Capítulo 7

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—¿Nos vamos?

El martes por la tarde, al oír la voz de Lauren, Camila estuvo a punto de saltar de la silla. Cuando se dio la vuelta, la encontró en la puerta de la oficina.

Pantalón blanco, camisa azul marino... Femenina. Magnífica. Siempre había vestido bien, pero raramente la veía con trajes tan coloridos.

—Llegas muy temprano. Espera, deja que imprima este documento... he redactado un apéndice.

—¿Un apéndice de qué?

—De nuestro acuerdo.

Lauren miró la pantalla del ordenador y luego a ella antes de cerrar la puerta de la oficina.

—Nuestra vida sexual no va a aparecer en un documento legal.

—Quiero que los términos de este matrimonio queden bien claros.

—No pienso poner por escrito nada que los periódicos puedan usar contra mí. El acuerdo de confidencialidad ya es suficientemente arriesgado. Borra ese archivo, Camila —le ordenó.

Y el tono hizo que ella respondiera como solía hacerlo. No le gustaba que le diesen órdenes. Su padre solía hablarle como si fuera un recluta y ella... en fin, se rebelaba.

Pero eso era antes.

—Lauren...

—Hazlo, Camila.

Sujetándose a los brazos de la silla, ella contó hasta diez.

—Tú estás protegiendo tus intereses. ¿Por qué no voy a proteger yo los míos?

—Te doy mi palabra de que acepto tus términos... hasta que cambies de opinión.

La última frase, pronunciada con una sonrisa llena de confianza, casi la hizo sonreír. Estaba convencida de que cambiaría de opinión sobre el sexo. No tenía ni idea de que Camila controlaba sus hormonas con mano de hierro desde que anuló su matrimonio ni de lo bien que se le daba ignorar al sexo en general. Pero ya lo descubriría.

De modo que borró el archivo y metió el documento en la trituradora de papel.

—Ya está.

—Vamos.

—Espera. Tienes que aprobar el anuncio para buscar un ayudante...

—No hace falta poner un anuncio. Tu predecesora está deseando volver a trabajar. Por lo visto, está cansada de cambiar pañales todo el día.

En silencio, Camila tomó el bolso y la carpeta con los documentos y salió con Lauren del club.

—¿Tu abogado ha aprobado el acuerdo?

—No conozco a ninguno en Miami y no he tenido tiempo de buscarlo.

Lauren la tomó del brazo y ella tuvo que tragar saliva.

—No voy a engañarte, Camila. El acuerdo es justo para las dos.

—Lo sé, lo he leído —dijo ella.

Lo había leído cinco veces. Páginas y páginas de términos legales con los que le prometía veinticuatro meses de su vida a una extraña. Un año para que Lauren fuese elegida Presidenta de la Cámara de Comercio de Miami y un año para que siguiera en el cargo mientras demostraba su valía.

¿Sería capaz de permanecer tan distante cuando compartiese su casa y su vida con aquella mujer? ¿Sería capaz de decirle adiós después, como si no hubiera pasado nada? Lo que sentía cada vez que la tocaba dejaba bien claro que el tiempo no pasaría sin dejar su marca.

The ProposalWhere stories live. Discover now