⩩ 2. 𝘾𝙤𝙣𝙩𝙖𝙢𝙞𝙣𝙖𝙙𝙤

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"Te doy todo lo que un chico puede darte y nunca será suficiente; contaminando nuestro amor"

Me he levantado con un punzante dolor de cabeza en el suave pero incómodo colchón del sofá. Es sábado. Me sostengo la cabeza y cierro los ojos, intentando recordar qué pasó anoche. No logro encajar las piezas por lo que al final, me doy por vencida. Abro los ojos y frente a mí, tirado en el suelo está un hombre alto de piel morena. He soltado un grito espantoso, que a sacudido probablemente todo el apartamento. Él se ha despertado aturdido y ha levantado con un rostro que más que impactado, era preocupado. Ha mirado a su alrededor y se ha relajado; yo por mi parte me he levantado del sofá. Me he alejado de él de inmediato yendo a la cocina a por un cuchillo.

—¿¡Quién eres!? ¿¡Qué haces aquí!?— pregunto de forma abatida, amenazándole con el cuchillo

— Relájate, Tarántula, estabas muy borracha anoche.— Ha dicho alzando sus manos y acercándose a mí. Mis manos empiezan a temblar de forma descontrolada.

—No jodas con mi paciencia. Dime quién eres o te voy a clavar el cuchillo en la yugular.— He respondido con una voz temblorosa, se está acercando más y no puedo retroceder. He apretado con ambas manos el manguillo del cuchillo, el miedo me invade de sobremanera.

Carajo, necesito una casa a prueba de raritos.

Pero para mi sorpresa, el tipo solo toma mis muñecas y presiona el filo del cuchillo contra su cuello, deslizándolo desde ahí hasta su pecho. Luego de eso, ha soltado mi mano y nuestros ojos se han cruzado. Tal vez esta es la sensación que siempre doy a mis compañeros de trabajo: total miedo, desespero. Es un paralizante veneno que recorre mi cuerpo y hace que no pueda reaccionar. A él parece gustarle, parece disfrutar del hecho de que no puedo reaccionar de forma coherente. No vale de nada intimidarle, no me ve como una amenaza. He soltado el cuchillo y lo he empujado suavemente con las manos.

—... ¿Me puedes decir qué pasó anoche?¿Quién eres?— Le he preguntado, cerrando los ojos por unos segundos y sosteniéndome la cabeza, que no paraba de tener fuertes pulsaciones por la resaca.

— ¿Ahora me quieres escuchar?— Dijo recostándose de la encimera de la cocina; sus manos en el borde de estas y me seguía con la mirada en mis intentos torpes de caminar de forma regular.

— Cállate, solo quiero saber como llegaste a aquí.— Busco entre los gabinetes altos un frasco de café instantáneo. —En el refrigerador hay leche. ¿Puedes dármela?— He preguntado en voz baja

Sure can do, lady.— Ha respondido, yendo directamente al refrigerador, agachándose por su alta estatura para poder ver bien donde estaba lo que buscaba. — Anoche di un concierto en el bar Shandrei, ahí estabas tomando algo y un tipo te hizo conversación. A juzgar por como te lo tratabas de quitar de encima no eran amigos.— Me ha contado mientras dejaba el galón de leche cerca de mí. He abierto un gabinete y he sacado una taza de café. No, dos. Por cortesía debería hacerle café también.

— ¿Y entonces? — He alzado la ceja mientras vertía la leche en ambas tazas y las metía dentro de él microhondas, calentando la leche por un par de minutos.

—Pues hice lo más sensato. Le di un botellazo al tipo.— Mis ojos se clavaron en el, con una mirada en blanco, totalmente aturdida. — Tranquila, estará bien. Si se muere será un viejo verde menos en el mundo.

—Ya... ¿y en qué parte de este relato terminas en mi casa?

—Ah, eso es fácil. Estabas muy borracha así que te iba a traer a aquí. Ya era muy tarde cuando te diste cuenta que estaba detrás tuya y como los delincuentes de pacotilla de por aquí te meten un navajazo si los miras mal, me dijiste que me quedara.— Ha sonreído de forma burlesca, sonrisa que ha hecho que mi cuerpo tenga un escalofrío en la espina dorsal. — De nada, Tarántula.

⩩🕷️| 𝙏𝙖𝙧𝙖𝙣𝙩𝙪𝙡𝙖 {𝐇𝐎𝐁𝐈𝐄 𝐁𝐑𝐎𝐖𝐍}Where stories live. Discover now