Capitulo 21

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—¿Seguro que quieres hacer esto? —preguntó Camila.

—Pues claro que quiero conocer a tu esposa y a tu familia política —contestó Susan, mientras el taxi salía del aeropuerto de Miami—. Si Lauren no puede perdonarte es que no te merece y pienso decírselo a la cara —siempre tan optimista, su madre apretó su mano—. Aunque no creo que sea necesario. Además, nunca me he colado en una fiesta. Será divertido.

La idea de que su seria y correcta madre entrase en algún sitio sin invitación hizo que Camila sonriera.

No sabía cómo había podido olvidar que Susan Cabello siempre se había puesto de su lado. Incluso después de confesarle su apresurado matrimonio, la búsqueda de los diarios, la aparición de Ariana y el escándalo que había removido los cimientos de la alta sociedad de Miami, no había hecho más que apoyarla. La única pregunta que le hizo fue: ¿estás enamorada de ella?

Y cuando Camila contestó que sí, su madre dijo que tenían que volver a Miami y solucionarlo.

—Gracias por venir, mamá. Después de lo mal que me he portado contigo...

—Estabas herida y confusa, hija, lo entiendo. Debería haber insistido en que tu padre te contase la verdad cuando cumpliste dieciocho años en lugar de esperar, pero como Sinuhe había muerto...

—Y mi comportamiento...

—Sí, bueno, admito que tuvimos eso en consideración. No queríamos exacerbar los problemas. Pero tenías derecho a saberlo. En fin, tu padre y tú se parecían tanto...

—¿Papá y yo?

—Desde luego que sí. Tu padre siempre fue un poco rebelde.

—Pero tú lo querías.

Susan sonrió.

—Al principio no. Al principio nos peleábamos mucho. Me casé con él porque estaba embarazada y sola y... me pareció que era lo único que podía hacer. Pero vi su lado más tierno cuando perdí el niño y desde entones le quise mucho. Voy a echarlo de menos, hija.

Tragándose las lágrimas, Camila apretó la mano de su madre. El matrimonio de sus padres no había empezado con amor, pero había terminado así.

¿Podía esperar ella lo mismo?

Lauren no podía concentrarse en la conversación... ni en nada. Miraba a las doscientas personas más influyentes de Miami, todos invitados a la fiesta que había organizado para su madre, pero no era capaz de dar palmaditas en la espalda ni de ganarse la nominación a la presidencia de la Cámara de Comercio. De hecho, le daba igual que los invitados lo pasaran bien o no.

Todo el mundo le había preguntado por Camila. Aparentemente, el artículo del periódico los había impresionado.

—Lauren —la voz de una de las camareras lo devolvió a la realidad—, hay alguien que insiste en hablar contigo.

¿Camila?

—¿Quién? ¿Dónde?

—Ahí, en la puerta.

Pero no era su mujer, sino Ace Martin, el detective al que había contratado. Y, a pesar de todo, se sintió decepcionada. Le había dicho a Camila que no fuese a la fiesta y ni siquiera sabía dónde estaba en aquel momento. Podría estar en California con la tal Ariana Grande, pasándolo en grande.

—Martin, gracias por venir.

—¿Podemos hablar en privado?

—Sí, claro —después de tomar un ascensor privado para ir a su despacho, le hizo un gesto para que se sentara—. Dígame qué ha descubierto.

The ProposalWhere stories live. Discover now