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TOM

Seguía sujeto a la mano de Bill, la cual seguía helada como nunca pero no quería soltarlo aunque quisiese abrigarlo, no quería dejarle. Mis ojos divagaron por todo lo que me ofrecía el departamento del menor, quedando sorprendido por lo bien decorado que estaba y claro que lo había comparado con la casa en la cual he vivido por dos años con los chicos, lo que me llegó a concluir de que aquel hogar debería ser modificado por Bill, él es la persona indicada para hacerse cargo de los detalles, y cómo no, si todo estaba ordenado a la perfección.

– Tu departamento es un reflejo de ti, Bill... Está todo a la perfección. – Bill me miró de reojo, mientras reía y seguía caminando, a lo que yo cerré la puerta al momento de que mis pies ya tocaban el blanco mármol que adornaba el piso. – No puedo creer que vivas con Natalie.  – Y dije en suspiro, algo desconcertado.

– Me gusta mantener todo ordenado, y con respecto a Natalie... No quiero que viva en hoteles, no le veo el sentido si casi nunca pasó acá... – Eso no es lo que yo he visto, Bill.

Bill me había llevado lo que pasa a ser su habitación y por supuesto, habían miles de pósters de sus bandas favoritas, también fotos de él mismo con Simone y tenía pequeños recuadros de nosotros cuando éramos unos niños, yo sonreí de inmediato tras verlo desde lejos. No iba a revisar sus cosas porque sabía que eso le enojaría, aunque me había percatado de algunos cajones con cerraduras y también un escritorio lleno de libros que tenían un grosor espeluznante, algo que a su vez, también me había sorprendido y había llamado mi atención. ¿Desde cuándo Bill lee tanto?

– Te voy a dejar ropa acá encima para que te la cambies y quiero que tu ropa mojada la dejes en esa canasta desocupada. – Mi mirada se dirigió a él y luego a la canasta la cual estuvo apuntando con su índice. Yo asentí como si de un niño esperando desnudo cubierto con algo a su mamá, la cual veía la ropa que se pondría se tratara. – Y no te sientes en la cama, siéntate en donde quieras pero no en mi cama o la mojarás. – Y detuve mi actuar, porque justo iba a hacer lo contrario y opté por sentarme en la silla de su escritorio.

– ¿Por qué tienes éstos libros? – Finalmente pregunté agarrando uno, el cual tenía un nombre extraño. Él me lo arrebató de las manos y lo dejó donde estaba, señalando la cama.

– Son libros de la universidad... Y ahí te dejé la ropa para que te la pongas. – Aquel sentimiento de volver a ser un infante regresó en ese momento, no sabría explicar bien el por qué, pero por segunda vez, le hago caso a Bill. Era demasiado raro lo que me hacía sentir.

Me levanté de la silla y miré las prendas, alzando una de mis cejas para empezar a quitarme todo lo que traía puesto, dándole la espalda al contrario, y al quedar completamente desnudo, terminé secándome con la toalla que tenía anteriormente en en la espalda y había puesto en el suelo. Bill había dejado una polera apretada y pequeña, junto a un suéter ajustado, y cuando vi los pantalones, los agarré y me di la vuelta en dirección al chico, mirándolo incrédulo.

– ¿Es en serio, Bill? ¿Jeans ajustados? Es una mierda, te tiene las bolas apretadas... Por eso no hablas una mierda. – Bill estaba cubriéndose los ojos pero pude ver que estaba rojo y sus manos temblaban. Es adorable. – ¿Por qué estás así, hermanito? ¿Te pone nervioso ver a tu hermano desnudo? Qué pervertido. – Dije burlesco mientras intentaba acercarme.

– ¿Qué estupidez andas diciendo? – Me levantó el dedo de en medio, quitándose la mano de los ojos y mirándome fijamente al rostro, posando su mano en mi pecho para detener mi acercamiento. – Y ponte los pantalones, no es para tanto si lo que tienes ahí ni siquiera será rozado por ellos.

– Míralos bien y retráctate. – Hablé murmurando mientras me los colocaba con dificultad. Esta mierda me asfixiaba como nunca. – Siento que terminaré hablando como tu madre de lo apretado que tengo los huevos en este momento, Bill.

durch den monsun ( bill y tom k )Where stories live. Discover now