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BILL

A decir verdad, la cena estaba deliciosa aunque no me había podido comer todo del plato, era muchísimo y claro, Natalie me habia dicho en susurro que Heidi lo sirvió de esa forma, porque para ella, estaba demasiado delgado y eso en parte, no ayudó a mi incomodidad, al contrario. Menos ayudó las actitudes de Heidi o de la misma chica que me estaba acompañando, Heidi estaba todo el rato intentando darle la comida a Tom, como si fuese un bebé y también había intentado meterlo muchísimas veces a la conversación, nombrándolo de muchas formas posibles, se veía incómodo, al igual que yo. Y Natalie tampoco se quedaba atrás, sentía como su mano se movía debajo de la mesa, tocando mi muslo y subiendo a mi entrepierna, yo solamente solté un suspiro y tomé de lo que quedaba de la copa que vino. Ya era la cuarta copa que vaciaba por completo.

– Bill, ¿Te gustó la cena? – Escuché la voz de Heidi nuevamente, ahora ella estaba dirigiéndose a mi con la mirada y yo, opté por mover arriba y abajo con mi cabeza, mientras quitaba la mano de Natalie con cautela. 

– Me ha gustado bastante, y eso que no soy tan fanático de los vegetales. – Respondí a los segundos después, algo avergonzado. Ahora sentía la mirada de los tres juntos plasmadas en mí.

– Tom cocina de maravilla. Él fue quién preparó todo mientras yo estaba en el trabajo. – La mano de Heidi fue a la mejilla de Tom para acariciarla y Tom optó por brindarle una sonrisa, una incómoda sonrisa.

¿Éramos los únicos que se sentían incómodos? Y claro, las chicas se sonreían entre sí, nos abrazaban y besaban nuestras mejillas de vez en cuando, mientras cruzaban palabras aleatorias sobre algunos tema que, en parte, me llamaban la atención pero no partícipe de aquella charla debido a lo excluido que me sentía.

– Muchísimas gracias por preparar esta deliciosa cena, Tom. Ha estado de maravilla, eres un gran chef y eso Heidi te lo debe agradecer. – Y ahí iba Natalie, en donde hizo sonreír una vez más a Heidi mientras soltaba una pequeña risa y cubría su boca. Pero Tom, la había mirado con una ceja alzada y con algo de recelo chasqueó su lengua, o creo que fue parte de mi imaginación.

– De nada, Natalie. Espero que te haya gustado, a ti y a Bill... Preparé esta cena para los dos. – Su mirada ahora pasó a estar posada en mí y yo quise huir, me sentía vulnerable ante sus ojos. Era algo tan ilógico. – Y bueno, no queremos interrumpir su charla de chicas pero con Bill debemos conversar ciertas cosas para poder conocernos más afondo. –

– Eso me parece estupendo, vayan a dar una vuelta porque yo con Natalie hablemos de los hermosos chicos que andan por la zona. – Heidi nuevamente lo miró de forma provocadora, sonriendo y yo me levanté de la mesa, no sin antes aceptar el beso de Natalie, el cual iba a mi mejilla.

Me había ido a la puerta casi en silencio, ni siquiera sabía qué decir o cómo actuar, solamente estaba ahí esperando al mayor, el cual había llegado con nuestras dos copas hasta el tope de vino y yo reí al ver las copas llenas, aceptándola y así poder salir de la casa de la chica rubia, yéndome con Tom a mi departamento.

– ¿Quieres pasar primero a mi departamento? – pregunté por cortesía, mientras nos subíamos al ascensor.

– No, luego si estás muy ebrio pasamos allá. Tus mejillas están jodidamente rojas y necesito tomar aire. – Él se había dado cuenta. Suspiré, sintiendo nuevamente una tensión entre ambos. Ninguno emitía palabras y esperamos a que la puerta se abriera para poder caminar por la azotea, la cual estaba adornada con distintos tipos de flores, pequeños asientos y una alberca en el fondo, hasta tenía un bar. Nunca había venido para acá, es precioso.

durch den monsun ( bill y tom k )Where stories live. Discover now