✿⁠ C a t o r c e ✿

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FILOSOFÍA AZUL

Iba a matar a Phoenix

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Iba a matar a Phoenix.

Pensé que nos sentaríamos juntos, como siempre, así que guardé un buen asiento en la sala magna. El salón era treendamente grande y con muchos lugares, pero como impartimos Filosofía junto con los de Letras y los de Filología (no me pregunten la diferencia entre esos dos) se llenaba como un panal de abejas.

Usualmente, nos sentábamos al medio. Si íbamos más arriba no escuchábamos un carajo por el barullo que hacían los demás allí; si nos sentábamos abajo éramos un blanco fácil para las preguntas de la profesora, mismas que nadie sabía contestar. Pero si preguntaba acerca de los términos de su divorcio, podría contestar muy fácilmente: nos había contado todo el tema de su separación de su marido en las últimas clases. Entre eso y Aristóteles, era algo complicado seguirle el paso. Por eso, en el medio era el mejor lugar. Preferiblemente, a la izquierda, ahí había más acústica.

Pero cuando Phoenix llegó de la manita con Lia, no se giró hacia ella para explicarle que se sentaría conmigo, sino que dejó que ella lo llevara hacia los asientos de la derecha, en la parte de abajo.

A ver, él podía sentarse con quién le plazca. Pero, ¿No me podía avisar? Definitivamente no, estaba como una cuba, eso sí. Seguro ni se había dado cuenta de a dónde lo conducía Lia. Ella podía arrastrarlo hasta los suburbios y él no tendría problema, siempre que lo llevara de la mano.

Asco tremendo.

Rebusqué en mi mochila los libros correspondientes entre los bocetos de la clase anterior y las carpetas de las demás materias. No podía dejar de pensar en que me tocaría sentarme con algún idiota o con algún otro antisocial. Más adelante tendríamos Programación (sabrá Dios para qué demonios nos serviría eso en el arte) y luego, Escultura. En realidad no se llamaba tal cual, pero como todos lo habíamos olvidado a principio de año al ser un nombre tan rebuscado, le pusimos así porque básicamente en todas las clases esculpíamos algo.

Entonces me llegó un fuerte perfume y olor a tabaco proveniente de la persona que se acababa de sentar a mi lado. Arrugué la nariz al confirmar mis temores.

Un fumeta.

Fingí que seguía buscando algo en mi mochila para no tener que dar la cara. No me gustaba el olor a cigarrillo. Lo odiaba. Una vez me había quedado en una habitación llena de viejos fumando puros cuando era pequeño. Mis padres me sacaron de allí verde como un lagarto. Cuando llegué a casa, me la pasé vomitando y con dolores de cabeza. Phoenix solía fumar en alguna que otra ocasión, generalmente cuando estaba muy nervioso o al borde de una crisis. Por el momento, no le había visto hacerlo desde el ataque a Sophie Nigel, más o menos tres semanas, así que me pareció un avance. En esos periodos de ansiedad tenía la decencia de hacerlo cuando yo no estaba con él, cambiarse la ropa y cepillarse los dientes tras haberlo hecho. Al muy idiota se le había pegado el vicio el último año de bachillerato. Dijo que lo dejaría en seguida, que solo fumaba cuando se reunía con nuestros compañeros al final del colegio. Pero llegó la graduación, nuestro año sabático y el muy estúpido de Lawrence seguía guardando un paquete de cigarros por si las moscas en su bolsón.

Historia de un Escritor Fracasado [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora