Capítulo 18

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Camila notó un delicioso olor a café y se dio la vuelta, sorprendida. Su esposa estaba en la puerta del despacho con un vaso de plástico con el logo de su cafetería favorita en la mano y un brillo travieso en los ojos. Ese brillo que siempre aceleraba su pulso.

—Gracias.

—De nada. Pero pareces cansada, creo que te iría bien una siesta. ¿Quieres ir a casa un par de horitas?

Camila estaba cansada, pero más feliz que nunca desde que hicieron el amor por primera vez tres días antes; desde que Lauren había abandonado el sofá. Hacer el amor con ella y luego dormirse entre sus brazos era mucho mejor que cualquiera de sus fantasías.

Oh, sí, sabía que había muchas posibilidades de que aquello acabara en desastre, pero se enfrentaría al adiós cuando llegase el momento y no antes. Mientras tanto, intentaría demostrarle por qué deberían renegociar el acuerdo de dos años.

No quería ni pensar en el momento de la despedida. Le gustaba su trabajo y vivir en South Beach, pero no podría seguir oyendo rumores sobre la última conquista de Lauren y viendo las fotografías de esas mujeres en las revistas... como ahora publicaban las suyas.

Camila respiraba profundamente cada mañana antes de abrir los periódicos. Había visto su fotografía en las páginas de sociedad varias veces desde que Dinah envió el comunicado de prensa.

—Bueno, vámonos. Estaremos fuera un par de horas, pero volveremos antes de las siete.

Su tono dictatorial no dejaba lugar a discusiones. Curioso, pero a Camila no le molestó en absoluto... aunque tenía una montaña de trabajo esperando sobre la mesa.

—Muy bien.

—Vámonos a casa, amor. Ah, por cierto, en la cafetería me han dicho que una tal Grande ha estado preguntando por ti. ¿Quién puede ser?

El corazón de Camila dio un vuelco, pero decidió olvidar la momentánea alarma.

—Seguramente será alguna reportera. ¿Quién si no podía ir preguntando por ella?

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—Te has convertido en una criatura de costumbres, cariño.

La voz de su pasado hizo que Camila se detuviera cuando iba a salir de la cafetería. Y al darse la vuelta vio a una mujer apartando el periódico con el que había ocultado su cara.

Ariana Grande.

Su ex seguía pareciendo una muñeca, desde el pelo largo y liso que le caía por los hombros hasta su maquillaje y vestido tan superficiales. ¿Cómo podía haberse fijado en ella alguna vez?

«Porque todo en ella, desde la sonrisa cínica hasta el habladito chillante, volvían loco a tu padre».

—¿Qué haces aquí, Ariana?

—He venido a verte. ¿Cómo está el sargento?

—Muerto —contestó ella—. ¿Qué haces aquí?

—He venido a hablar contigo.

—No tenemos nada que hablar, Ariana. Lo nuestro se terminó el día que me pediste que fuera tu cómplice traficando con drogas —contestó Camila en voz baja.

Y después salió de la cafetería sin mirar atrás. Pero enseguida oyó los pasos de Ariana tras ella.

—¿No quieres hablar con una vieja amiga?

Camila tiró el café a una papelera. Ya no podría tragarlo.

—¿Qué quieres?

—Me han dicho que te has casado con una millonaria. Y esa ropa tan cara te sienta bien. Un poco aburrida, pero... una pena que ese matrimonio no sea legítimo.

The ProposalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora