19

129 16 4
                                    

TOM

Las acciones inesperadas de Bill me habían dejado atónito, ni siquiera recordaba quiénes eran ellos y tampoco encontraba una lógica justificación para que me matasen, acá son todos unos bestias. Solamente uno de los nombrados se me resultaba familiar y era aquel Adal. Sin embargo al recordar quién era y que aquel rostro se haya aparecido en mi mente, retrocedí negando con la cabeza mientras reía. Ahora yo estaba más preparado que nunca y si él decía matarme, yo iba a ser el que dé el primer paso. ¿Qué mierda se creía con esas pecas tan deformes?

– ¿Por qué te ríes como retrasado? ¡Estoy diciendo la verdad!... Los has hecho enojar muchísimo, Tom. – La mirada de Bill seguía siendo de preocupación extrema y ahora se hallaba buscando algo en sus pantalones con torpeza.

– ¡Es que lo que dices me parece una estupidez! Nadie puede matarme, soy inmortal. – Eso no lo sabía por completo, pero podía comprobarlo por el momento.

Y de pronto, vi un celular en sus manos. No era el de él, mucho menos el mío, era demasiado rosado y tenía brillos por doquier. Era el de la jodida Natalie. Suspiré al saber a quién le pertenecía y me crucé de brazos a punto de recriminarle, pero él se adelantó.

– A Natalie se le quedó y el mío está en casa de tu novia, no te pongas mal genio... Yo, yo debo llamar a Adal o se pondrá como un perro. – Mi lengua palmeaba ni mejilla queriendo atravesarla.

Quería pasar esta noche tranquilo con Bill, pero siempre Natalie o esos imbéciles que le miran el culo a Bill cada vez que este da media vuelta, me lo interrumpían o lo arruinaban.

– Bill, si vas a llamarlos, hazlo... Lo único que te voy a pedir, es que pongas en alta voz. – Y cómo no, Bill ya les estaba marcando, poniendo el alta voz mientras me obsequiaba una sonrisa nerviosa.

– ¿Hola? – Se escuchó del teléfono, yo agarré del suelo un cúmulo de nieve y la hice bola, lanzándosela en la pierna a Bill, quien me hizo una seña con que me mantuviera en silencio. Hubiese sido mejor lanzársela a la cara, a ver si así me dedicaba únicamente su atención a mí.

¡Adal! Perdón por no llamarte... He estado hablando con Tom y no sabes lo que ha hecho... – Mi rostro se desfiguró al escucharlo, colocando dos dedos en mi sien sin entender lo que estaba diciendo y le levante el puño, a lo que él solamente empezó a reír, como si de una puta broma se tratara.

– ¿Qué mierda te ha hecho? ¡Tuviste que haberme mandado un puto pato, Bill! – Ahora necesitaba más explicaciones, Bill me miraba nervioso porque había notado que me había empezado a molestar.

Quise arrebatarle el teléfono pero él no me dejaba, así que le empujé hacia uno de los sofás desestabilizando sus movimientos para así obtenerlo finalmente, agarrándolo con fuerza mientras quitaba el altavoz y lo acercaba a mi oreja, mientras volvía a suspirar y mirar a Bill, quien estaba sujetando mi pierna.

– No me mires así, Tom... Fue una pequeña broma, lo juro. – él susurraba, mirándome como si fuese el gato de Shrek y yo rodeé los ojos volviéndolo a mirar.

– Adal, hola. Bill está acá conmigo y está de maravilla. Así que tranquilo, vas a poder seguir mirándole el culo sin la necesidad de ir al cementerio, aunque si yo me percato de eso, te voy a romper la cara. – Le corté de inmediato, no quería escucharle. Yo quería escuchar a Bill. – ¿Qué es esa mierda de pato?

– Bueno... Era una especie de señal por si pasaba algo malo... Por si nos pasaba algo malo. – Lancé el celular de Natalie a la nieve al escucharlo y me di vuelta para poder inhalar y exhalar buscando paciencia.

durch den monsun ( bill y tom k )Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt