[17]

260 36 4
                                    

Junio

●●●

Supe que Nivans se había apoderado de la cocina cuando un olor delicioso osó despertarme aquella mañana. Con pereza me estiré para encontrar mi teléfono y comprobar la hora y quizá aún seguía dormida porque tarde me di cuenta de la hora. Diez treinta de la mañana.

Me levanté de un salto.

Dejé escapar un pequeño grito frustrado y preocupado por haberme quedado dormida, diciéndome que Redfield podría estar en cualquier sitio esperando a ser encontrado por nosotros mientras yo me quedaba en la comodidad del colchón. No podría pasarme algo así, debía encontrarlo cuanto antes, en tan solo unos días...

—¿Sucede algo? —Nivans asomó la cabeza por la puerta de la habitación, un poco preocupado por mi reacción quizá, y analizaba cada parte de mi como si se aseguraba de que estuviera bien.

—No es nada... —negué dubitativa pasando mi mano por el rostro como si quisiera quitarme la frustración que sentía, y luego le sonreí.

De alguna forma alegró mi mañana ese día.

—Buenos días —me saludó adentrándose a la habitación hasta llegar a mí y poner sus manos sobre mis caderas y darme un beso en los labios— ¿Tienes hambre? El desayuno ya está listo —me miró desde su altura con esos ojos brillantes y sonrientes, robándome el aliento.

—En un momento voy —le respondí abrazándolo, emocionada.

Él se marchó a la cocina, dejándome en la soledad de la habitación y con intenciones de prepararme para iniciar el día. Miré mi teléfono apreciando la hora y la fecha una vez más. Cinco de junio y apenas habían pasado cinco minutos desde la última vez que consulté la hora. No me podía creer que en todo ese tiempo no teníamos ninguna señal de nuestro capitán y la incertidumbre comenzaba a carcomerme desde el interior porque no sabría si algo le habría sucedido.

Y yo solo podía desear que estuviera bien hasta encontrarlo.


(...)

El rugir de los motores de cada vehículo que pasaba a nuestro lado, no ayudaba a concentrarme. Y la verdad era que ni yo podría explicarme qué era lo que quería pensar. El bullicio de las personas creaba ese ambiente que puedes encontrarte en cada sitio concurrido y que podría ser, en cierto punto, un calmante para quien sabe apreciar los lugares, sin embargo, en ese momento, para mí era un martirio tener tanto ruido que procesar, mi mente divagaba a qué lugares habíamos ido y a cuáles no.

—Pronto te encontraremos, Chris... —susurré y Nivans seguro que me oyó, porque de otro modo no hubiera apoyado su mano sobre mi hombro regalándome un ligero apretón para hacerme saber que estaba conmigo.

He confesar, que por mi mente pasó el nombre de Jill y lo importante que Chris también era para ella sin dejar pasar por alto unas inmensas ganas de golpearle cuando lo encontráramos por haberse ido así como así. Pero no podría hacerlo hasta encontrarlo, claro estaba.

—¡Brooke!

Ese, fue el grito de un niño que escuché a lo lejos, tan familiar que no dudé en mirar en su dirección solo para encontrarme con el pequeño Dylan que le llevaba unos cinco pasos a su madre, sino es que más en cuanto corrió hacia mí.

Piers y yo nos detuvimos, esperando a que Dylan llegara cansado por correr y apoyar sus manos sobre las rodillas tratando de recuperar el aliento. Me causó ternura y en ese instante me hinqué sobre una rodilla para estar a su altura.

Mundos diferentes (RE 6) |Piers Nivans|Where stories live. Discover now