Capítulo. 16

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La noche transcurrió sin ningún percance el pequeño se despertó con un poco de sueño, pero más que nada es el dolor que tiene en su pecho.

Mira a todos lados observa que es una habitación diferente a la que suele dormir.

-ya estás bien despierto o aún tienes sueño.

-yo... ¿Dónde estoy?

-en mi casa, recuerdas lo que pasó ayer en el parque. Byacuya hablo tranquilamente para que el pequeño trozo de carne blanda no se espante y entre en pánico.

El pequeño agito su cabeza negando, no recuerda bien los hechos.

-bueno ayer después de la tormenta que cayó de repente te encontré debajo de la banca llorando. ¡Recuerdas eso!

- ¡creo que sí! Llovió mucho que no tenía para cuando parar. Estaba muy asustado que mis padres jamás vinieron a buscarme ya no me quieren de... Nuevo.

- ¿Porque dices eso?

-mis padres tendrán otro hijo por eso ya no me quieren.

-ellos te lo dijeron, ¡que ya no te querían!

-no, pero supongo que así es, por eso escapé de casa antes de ser abandonado yo... El pequeño guardó silencio sintiéndose confundido y desesperado, sus ojos comenzaron a llorar del dolor que siente.

-estas confundido, mientras tus padres no te digan que ya no te quieren puedes asegurar los hechos, mientras no saques suposiciones erróneas.

-pe-pero... ellos...

- ¿Ellos que? Sin perder su postura seria y relajada siguió hablando con el pequeño sin perder la paciencia ya que el pequeño está desorientado y desconsolado.

-ellos dijeron que ese si es su hijo que lo van amar mucho, por eso... No me quieren... ¡Ya no me quieren!

-los escuchaste hablar sin que ellos te vieran.

-así es, sin querer los escuché decir que van a tener un hijo propio. Cuando fui a la cocina por un vaso de agua.

¿Sabe cómo me sentí en ese momento?

-no lo sé, ¿Cómo te sentiste?

-desechado como basura, un... No sé qué inservible. Una bolsa que solo sirvió para echar sus cosas que acaba de comprar, cuando vacías la bolsa la desechas a la basura ya que no le sirve para nada.

El hombre se quedó mirando fijamente al pequeño niño quien llora de dolor. Trata de limpiarse sus lágrimas con las mangas de su pijama.

El hombre acarició la pequeña cabecita tratando de consolarlo. El pequeño niño se sorprendió al sentir el tacto. Su corazón comenzó a latir con fuerza, parecía que su corazón se salía de su pecho.

Miró al hombre quien se quedó atónito por momento ya que él también sintió un dolor en el corazón.

Pero más que eso fue una sensación conocida como si eso ya lo hubiera vivido antes.

El niño rompió el silencio después de sentir esa extraña sensación recorrer todo su cuerpo.

-señor va a llamar a mis padres para que vengan por mí y me echen a la basura. La voz angelical del pequeño lo sacó del trance en el que se encontraba, escuchó con atención cada palabra que dijo el pequeñín.

-bien primero tengo que conocer a tus padres para saber qué clase de padres son, luego veré si llegamos a un acuerdo y te quedes en mi casa a vivir. Te parece bien la idea.

El niño no sabe cómo responder eso, el en realidad no quiere separarse de sus padres los ama profundamente, pero ahora que van a tener a su propio hijo él; ¿dónde queda en todo esto?

Es demasiado pequeño para entender la situación, pero no quiere pasar otra vez por ese amargo y cruel dolor que ya vivió en carne propia cuando solo era un bebé.

Si. Él era tan solo un bebé que su madre no quiso, lo despreció y lo abandonó cuando él era tan joven que solo pudo llorar tan fuerte para que alguien lo escuchara y lo ayudará en su desesperación de haber sido abandonado por una madre cruel y despiadada sin corazón.

A nadie le ha dicho que aún permanece ese sentimiento de abandono desde que era un indefenso bebé de meses. Ese dolor siempre lo ha acompañado en el paso del tiempo mientras va creciendo.

Sus padres se han esforzado para mitigar el dolor, este tiempo que ha estado viviendo con sus padres ha sido muy feliz los ama mucho y los extraña cuando no está junto a ellos, pero ahora que van hacer padres...

El hombre lo tomó de los brazos y lo sacó de la cama llevándolo envuelto en una manta de bebé.

Bajo las escaleras para ir al comedor. El pequeño no dijo nada solo se dejó envolver en aquellos brazos abrasadores.

Lo sentó en una silla para bebé el pequeño no dijo nada cabe a la perfección en la silla de bebé, parece que fue hecha a su medida.

Les sirvieron comida deliciosa que mandó preparar el hombre que está sentado a un lado de él.

El mayordomo principal sirvió con felicidad la comida. Ver a su señor feliz le alegró la mañana.

El pequeño se siente un poco feliz, pero con un sentimiento de inquietud.

Byacuya mira con amor al pequeño que come con satisfacción sus panqueques y fruta con miel.

- por lo que veo te gusta la comida dulce.

- si me encantan, mis papis siempre me dicen que no coma tanto dulce porque perderé los dientes. Y que seré un viejito antes de llegar a ser un joven de 20 años.

-jajaja... Puede ser que eso suceda.

- ¡en serio, sería malo! El pequeño puso una cara de sorpresa por la respuesta del hombre.

-no te preocupes para eso falta mucho, mejor dime cómo te llamas.

-Usami Sayuri, un gusto conocerlo señor.

-el placer es mío Sayuri soy Byacuya. Cuando el pequeño y el hombre estrecharon sus manos una chispa atravesó su corriente sanguínea de ambos.

Sayuri se erizo por la extraña sensación que recibió parecía gato electrificado.

El pequeño Usami Sayuri sacudió su pequeño cuerpo al sentir esa chispa recorrer su cuerpecito.

Miró al hombre quien lo mira con dulzura. Hubo un silencio que fue roto con la voz del mayordomo.

-señor qué hará con el pequeño visitante.

-hablaré con sus padres primero y luego veremos que sucede.

- ¡me vas a desechar!

El mayordomo como Byacuya se sorprendieron por lo que dijo el pequeñín.

Lo miraron con desconcierto. Byacuya trago saliva. El mayordomo volteo a ver a su amo quien también volteo a verlo, se miraron sin decir nada ya que no sabían que decir ya que los agarró por sorpresa.

Byacuya pensó un momento al ver la carita de angustia del pequeño Sayuri.

-bien, yo... Coff, coff... Byacuya tosió un poco para aclararse la voz: quiero conocer el tipo de padres que tienes para hablar con ellos.

-bien, entiendo... Con ojos llorosos recordó aquel momento que sintió el más grande amor que pudo recibir cuando era apenas un bebé. Ahora que ya está grande no lo quieren. Ya no es lindo ni agradable como lo era de bebé.

Cuando terminaron de desayunar Byacuya ya había pensando en buscar a los padres y llevar al pequeño dónde lo encontró.

Ese sería su punto de reunión.



***Gracias por leer esta pequeña historia.***

BETA.Where stories live. Discover now