✿⁠ O n c e ✿

85 37 14
                                    

LA CHICA DEL NÚMERO DOCE
EN EL TERCER PISO

LA CHICA DEL NÚMERO DOCE EN EL TERCER PISO

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Me arrepentí a los cinco minutos.

En cuanto ví a Olive salir del baño con una bata, el pánico terminó por apoderarse de mi cuerpo. A Max le temblaba una pierna.

—Terminemos con esto de una vez. —dijo ella acomodándose en una de las camas. —No dibujen mi cara y nadie saldrá herido.

Del bolso habíamos sacado unas libretas de dibujo que ahora reposaban en nuestros regazos. Con pulso irregular, empecé por dibujar la cama en la cual Olive estaba sentada. Mi respiración era irregular y tenía la creciente sensación de que estábamos haciendo algo malo. A decir verdad, todo había sucedido muy deprisa. No esperaba que Olive accediera tan rápido y sin pedir más que nuestros secretos a cambio. La gente mentía. Nosotros también podíamos hacerlo.

Por otro lado, sospechaba que aceptó sin mucho problema por mera curiosidad. Como si estuviera parcialmente acostumbrada, pero no del todo. O quizás tenía la esperanza de que nunca más se cruzaría con nosotros.

—¿Cuánto tiempo tardarán? —preguntó Olive suspirando y haciendo a un lado su cabello largo. —Solo para hacerme una idea y buscar una posición en la que esté cómoda.

—Será menos de una hora. —aseguró Max absorto en su boceto. —¿Tienes prisa por tu compañera de cuarto o recibirás visitas?

—Aunque no lo parezca, tengo cosas que hacer. —bufó Olive. —Por mi compañera de cuarto no se preocupen, no vendrá en un buen rato.

Un presentimiento me atravesó el pecho, pero lo ignoré rápidamente al verla sacarse con cuidado la bata. Apreté la mandíbula y bajé rápidamente la mirada.

Ella no parecía muy incómoda. Nos miraba como si esperara a que pasara un suceso extraordinario o algo por el estilo. A los pocos segundos, su mirada se tiñó nuevamente con desdén y decepción.

Nuestras miradas se cruzaron durante un milisegundo en el cual me ví tentado a tirarme por la ventana.

—¿Qué?

Me miraba inquisitiva. Expectante. Para realzar su gesto desafiante, apoyó los brazos hacia atrás, dándonos una mejor vista.

—Nunca has visto a una mujer desnuda. —sonó más a afirmación que a pregunta. No dió señales de haberlo cuestionado. —No puedo creerlo. —se le escapó una risa breve. —Un Bellas Artes sin haber visto a una mujer desnuda. Creo que ahora ya lo he visto todo.

—Cállate. —solté. —Esta mañana he visto a una completa desconocida en paños menores junto con todo el resto de la clase, suponiendo que nunca tendría que volver a hacerlo. —mi rabia incrementó al verla reírse con más fuerza. —No es gracioso.

—No puede mentir, ¿cierto? —dijo entre risas, dirigiéndose a Max.

—No tanto. —razonó Max.

Historia de un Escritor Fracasado [EN PROCESO]Where stories live. Discover now