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Epilogo

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Los cánticos de los pájaros resuenane por la habitación como si estuvieran dentro de ella, o uno se encontraba al lado de la ventana de la cama, es lo mas obvio al escuchar los golpeteos de su pico en el marco de la madera.

Me estiro plácidamente sobre mi posición relajando mis músculos satisfactoriamente, llevo mi mano izquierda a mi rostro frotando mis ojos hasta percatarme del objeto metálico y dorado con una pequeña piedra verde brillante, y una sonrisa surca mi rostro al recordar cómo es que ese pequeño anillo llegó ahí.

Hace no más de dos años que Nivans me propuso matrimonio y meses después nos casamos. Fue un maravilloso día, aún no puedo olvidar las lágrimas traicioneras de Redfield al verme contraer matrimonio, ni mi padre llegó a tanto.

Aquel día entra a los mejores de mi vida, siendo un bello recuerdo que atesoro desde entonces.

Doy media vuelta para mirar el centro de la cama y encontrarme con el rostro dormido de Piers mirando en mi dirección y ocultando la mitad en la almohada, tiene el sueño pesado al no despertar cuando me moví y su diestra se deslizó por mi cintura gracias al pequeño giro.

Esto me recuerda a una de esas mañanas dentro del juego y tuve la oportunidad de explorar cada fracción de su rostro y ser descubierta por él. ¿A caso es un déjà vu? Lo descubriré.

Mi mano libre inicia su camino desde mi cintura, que sostiene la de Piers, hasta llegar a su cara. Empiezo con ligeras caricias en el filo de su mentón ascendiendo por su barbilla hasta sus labios, contorneándolos con suavidad recreando todas esas veces que los he probado y han recorrido cada centímetro de mi piel cuando el sueño abandona nuestros cuerpos. Ubico mi dedo índice en la punta de su nariz, apenas rozándola para provocar cosquillas en esa zona y ver cómo la arrugaba intentando deshacerse de la sensación cosquillosa.

Contengo una pequeña carcajada al verlo quejarse entre sueños. Creo un tenue camino rozando la piel de sus pómulos, rodeando la comisura de sus ojos con suavidad para situarme, finalmente, en su frente, donde ahora mis dedos se pierden en su cabellera suave y despeinada. En este momento sé que despierta.

— Debo decir que me gusta esta forma de despertar —habla adormilado.

Su voz ronca me causa escalofríos por el atractivo adicional que le da a Nivans. Solo me limito a reír por su comentario. Su diestra refuerza el agarre de mi cintura deslizándola hasta mi espalda para atraerme más a él y darme el beso de buenos días cargado de ternura que no tarda en subir de tono.

Su mano busca el calor de mi piel debajo de mi blusa y regala caricias a cada centímetro de mi espalda, puedo jurar que siente lo que provocaba en todo mi ser al sonreír en medio del beso. No duda en situarse encima de mí, mostrándome su torso desnudo el cual contemplo por un par de segundos antes de volver a besarlo.

Mis manos recorren su espalda deteniéndose en sus omópalos mientras él coloca sus brazos a cada lado de mi cabeza para no poner todo su peso sobre mi sin dejar de besarme.

—¿Cuál es el siguiente paso, capitán? —cuestiono en un tono seductor utilizando el cargo que tendría en el videojuego y que me hubiera gustado tanto verlo de esa forma.

Desde que vivimos juntos tomé la manía de llamarle "capitán" y él "mi teniente", si, "Su teniente". Quizá como una forma de omitir, en ocasiones, apodos más cariñosos como "mi amor", "mi cielo" y esas cosas tan cursis a las que no logro acostumbrarme y él tampoco.

Su sonrisa blanca y hermosa, en una forma seductora, me da la respuesta que ya sabía desde el momento en que su diestra buscó calor en mi espalda. — Espero siga las órdenes mi querida teniente —ordena antes de regresar al beso apasionado que dejó inconcluso después de mi pregunta.

Mundos diferentes (RE 6) |Piers Nivans|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora