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NARRADOR

La luz del sol fue lo que generó el despertar de uno de los gemelos, de Bill. Quien abrió un ojo con cuidado mientras intentaba moverse, cosa que le fue complicado, el dolor punzante en su vanguardia le saludó como nunca y emitió un sonoro quejido, lo cual silenció con su mano inmediata al ver a Tom removerse en su lugar, aquel había posado su antebrazo en sus ojos. A él también le había molestado la luz solar, Bill se apegó más a él, repartiendo castos ósculos por su mandíbula y cuello, dejando un leve chupón en la zona, el contrario ni siquiera se inmutaba. Bill se dió cuenta que Tom seguía siendo el mismo, aquel que no se despertaba con nada y en eso, él tuvo una idea.

– ¿Hola? Dios, Natalie... De inmediato voy para allá, claro que te daré miles de besos y ya sabes, lo que más te gusta, linda. – Bill hablaba solo, mientras sujetaba el aparato de la misma chica entre sus manos, este se encontraba apagado, pero Tom estaba demasiado celoso como para darse cuenta.

– Qué lindo que después de estar abriéndome las piernas, vayas y se las abras a Natalie. ¿No que muy virgen? – El menor de la habitación se había sobresaltado ante la voz grave y determinante de Tom.

Bill sonrió de forma inmediata, lo había logrado. El chico empezó a jugar con su cabello, dándolo vuelta en su dedo índice mientras se hacía el tonto, mirando a otros lados de la habitación. Quería jugar un poco con la paciencia del chico.

– Es que, sabes... Me dió curiosidad meterle... Tú sabes... A alguien, y qué mejor a alguien a la cual conozco a la perfección. – La mirada del chico, fue a otro lado de la habitación, le daba vergüenza nombrarlo. Se sintió patético, como un niño de ocho años. ¿Cómo iba a costar tanto decir pene? Se preguntaba él mismo, mordiéndose el labio inferior.

– No conoces a Natalie, es una completa perra. ¿O se te olvidó que te había dicho que aquella, la dulce Natalie, se metió en mi cama? Le metí... El "tú ya sabes". – Tom se acercó a su rostro, haciendo entre comillas con sus dedos y después, agarró el mentón de Bill para que le mirara. Tom no podía creer lo que Bill le estaba diciendo, ¿Acaso quería joderle?

– ¡No hables así, animal! – Había fruncido el ceño cuando sintió la mano del mayor sujetarle, pellizcándole un pezón para que el mismo le soltara, lográndolo de forma inmediata. – No me voy a acostar con ella, ni siquiera puedo moverme... Y yo quiero quedarme acostadito con mi hermoso Tom

Bill se apegó a Tom, colocándole una de sus piernas encima, abrazándolo como Koala. Bill estaba feliz y Tom estaba demasiado nervioso a la poca costumbre del cariño, se sentía incluso extraño, sentía demasiada comodidad para algo tan afectivo, incluso creyó que era un bicho raro o simplemente era por la carencia socioafectiva de su adolescencia. Pues, Jörg primero se consideraba muerto antes de darle un abrazo a Tom, eso era de maricas y su hijo nunca sería eso, no tenía por qué arriesgarse dándole afecto. Él no lo necesitaba.

– Tom, estás demasiado tenso... ¿Te incomoda que te abrace? – Bill levantó su mirada y al ver a Tom sonreírle como un niño, le miró extrañado porque, a pesar de que aquel le sonreía, sus ojos estaban cristalizados. – ¿Por qué vas a llorar? ¿Estás bien?

Le abrazó lo que más pudo y sintió a Tom romper en llanto, él se había escondido en Bill. No quería que le viera llorar, pero era ya inevitable que le sintiera, las palabras de Jörg resonaban en su cabeza a montones. Sin embargo, Bill no podía comprender como es que de la nada Tom se había puesto así, ¿Le había abrazo muy fuerte? No, no. Tom es fuerte, el chico más fuerte que pude haber conocido.

– Sé que no tengo que llorar enfrente de ti, pero me siento de una forma que no puedo explicarlo, me siento bien. Creo que me gustó que me hayas abrazado, sigue haciéndolo... Me siento igual a cuando éramos jóvenes. – Se separó un poco, para poder tener a Bill cerca, el cual sonrió y dió un casto beso en sus labios.

durch den monsun ( bill y tom k )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora