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TOM POV

Como cualquier día de fin de mes permanecía en mi habitación mirando el techo y el trozo de papel que había marcado un antes y un después de mi fin, del fin de lo que alguna vez fue denominado "nuestro". La semana se había vuelto agotadora tras los hechos que se estaban aconteciendo, no podía creer que él estaba muerto y sin pensarlo, las lágrimas salieron de mi rostro, no pude identificar si eran por pena o por rabia. Yo solamente me encontraba llorando mientras no quitaba la vista del papel, el cual había pegado ahí para que nadie lo viera más que yo, aunque sabía que los chicos sabían que eso estaba ahí desde que fue sabido por mí.

Aún habían pasado tres años de eso, desde que Bill se fue y cada invierno, que sumaban otro año de su injustificada ida, yo me sentía vacío y más si se trataba de aquel viento, el cual Bill tanto detestaba porque generaba daños en su cabello. Lloré más fuerte y quizás, quizás estaba muy drogado como para dejar de llorar. Así que solamente me digné a dormir.

“–Tom, aunque seas igual a mí, te veo tan diferente y me gusta. Me gustas. – Bill había bajado su mirada avergonzado, lo que hizo que sonriera feliz.

Sin embargo, aunque él haya confesado eso, había aparecido aquel viento horrible que perturbaba a Bill, llevándoselo lejos junto a una tormenta. Y yo corrí, corrí detrás intentando alcanzarlo.

– Bill, no te alejes. Bill, no me dejes. Por favor... – Corrí lo más que pude, no quería perderlo. No quería volver a perderlo. Quería quedarme acá.”

Desperté de golpe, era de día, las luces se asomaban a través de mi ventana y la inútil cortina no las cubria por completo, haciéndome gruñir y sentarme en la cama. Estaba harto de soñar siempre lo mismo, despertaban siempre de mal humor y no podía controlar eso.

Tampoco quería que me diera otro brote psicótico por culpa de él, Georg y Gustav ya habían pasado por eso. Debía dejar la marihuana pero es lo que me calmaban las ganas de matarme para poder ir en busca del bastardo de Bill. Sin duda, ya había pasado el proceso de terapeutas, fue tedioso porque lograron convencerme que él de verdad no estaba, aunque lo hubiera visto un millón de veces; ellos decían que era parte de mi imaginación. ¿Cómo iba a ser parte de mi imaginación si lo había visto de mi edad? Bueno, su justificación era que como éramos gemelos y él ya tenía un estilo, lo imaginé igual a mí con su estilo. Me parecía nefasto.

Gruñí con solamente pensar en eso mientras me levantaba e iba a ducharme para ponerme lo primero que había encontrado y poder salir de mi habitación en busca de comida, aunque siempre era lo mismo, unas tostadas o un cigarro.

Salí de la casa tras la poca comida que había y me subí a mi vehículo en busca de algún desayuno que calmara el hambre voraz que sentía, qué mejor que ir al restaurante donde estaban las alemanas más preciosas de mi zona. Sin embargo, mi celular empezó a sonar, una y otra vez, hasta que me digné a contestar.

– Tom, supe lo que hiciste. Me juraste que jamás harías daño a menos que me hicieran daño. – Y colgaron de forma inmediata, dejándome en shock.

Estacioné el vehículo tan rápido como pude y volví a llamar.

– Hijo de puta, ¿Quién mierda eres? Te juro que cuando te en-

– ¡Qué insolente son los jóvenes de ahora!– era la voz de una anciana y al pedir perdón, colgué yo.

Golpeé mi puño contra el volante y solté un insulto, saliendo de aquel vehículo oara dirigirme al restaurante, sin ver si estaba bien o no estacionado, me daba igual.

Al momento que entré al restaurante, mi mesera favorita fue hacia mí a darme un beso en la mejilla y a darme su mejor puesto, el cual se hallaba cerca de la ventana y con unos asientos acolchados, a lo que yo con agradecimiento, plasmé mi palma en su trasero y le guiñé un ojo. Después de desayunar, obviamente iría a follarmela como de costumbre.

NARRADOR

Por otro lado, Gustav se hallaba buscando por toda la zona en su moto algún indicio de Devilish, porque Georg lo tenía vuelto loco con eso y quería enseñarle que no era de acá, o que eso no existía. En medio de aquel viaje, se topó una estrella que le hizo recordar a la estrella que tenía en la mano del sujeto asesinado, lo cual hizo que estacionara la moto y se dirigiera hacia allá, sin sentir tanta confianza porque como había mencionado Tom, ninguna banda debería existir además de él, de lo contrario, debería temer por su vida.

Gustav tocó el timbre y de forma inmediata un sujeto desnudo, con rastas y piercings en todo su rostro pecoso, le atendió sin una pizca de pudor.

– ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres? Si eres el hijo de la anciana sinvergüenza y vienes a pedirnos nuevamente que bajemos la música, entonces tendré que pedirte que te metas a tu pudul por el culo. – Alzó una de sus cejas.

– Soy Simón, vengo en busca de Trümper. No sé si se encuentra disponible. – Gustav dijo, intentando mirar hacia dentro de la casa, la cual se veía en un perfecto estado y bastante bien conservada.

Aquel chico lo miró sorprendido y cerró la puerta de forma inmediata, demorándose unos segundos en volver abrirla, generando que Gustav empezara a tener curiosidad.

– Simón, busca a Trümper en el cementerio. A menos que el diablo se lo haya follado primero. – Dijo riendo a carcajadas, recibiendo un pedazo de pan en la cabeza. – ¡Hey, mierda! ¿Qué te sucede?.–

En eso, salió otr chico más fornido y de igual forma tenía rastas en su cabello, sin embargo, él tenía barba y se encontraba con shorts.

– Lamento la estupidez de mi hermano mellizo y de su desnudez patética. Pero no podemos decir nada de Trümper, supimos que muchos lo andan buscando y ya sabes como son acá, a los maricones se les mata. – Susurró lo último cerca de Gustav.

– No pienso matarlo, de hecho, vengo a follarme a Trümper porque él me dijo que viniera para acá. – Soltó sin saber en dónde meterse. Si Georg supiera lo que estaba haciendo, debería regalarle algo carísimo.

– ¿Qué? A Trümper no le gustan los pendejos como tú. A él le gustan como mi hermano y como yo, a él le gustan con rastas. – Ambos mellizos empezaron a reír a carcajadas.

– Es que, justo iba a decirle que me haría para él. También, había encontrado una foto en la calle. – Gustav les mostró la foto que le había robado a Georg, la foto de la billetera.

Ambos mellizos abrieron los ojos y uno de ellos se puso a llorar, mientras el otro intentaba darle cobijo.

– Bi- Fue interrumpido por el de pecas y siguió él diciendo. – Trümper amaba a ese sujeto. Sabíamos que lo matarían, le habíamos dicho que no se tatuara eso... – Ahí Gustav lo supo todo y sonrió.

durch den monsun ( bill y tom k )Where stories live. Discover now