El Relato de Marko, Folio II

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Marcos Julio, continuó la traducción:

"Luego de la primera guerra mundial. Cómo debes saber. Austria y Hungría, se separaron. El imperio se desmoronó y surgieron varios países. Yo, obvio, opté por quedarme en Hungría. No tenía profesión alguna, así que decidí permanecer en el ejército. Allí descubrí ser buen jinete, me entusiasmé con la caballería y entré en la escuela de oficiales."

"No lo voy a negar me obsesioné con el tema de los vampiros. Alternaba mis ocupaciones militares con largas horas en bibliotecas. Pero no había mucho que encontrar. Más de lo mismo, mitos y leyendas. Eso me frustró mucho. Pregunté a escritores, expertos, aprendices y gente común. Solo me decían lo que ya todos creían saber. En un abrir y cerrar de ojos se fue el tiempo y hasta yo me aburrí del tema y dejé de indagar. En 1922 conocí a tu abuela, fue amor a primera vista, nos casamos y olvidé el asunto vampírico, si existían o no ya me daba igual. En el ejército me convertí en instructor, con el grado de sargento. No avancé más en la escuela de oficiales, sin embargo, todo iba bien, tuvimos nuestro primer hijo en 1923. Tu tío, Marko II, a quien no conociste y por el cual te nombraron, yo diría que, por mí, pero tu padre nunca me dio crédito en eso. En fin... No pasaron cosas relevantes, derivadas al tema que nos atañe en los años subsiguientes. En 1933 nació tu padre, Timeo, nombre que él luego cambió a Timoteo, así como cambió el tuyo de Marko III a Marcos Julio. En ese año fue que pasó algo significativo. Estaba en una taberna. Ya algo bebido y alguien, no recuerdo quien. Nombró algo sobre los vampiros y nos empeñamos en una ruidosa discusión acerca de lo que cada quien sabía del tema. Se burlaron de mí cuando conté la historia de Katja y Augustus. Ya me encontraba a punto de pelear con los borrachines, cuando un oficial alemán intervino. ¿Qué diablos hacía ese Nazi allí? Me llevó a un rincón y de allí a un cubículo privado."

-¿Qué sabe usted de los vampiros? -me preguntó en un húngaro tosco y de fuerte acento.

-¿Quién pregunta? -le dije de forma altanera.

-Mi nombre y mi rango no importa por los momentos. Lo que importa es que escuché la discusión. Me interesa oír su historia, aunque me gustaría que estuviese usted sobrio.

-Cuando usted quiera. Sargento, Marko Jarkovic, instructor de caballería, 14ava. Brigada de húsares. Me puede encontrar en el cuartel de Budapest.

-Lo buscare entonces.

-¿Por qué no hablar ahorita mismo? No estoy borracho.

-¡Oh! ¡No, no, no! Si lo está. Yo bebí unas copas para relajarme, sentirme bien. Usted, mi amigo, se bebió hasta la cubeta. Usted no bebé para divertirse. Bebe para olvidar. Eso fue lo que me motivó a acercarme.

"Lo miré fijo a los ojos. O al menos eso intenté. Por más petulante que se mostrara era cierto, tenía razón, estaba yo borracho y me tambaleaba un poco; bueno, mucho en realidad. Apenas si podía pensar. Y con esa visión borrosa que iba yo a estar mirándolo fijo. Es más, todavía no tengo idea de cómo recuerdo ese encuentro. Seguro estoy rellenando espacios y colocando más o menos lo que creo que ocurrió, la conversación, etc."

"Al pasar unos días se presentó en el cuartel. Solicitando mí presencia. Al principio no lo identifiqué, ni recordaba haberlo conocido, pero luego de hablar un rato recordé parte del asunto."

-Usted dice que me cree - inquirí.

-No se trata de creer o no. Es más sencillo que eso. La creencia no es requerida.

-¿Entonces de qué se trata?

-Que mi convicción es irrelevante. Me importa es la suya. ¿Está usted convencido de lo que aseguró en el bar aquella noche?

Raza Oculta I El Secreto del AguaWhere stories live. Discover now