stories live. Discover now