Capítulo 13

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Camila la había defendido.

Lauren no recordaba la última vez que alguien había dado la cara por ella. Ni su padre, ni su madre, ni su hermanos. No esperaba que lo hicieran sus hermanas porque, como la mayor, era su obligación cuidar de Ally y Sofi.

Y, sin embargo, Camila había intentado defenderla sin dudar un momento y sin que ella se lo pidiera. Ese brillo de fuego en sus ojos cuando hablaba con Chris le había parecido tremendamente sexy. Y la hacía desearla más.

¿Sería una amante apasionada?

Mientras pensaba en la mujer que estaba en su cuarto de baño, se sentó en la cama y miró la pared que separaba las dos habitaciones. Camila no era la primera mujer que se duchaba allí ni mucho menos, pero era la única que la había hecho desear entrar en el baño para verla desnuda. O, mejor aún, meterse en la ducha con ella y dejar que sus manos y su boca siguieran la dirección del agua...

«Porque cuando una mujer está usando la ducha es porque ya te has acostado con ella y estás deseando meterla en un taxi y enviarla a su casa».

Las mujeres con las que se acostaba nunca dormían allí. Camila iba a ser la primera.

Unos minutos después se abrió la puerta del baño y Camila salió, envuelta en una nube de vapor. Llevaba el pelo sujeto en un moño con mechones cayendo a los lados.

¿Cómo había podido creerla sosa alguna vez? A pesar de la sencilla camiseta y los pantalones cortos, tenía un aspecto tan deseable que se le hacía la boca agua.

-¿Por qué me has defendido esta noche?

Ella se detuvo, apretando contra el pecho el vestido negro que había llevado a la cena. Era un vestido sencillo, discreto, pero la abertura en la parte de atrás había hecho que Lauren estuviera pendiente cada vez que caminaba. Veía mucha más piel en Estate cada noche, pero como Camila vestía de manera tan conservadora ese trocito de piel era territorio tabú y, por lo tanto, más deseable.

-Algo en el tono condescendiente de tu hermano me ha sacado de quicio. Me recordaba a...

-¿A quién?

-A mi padre. También él era de los que le decían a todo el mundo lo que tenía que hacer.

De modo que había tenido un padre controlador ¿Sería por eso por lo que era tan conservadora y responsable ahora?

-Camila, no necesito que te pelees por mí.

-Ya sé que no.

Lauren se levantó de la cama para apartar un mechón de pelo de su cara. -No necesito que me defiendas, pero te lo agradezco.

-Es lo que una esposa debe hacer, ¿no?

-No tengo ni idea. Todo esto es nuevo para mí.

-Sí, bueno... Lauren, yo creo que te has pasado esta noche. Sé que tenemos que hacer que tu familia nos crea enamoradas, pero...

-Tú me devuelves los besos. En la playa, en la piscina, en la puerta...

-A lo mejor soy tan buena actuando como tú.

-No se pueden fingir los latidos del corazón o la dilatación de las pupilas - sonrió Lauren, bajando la mirada hasta los pezones marcados bajo la camiseta-. Y eso tampoco se puede fingir.

Camila se cruzó de brazos.

-¿Qué quieres decir?

-Que me deseas.

-Yo y otras cien mujeres, por lo visto. Pero parte de ser una adulta es saber que uno no puede tener todo lo que quiere.

-Puedes tenerme -Lauren abrió los brazos-. Puedes tenerme cuando quieras.

The ProposalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora