Un club sin corazones rotos

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Dos años después...

Todos éramos completamente diferentes, no nos gustaba la misma música, ni seguíamos la misma carrera, muchísimo menos vivíamos cerca de alguno, pero nos unía la mala suerte en el amor.

Perdón ¿escribí mala suerte en el amor? Lo siento, eso era para el prólogo .

Debo corregirlo.

Todo éramos completamente diferentes, no nos gustaba la misma música, ni seguíamos la misma carrera, muchísimo menos vivíamos cerca de alguno, pero nos unía nuestra amistad, nuestra extraña pero bonita amistad.

Michael y yo llevábamos poco tiempo de egresados y finalmente habíamos tenido que enfrentarnos a la vida real, esa en la que vas a varias entrevistas y te niegan la entrada porque eres muy joven y te faltan años de experiencia.

Isla estaba haciendo sus últimos semestres que consistían mayormente en prácticas así que la veía cada fin de semana cuando salía de guardias y después íbamos en busca de una película interesante en el internet.

Ami...

Ami tuvo que regresar a Positano, no porque su salud mental deteriorar, pero buscó algo que fuera de su gusto personal y las artes marciales parecían estar ayudándola con eso.

Por eso la visitábamos, porque finalmente habíamos podido hacer ese viaje en grupo que siempre soñamos.

Ahí estábamos los cuatro en el pequeño convertible de Ami, paseando, viendo como la vida pasaba y se quedaba grabada en nuestras mentes como memorias eternas que recordaríamos de nuestra juventud.

Al final del día, siempre fuimos esos cuatro universitarios que se volvieron una curiosa familia que solo el destino sabría qué pasaría con nosotros.

Pero, por ahora planeamos disfrutar del verano.

El futuro nos llegará en algún momento, pero no hoy.

El club de los corazones rotos® || MYGWhere stories live. Discover now