Capítulo 13

1K 23 0
                                    


Terminé de poner la masa de las galletas sobre la bandeja de horno y finalmente las metí en él. Había matado el tiempo haciendo galletas con pepitas de chocolate para cuando Ele viniera a mi departamento. 

Quería hablar con ella sobre lo que me pasaba con su hermano ya que se lo debía después de ocultárselo durante un tiempo. Habíamos hablado un poco por mensaje y finalmente decidimos que hablar las cosas cara a cara sería lo mejor. 

El timbre sonó haciendo que perdiese el hilo de mis pensamientos y me levanté de la silla para abrir la puerta. He de admitir que estaba un poco nerviosa por como estaría Ele. Aunque Pablo me hubiera jurado mil veces el día que pasamos juntos que Elena no estaba enfadada conmigo, no podía dejar de sentirme mal por haber fallado una especie de promesa que teníamos desde pequeñas. 

Suspiré y abrí la puerta. La mirada de Elena conectó con la mía al instante y por un segundo esos ojos marrones me recordaron a otra persona. Quité esos pensamientos de mi cabeza y miré a mi mejor amiga desde los cuatro años. 

-Hola- dijo ella finalmente

-Hola Ele, pasa

Ella entró en el piso y cerré la puerta una vez había pasado por mi lado. Ambas fuimos hasta el salón y nos sentamos en el sofá.

-Lo siento- dije sin poder aguantar más sin hablar con ella

Elena me sonrió con ternura y abrió sus brazos para que pudiera cobijarme bajo ellos. Sin pensarlo más me lancé a sus brazos con los ojos llorosos. Sus brazos me envolvieron la espalda y no pude evitar soltar un par de lágrimas. 

No sabía a ciencia cierta el por qué de mi llanto, simplemente sabía que necesitaba derramar todas esas lágrimas y que con los brazos de Elena a mi alrededor todo sería más fácil y acogedor. 

-No llores Tati, no estoy enfadada contigo- me dijo en tono suave

Me separé de ella y traté de mirarla a los ojos a través de mis lágrimas. Intenté quitar con mis manos algunas de ellas pero no podía evitar que nuevas se deslizaran por mis mejillas.

-No es sólo eso, que también, es que... no sé Ele, es todo muy confuso. Mis secretos, tu hermano, la prensa, mis sentimientos... me supera

Ella cogió una de mis manos y me la acarició con ternura.

-Acabas de explotar Tati, y es entendible

-Tu hermano me está empezando a importar demasiado, ¿sabes? Me asusta que él pueda no sentir lo mismo y no sé... Tampoco hace mucho que pasó lo de Mateo y no sé si he procesado del todo lo que ha pasado

Sentí la mirada de mi mejor amiga sobre mí, analizándome. 

-¿Sabes una cosa Aitana? A mi hermano le gustas, y no poco. Aunque no me lo haya dicho ni hayamos hablado sobre esto es evidente cuando te sabes fijar un poco

Me quedé mirándola fijamente ante sus palabras. ¿Eso creía? Mi corazón se encogió en un puño y mi estómago se retorció.

-En cuánto a lo de Mateo... No sé si opinarás lo mismo, pero creo que nunca has querido a Mateo lo suficiente como para que algo así te importase demasiado

Mis cejas se alzaron al escuchar sus palabras. 

-¿Estás insinuando que no quería a Mateo?

-Estoy insinuando que no estabas enamorada de él

Me quedé mirando un punto fijo, pensando en sus palabras. ¿Alguna vez había pensado en ello? La respuesta era negativa. Nunca me había parado a pensar en lo que podía llegar a querer a Mateo y tampoco pensé mucho en el por qué de mi escasa reacción ante su infidelidad. 

¿Me dolería que Pablo me hiciese eso? Mi pecho se oprimió solo de pensarlo. 

El sonido del timbre hizo que mirara a Elena y frunciera las cejas. Confusa.

-¿Esperas a alguien?

Negué con la cabeza y me levanté de mi asiento. Caminé decidida hacia la puerta y la última persona que me esperaba ver apareció frente a mis narices. Joder, parecía que lo habíamos invocado. 

-Aitana...

-¿Perdón?

Fue lo primero que me salió decir. Había entrado en estado de shock desde que su figura apareció frente a mi. 

-¿Aiti? ¿Quién es?- dijo la voz de Elena a mis espaldas

No respondí nada. Las palabras no salían de mi garganta.

-¿Qué cojones haces tú aquí?

Supe que Elena había llegado hasta donde me encontraba tras decir esas palabras. Vi como los ojos de Mateo se abrían un poco de más y como daba un paso hacia atrás.

-Aitana tenemos que hablar

-¿Qué?- dije con un tono de voz un poco elevado

-Lo que pasó hace dos meses, quiero arreglarlo contigo

Mi mano seguía aferrada al pomo de la puerta, apretándolo cada vez más mientras las palabras salían de su boca. 

-¿Arreglarlo?- siseé 

-Tu flipas chaval- dijo Elena con tono enfadado

Mateo nos miraba a ambas sin saber que decir. Había venido hasta aquí simplemente para soltar esa chorrada creyendo que sería tan tonta como para perdonarlo. 

-¿Tana?- dijo una voz demasiado conocida a pocos metros de nosotros 

Mi cabeza terminó de explotar al ver a Pablo detrás de Mateo, mirando la situación.

Llevaba el pelo húmedo y la bolsa de entrenar consigo.

-¿Pablo?- dijo la voz de Elena

Vi como el ceño del jugador se fruncía al ver a mi ex delante de mis narices y avanzó hasta donde me encontraba yo. Pasó al lado de Mateo de una forma un poco brusca y se situó a mi lado junto a la puerta. Yo simplemente podía mirarlo. Mi garganta se había cerrado y no quería que ninguna palabra saliera por mi boca. 

Los ojos castaños del jugador recorrieron toda mi anatomía y se centraron en la mano que tenía sobre el pomo de la puerta. Con delicadeza puso su mano sobre la mía y la apartó del pomo. 

-Relájate -me susurró

Entrelacé sus dedos con los míos e inspiré intentando calmar el desorden que había en mi cabeza. 

-Mateo entre nosotros no hay nada que arreglar

-Cariño, se que lo hice mal, pero porfavor, escúchame

Noté como la nariz de Pablo se arrugaba al escuchar la primera palabra. Una pequeña sonrisa invadió mis labios. A él tampoco le gustaban los motes cursis. 

- Adiós Mateo

Cerré la puerta frente a él y me quedé con ambos hermanos dentro de mi departamento. Noté caricias suaves en el dorso de mi mano y miré al castaño.

-¿Y tú que haces por mis dominios?

-Quería pasar a hacerte una visita

Sonreí como una tonta y miré a ambos hermanos. 

-Pues estás de suerte, he preparado mis famosas galletas con pepitas de chocolate

Los dos se miraron y corrieron despavoridos hacia la cocina. Yo simplemente pude reír y negar con la cabeza ante lo parecidos que eran. 

También pensé en que si los quería más reventaba. Pero así funcionaba el amor, y yo quería a esos dos hermanos con locura.

Nunca pensé que serías tú - Fanfic de Pablo GaviWhere stories live. Discover now