✿⁠ V e i n t i u n o ✿⁠

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EL NIÁGARA EN BICICLETA

EL NIÁGARA EN BICICLETA

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—Estoy hasta las bolas. —Zeva arrojó un manojo de carpetas sobre la mesa.

—Pero si tú no tienes bolas. —señalé, organizando las hojas que se esparcieron, con cuidado.

—Sí. Estas dos.

Y se agarró las tetas.

—Yo no sé en qué estaba pensando, maldición. —masculló sentándose en la silla libre. —Me hubiera quedado en casa, vendiendo agua.

—¿Hace calor de dónde vienes, por eso el negocio del agua?

—No. —sacudió la cabeza. —Hace un frío del Diablo. Pero no se me ocurre nada más para vender.

Con un gemido exhausto, descansó la cabeza sobre la mesa. Su cabello azul ya estaba empezando a desteñirse, tornándose en un turquesa eléctrico.

El quinientos seis se encontraba vacío aquel miércoles por la tarde. Charlie había salido de compras, por lo que invité a Zeva para estudiar. Al día siguiente teníamos examen de Filosofía y a las dos nos estaba costando organizar un plan de estudio. Debíamos apresurarnos, más bien, yo tenía que apresurarme porque tenía una cita más tarde.

Bueno, no específicamente una cita, pero había quedado con alguien.

—Vengo de Canadá. —aclaró al ver mi expresión pensativa.

—Eso está...

—Lejos, sí. —resopló. —Vengo de una ciudad con pueblos como Jackson. Pero un poco más grandes. Y con más impuestos.

—Y, ¿Por qué viniste? —pregunté. No me imaginaba a nadie que tuviera la oportunidad de estudiar en una de las mejores universidades del mundo viniera hasta un lugar del mapa que casi nadie notaba.

—Estaba cansada. —se limitó a contestar.

Sin embargo, permaneció unos segundos en trance, como reflexionando. Se mordió el labio inferior y después centró su atención nuevamente en las carpetas.

—Bueeno... —murmuré, sin saber muy bien qué decir. —Según los apuntes de las últimas clases, supongo que lo del pensamiento estoico entrará en el examen.

Zeva permaneció en silencio mientras yo leía en voz alta nuestras anotaciones al respecto.

El pensamiento estoico sostiene que todo a nuestro alrededor operaba bajo una ley que dotaba al universo de manera racional, esta ley es la de causa y efecto.

—«Según este pensamiento, no podemos controlar lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar lo que pensamos sobre esas situaciones.» —leí detenidamente.

—Y no crear una ilusión falsa de una perfecta sociedad. —añadió Zeva, aún taciturna. —De ahí viene Sympátheia.

—¿Eh?

Historia de un Escritor Fracasado [EN PROCESO]Where stories live. Discover now