Capítulo 5

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Otro callejón sin salida.

Camila intentó no arrastrar los pies mientras seguía a Lauren hasta el coche. Había tenido esperanzas de seguir los pasos de su madre esa noche, pero Sinuhe nunca había estado en la casa de los Ainsley. Al menos, en aquella casa.

Estaba tan decepcionada que casi no se dio cuenta de que Lauren había tomado su mano. Caliente, firme, eléctrica.

Había sido muy atenta durante toda la noche, apretando su mano, tomándola por la cintura como si fuera algo normal... Camila no había tardado mucho en darse cuenta de que todo estaba ensayado para convencer a los invitados de que eran una pareja. Y, sin embargo, no había contado una sola mentira ni hecho un gesto inapropiado.

Aunque le disgustaba la situación, tenía que enfrentarse con los hechos. Ser un peón en el juego de Lauren tenía sus beneficios. Ella era la única desconocida en la fiesta pero, al ser la acompañante de Lauren Jauregui, había sido recibida en el círculo de su madre por la misma gente que se había negado a hablar con ella unos meses antes. Gente que, casi con toda seguridad, había conocido a Sinuhe Cabello.

Había hecho más progresos esa noche que en varias semanas llamando a puertas y buscando en todos los periódicos de la época. Aún no tenía las respuestas que quería porque era demasiado pronto para preguntar sin arriesgarse a un rechazo, pero mientras estuviera con Lauren podía empezar a hacer contactos.

Mientras Lauren abría la puerta del coche, Camila se dio la vuelta para estudiar la ostentosa mansión.

—¿Me estás diciendo que los Ainsley tiraron una casa preciosa y construyeron una nueva sobre el mismo solar?

—Eso es. Hace cinco años.

—¿Por qué?

Camila se volvió hacia Lauren y se dio cuenta de que ella estaba mucho más cerca que antes. Un solo paso, y estarían una en brazos de la otra. Con la práctica que tenía seguro que besaba de maravilla...

«No, nada de besos, aléjate».

Pero no podía hacerlo. Atrapada entre el coche y su cuerpo, no podía escapar. Camila se obligó a sí misma a apartar la mirada de sus labios y respiró profundamente para llevar aire a sus pulmones.

—En el sur de Florida ya no queda prácticamente ningún terreno por vender y, sin embargo, hay mucho dinero. Así que es normal que la gente tire su casa para construir otra más grande o más moderna. A veces es necesaria una reforma total debido a los huracanes, pero en este caso Helene sólo quería una reforma que aumentase el valor de la propiedad.

Camila la miró, alarmada.

—Tú no habrás hecho lo mismo con la casa de Sunset, ¿verdad?

—No, es la estructura original. ¿Por qué?

«Tranquilízate, Camila».

—No, por nada. Me encanta la historia de estas viejas mansiones. Estamos cerca de tu casa, ¿no? Podrías enseñármela.

Lauren se quedó pensando durante tanto rato que Camila creyó que iba a negarse.

—Sí, claro. Esta semana no hay nadie alojado allí.

Cuando subió al coche estaba tan emocionada que apenas podía permanecer quieta.

Después de atravesar una avenida flanqueada por palmeras, Lauren detuvo el coche frente a una verja de hierro forjado y sacó un mando de la guantera.

Camila tenía un nudo en la garganta mientras el coche subía por el camino de piedra que terminaba en una entrada circular con una bonita fuente en el centro. La casa era de estilo mediterráneo, con un garaje de cuatro coches a la izquierda, ventanas de arco, columnas, un porche que daba la vuelta a toda la casa...

The ProposalWhere stories live. Discover now