Capítulo 12, ramyon picante

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Conocí a Jung Kook en Busan, en unas olimpiadas de matemáticas para las que hasta la fecha no sé cómo fui seleccionado. Los chicos del primer año de secundario daban los premios a los ganadores y él me dio el mío.

Todavía recuerdo a Jung Kook como a un chico pequeño, muy tímido y con esos enormes ojos de Bambi que después me hacía miles de preguntas para su ensayo en clase de literatura y que después me pidió mi Facebook porque le parecí interesante.

Recuerdo que cuando gané la beca asistió a la entrega de mi certificado y que cuando iba a migrar a este país me despidió de mí en el aeropuerto, solo para topármelo en la universidad un par de años después. Él no había ganado una beca como la mía, había obtenido una muchísimo mejor porque sabía hacer demasiadas cosas y le pagaron la carrera completa en lo que quisiera, mientras no dejara de demostrar su talento.

Él escogió ilustración, era evidente que le encantaba y cada día que lo veía, notaba como aparecía un nuevo tatuaje en su brazo.


" - mira, este me lo hice por ti shooting guard Suga -dijo señalándome una Y junto a otras letras más que se había tatuado en la mano "


Con el tiempo se volvió más extrovertido y popular gracias a su personalidad tan carismática y después de todo se convirtió en un extraño tipo de celebridad que vivía de su arte y de lo que conseguía como modelo de algunas tiendas independientes.

A pesar de todo eso, Jung Kook seguía siendo el mismo.

Nos volvimos cercanos cuando conoció a Nam Joon, se quedó maravillado de conocer a alguien que siguiera dos carreras y llevara calificaciones perfectas en ambas y no demostrara ni una gota de cansancio, para ese momento los tres empezamos a conversar más y el extrañar nuestro hogar fue disminuyendo en intensidad, porque alguien más comprendía que era extraño estar en un país diferente y abrirse paso, porque si queríamos comida de casa Jung Kook me ayudaba a preparar todo y Nam Joon ponía canciones de nuestro hogar, porque podíamos celebrar nuestras tradiciones juntos y hablarnos en coreano si no queríamos que algún curioso supiera lo que decíamos.

Habíamos formado un diminuta familia, pero una que nos traía mucha alegría y nos hacía sentir mucho más cómodos en nuestro nuevo hogar.

A diferencia de mis reuniones con mis amigos de la universidad Kook, Joon y yo nos reuníamos todos los meses, comíamos bibimbap y bebíamos soju hasta caer, era muy divertido y era nuestro momento perfecto para recordar nuestras raíces.

La reunión de ese mes fue en el departamento de Nam Joon, su hermana se nos había colado, pero siempre era agradable tener la compañía de alguien más.

Jung Kook había preparado kimchi, yo preparé mi carne especial y la hermana de Joon nos ayudó a preparar ramyon picante para que todo fuera un festín y no una simple comida de solteros.

- no puedo creer que estemos cerca de vacaciones -decía Jung Kook

- pero si tú nunca haces nada -soltó la hermana de Joon

Kook hizo un puchero- siempre tengo que hacer proyectos niña, lo diferente es que no he limpiado mi casa desde la semana pasada

Según tenía entendido y lo poco que Nam Joon me había dicho, Jung Kook había pasado toda la semana en su sala pintando un cuadro y quejándose de lo feo que le estaba quedando y que su hermana había estado emocionada en un inicio porque Jung Kook llamaba su atención, pero al escucharlo quejarse a diario le dejó de interesar.

- ¿cómo vas con tu carrera? -pregunté mientras cocinaba la carne

- bien, bueno...

- se honesta noona -interrumpió Nam Joon

El club de los corazones rotos® || MYGWo Geschichten leben. Entdecke jetzt