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ARNO

No pude dormir bien por lo que había pasado ayer y por la ida de Bill. Habíamos ido a la disco con Adal y Bill, porque es lo que había sugerido el menor y optamos por esa opción, aunque ahora me estaba arrepintiendo debido a que nos exigió que lo dejáramos libre para que pudiera pensar. Ahora yo era el que no dejaba de pensar si Bill realmente había llegado bien a casa, casi me quemo con la waflera y maldije a viva voz, asustándome al ver el rostro de Adal, lanzandole un trozo de pan.

– ¿Tú eres imbécil? Me asustaste. – Vi como aquel se reía sin parar y le levanté el dedo de en medio. Y Me di media vuelta para seguir haciendo los deliciosos waffles que me encantaban desayunar.

– Hubieras visto tu cara, Arno. – Lo miré de reojo y cuando terminé de hacer los waffles, los dejé en un plato, llevándolos a la mesa.

– Estaba pensando en Bill. No tuvimos que haberlo dejado solo... – Hablaba mientras colocaba las cosas en la mesa.

– Tranquilo, ni siquiera lo dejamos libre albedrío. Literalmente solamente dejamos que cruzara la calle y fuera abrir la puerta, aunque se veía fatal... – Vi como Adal sacaba un trozo de los waffles y se lo comía así solo, a lo que yo le pego un coscorrón en la cabeza.

– No te lo comas así, siéntate y espera a que yo lo haga, maleducado. – Murmuré enojado para así, colocar el jugo junto a los vasos y poder sentarme, mirándolo fijamente debido a lo nervioso que estaba. – Siéntate y suelta todo, ayer adolorido antes de irnos a la disco y nunca me contaste lo que sucede con Bill.

– Ayer me peleé con Tom, por todo lo que pasó y supe que tenía un revolver, quizás con esa mierda apuntó a Bill y lo asustó. – Alcé una ceja ante lo que me decía, mientras comía un waffle con chocolate y caramelo. – Casi le parto la cabeza con el revolver que le pillé y creo que se sentó en un cactus. – Reí a carcajadas al imaginar eso.

– No puedo creer que haya pasado eso, no creí que Tom se sentaba en lo primero que veía y tenga esos gustos tan... – le pegué un mordisco a mi waffle. – tal exóticos...

Adal había asentido pero claro, me había dado tanta información para evitar hablar de Bill y yo quería saberlo, porque no quería que aquel encuentro con Tom se vuelta rutinario y claro, Bill me gusta muchísimo.

– Sé que te estás haciendo el tonto, Adal. Habla o será a ti a quien le voy a meter un cactus. – Me puse serio de forma inmediata y Adal me miró asustado.

– Bueno, tú sabes... Es bill y también sabes que es nuestro amigo, gran amigo... – Le di la última mascada y comencé a tomar jugo, esperando a que tocara el maldito punto. – Me gusta, Arno... Me sigue gustando, joder, y sé que a ti también.

Comencé a toser, porque creí que lo disimulaba de forma correcta y eso se cayó a pedazos, porque Bill no se podía enterar se nada. Él correría, querría no vernos más y yo opté por simplemente levantarme y salir de la casa, sentándome en la vereda de afuera.

Al momento de acomodarme en el suelo, opté por llamar a Bill, ya la preocupación estaba siendo parte de mi y necesitaba calmarme, así que, le comencé a llamar.

BILL

Mi cabeza palpitaba constantemente y no quería abrir mis ojos, aunque me sentía ajeno al lugar donde me encontraba, no sentía la luz en mi cara como siempre y tampoco sentía las sábanas que siempre he tenido, e intenté estirarme pero la cama era muy pequeña y ninguna cama de mi departamento era así. Abrí mis ojos de forma lenta y cuando vi el techo de la habitación, sentí que me estaba agitando muchísimo, porque esta no era mi habitación ni mucho menos mi cama.

durch den monsun ( bill y tom k )Where stories live. Discover now