✿⁠ D i e c i s i e t e ✿

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JACKSONVILLE, PUEBLO DE JUSTICIA Y EQUIDAD

Lia me tomó de la mano con nerviosismo antes de pedirme en un susurro que, al terminar la clase de Inglés, habláramos en privado

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Lia me tomó de la mano con nerviosismo antes de pedirme en un susurro que, al terminar la clase de Inglés, habláramos en privado. Al ver que sus dedos temblaban mucho más de lo habitual, supuse que se trataba de algo grave.

Quizás era algo relacionado con la exposición de la clase de Pintura, pero las críticas del profesor no fueron negativas al punto de reprobarla. Una parte de mí fantaseó con que tal vez no quería contarme nada y era una excusa para quedarse conmigo después de clase. Tuve que haber puesto una sonrisa de lo más idiota en el rostro porque Max y Zeva sonrieron con exageración desde la fila de arriba.

Reverendo par de idiotas.

Puse los ojos en blanco y volví a concentrarme en la clase. Lia no dejaba de mover sus manos en un tic nervioso. Entrelacé mis dedos con los suyos y bajé nuestras manos hasta mi regazo. Aunque ya nos habíamos tomado de la mano varias veces, me miró con un atisbo de sorpresa. Yo le sonreí tímidamente y ella me devolvió la sonrisa, pero cargada de nerviosismo. Pareció calmarse un poco y me permitió tenerla así hasta que sonó el timbre que daba fin a la clase.

Esperamos hasta que el profesor y el resto de los alumnos salieran de la clase. Le hice un gesto a Max con la cabeza y el asintió para luego dirigirse al comedor junto a Zeva. Antes de cruzar el umbral, ella se volvió para vernos y sonreír con suspicacia. Negué rápidamente con la cabeza al sentir que la sangre se me agolpaba en el rostro.

Hay que tomar clases de disimulo urgentemente.

—Phoenix, voy a decirte algo muy importante. —empezó Lia, levantándose y tirando de mí a los asientos superiores. —Y necesito desesperadamente que me creas.

Tardé unos segundos en procesar bien lo que me estaba pidiendo. ¿Lia había hecho algo malo? ¿Le habían hecho algo malo a ella?

—Voy a creer todo lo que me digas, Lia. —le aseguré mientras subía los escalones  —Incluso cuando me estés mintiendo. —bromeé, pero Lia seguía sin dar señales de tranquilizarse.

—Yo... Esta mañana... —tartamudeó. —Dejé mis pinturas en un almacén que hay en el quinto piso. Solo algunos lo conocen, generalmente los que ya llevan tiempo aquí. Yo lo encontré porque Rich me reveló de su existencia. —sacudió la cabeza al notar que se desviaba. —El caso es que dejé mis piezas secar ahí porque en mi habitación no había el suficiente espacio, ya viste que no es muy grande. Y... Bueno, cuando fui a buscar los cuadros, había... Había alguien ahí.

—¿Estaba arruinando los cuadros? —pregunté y ella negó con la cabeza. —¿Estaba haciendo algo raro? —Lia volvió a negar y se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Está muerto. —confesó con la voz temblorosa. —Mataron a alguien y usaron mis pinturas para esconderlo en el almacén.

Carajo.

Historia de un Escritor Fracasado [EN PROCESO]Where stories live. Discover now