✿ S e i s ✿

125 47 8
                                    

UNA LISTA DE SOSPECHOSOS, ¿O DE VÍCTIMAS?

UNA LISTA DE SOSPECHOSOS, ¿O DE VÍCTIMAS?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Motocristo en Jesucleta.

Mis dedos estaban teñidos de rojo. Los de Max también. Los de media clase igual. El profesor se paseaba entre nosotros y de tanto en tanto negaba con la cabeza. A veces sonreía, a veces no sabíamos si iba a ponerse a llorar o a estallar en carcajadas.

—Profe. —exclamó Max dejando a un lado su pedazo de tela. —Yo no quiero ser irrespetuoso, pero, ¿Pude decirme a quién demonios se le ocurrió dibujar en tela?

—Cállese, Butler y siga bordando. —musitó el profesor con hastío. —Si se concentrara más quizás no perdiera tanta sangre como para donarla al hospital.

Algunos a nuestro alrededor rieron. Max lo imitó en un tono bajo y agudo mientras volvía a extender su pedazo de tela encima de sus piernas. A su alrededor habían dos intentos fallidos de bordado, ambos arrugados y deshilachados tras un ataque de impaciencia.

Nos encontrábamos sentados en una ronda enorme, en suelo de la clase. En medio había una caja llena de telas e hilos de distintos colores. Cada uno de nosotros recibió unos círculos de madera con los cuales tensó la tela para poder bordarla, no sin antes hacer un pequeño dibujo en ella.

—Esto es imposible. —declaró alguien antes de bajar un pedazo de hilo y una aguja sobre su regazo.

—Es que el agujero es diminuto. —masculló Max acercando la aguja a su rostro para verla mejor.

—El de la aguja también. —susurró Zeva a lo lejos.

Max soltó una risa que se convirtió en un ataque de tos rápidamente cuando vio que el profesor se acercaba a nosotros. Estaba a punto de preguntar qué le hacía tanta gracia cuando alguien maldijo por lo bajo.

—Mierda. —murmuró una chica no tan lejos de mí. Se llevó el dedo pinchado a la boca por enésima vez en un intento de detener el sangrado.

—Si seguimos así, vamos a morir por desangre. —susurró Max ajustando su tela con el artilugio de madera. —Que manera más patética de morir.

—¿Y cómo consideras tú una forma apropiada para estirar la pata? —pregunté mientras le daba vuelta a mi trabajo, atendiendo dónde clavaba la aguja.

—Desangrándose por un bordado definitivamente no. —aseguró él cortando un trozo largo de hilo para luego intentar enebrarlo en la aguja. —Padre cielo que estás en lo nuestro.

—Un accidente de helicóptero, tal vez. —propuso un chico a mi lado. —varios lo miramos perplejos. —¡Pero imagínense! —exclamó alzando ambas manos ocupadas por tela y aguja. —Como en una película de acción. Con explosiones y todo.

Historia de un Escritor Fracasado [EN PROCESO]Where stories live. Discover now