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BILL

Los labios de Tom se esparcieron por toda mi espina dorsal y sus manos acariciaban mi cadera, sintiendo de vez en cuando sus falanges hundirse en mi piel, yendo a mis glúteos los cuales apretó sin pudor alguno haciéndome gemir de placer. Sus caricias me relajaron por completo, pero eso también generaba que la erección que traía, no disminuyera y necesitaba hacer algo urgente. Me removí en el escritorio a penas sentí las yemas de Tom en uno de mis pezones y quise ocultar mi rostro sonrojado, no quería que me viera de esa forma, pero un golpe en mi glúteo me sorprendió evitando que ocultara mi rostro, haciéndome dar un leve brinco y quise rechistar disgustado. Para qué engañarme, eso me había gustado.

– No ocultes tu rostro, me gusta verte. – Y su mano se estrelló nuevamente en mi cuerpo, yo me mordí el labio.

Sus yemas pellizcaban mis botones sin cuidado alguno, cosa que me tenía inquieto por el sentimiento que me provocaba. Y sin pensarlo dos veces, llevé mi diestra a mi hombría, comenzando a mover mi mano arriba y abajo, sin embargo, la mano que permanecía en mi pezón, fue a lo que estaba haciendo y cerré los ojos al sentir la mano de Tom masturbándome. Me hacía sentir casi en éxtasis y sabía que si seguía así, iba a terminar pronto por la calentura que venía guardando. Tom era bastante ágil con su mano, sabía como hacerlo y como hacerme caer en la locura.

– Dios, Tom... Lo haces tan bien que siento que me voy a correr... – Pero él se detuvo y me quedé con la palabra en la boca, comenzando a sentir como aquel presionaba mi entrepierna con cierta fuerza, haciéndome retorcer del dolor.  – Tom, me duele... Detente...

Llevé mis manos a donde estaba la mano del mayor para hacer que me soltara, pero antes de que pudiera hacer algo él me sujetó la muñeca con fuerza. Cada vez más la mano de Tom presionaba con más fuerza y los lagrimeos no tardaban en salir, al igual que la sangre de mis labios, los cuales mordí con fuerza, pero Tom los había besado al momento de percatarse de la herida que me generé, manchándose él también.

– Cálmate, Bill... Ésto ni siquiera empieza. – Nuevamente empezó a sentir sus labios en mi piel, ahora estaba en la curvatura de mi cuello y sentí como aquel succionaba la zona mientras dedicaba leve mordidas. Me estaba desesperando y necesitaba sentirlo más de cerca.

No sabía muy bien lo que Tom me estaba empezando  a provocar, no sabía si era dolor o placer, pero no me disgustaba el hecho de que estuviera presionando una de mis zonas más sensible. Mucho menos que eso geneara que me retorciera de dolor, porque también me excitaba. Me hacía sentir bastante cohibido, y más cuando sentí su hombría cubierta por sus pantalones rozando en mi trasero, apegándome a esta lo más que pude para sentirlo y él, como respuesta, se restregó. Un leve gemido salió de mis labios.

– Me encanta verte así, tan desesperado. – Se había alejado por completo, incluso me había soltado e intenté buscarlo con la mirada de inmediato, aunque me era casi imposible verlo debido a los cabellos negros que caían en mi cara.

Él me sonrió y comenzó a desabrocharse el cinturón, quitándose el pantalón junto a sus bóxer, haciéndome quedar boquiabierta al ver su extensión. Era demasiado. Mi miembro en respuesta, palpitaba como nunca y mi respiración comenzó a descontrolarse a imaginar todos los escenarios sexuales posibles con el chico.

De pronto lo vi acercarse, dirigiendo sus dedos para despejar mi rostro y me mostró con su otra mano el cinturón que se había sacado antes, yo lo miré con confusión y me quiñó un ojo. Tom se había vuelto a alejar y sentí el agarré en ambas de mis muñecas, ahora no podía soltarlas. ¿Qué mierda hizo Tom? Y el agarre en mi cabello, generando que mi cabeza se alzara, hizo que aquel sentimiento tan extraño apareciera nuevamente.

durch den monsun ( bill y tom k )Where stories live. Discover now