Capítulo 18

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-Vamos papá, tienes que comer

Mi padre volvió a negar con la cabeza, mientras se cruzaba de brazos. 

-Tanto tú como yo sabemos que está malísimo cariño

-Hasta el momento no puedes comer otra cosa

Después de insistirle muchas veces terminó cediendo y comiendo lo que le había traído la enfermera hacia como media hora. Cuando se lo acabó todo encendió la televisión mientras la enfermera retiraba la bandeja de la habitación. 

Como no podía ser de otra manera puso el canal donde se emitía el fútbol y centro toda su atención en el aparato. Sonreí disimuladamente y miré con él el partido. 

Unos golpes nos distrajeron a ambos del partido que se estaba disputando. Miré a mi padre confusa. 

-¿Esperas a alguien?

Negó con la cabeza. 

-Tu madre sigue en casa

Iba a incorporarme para abrir cuando la puerta se abrió. Mis ojos se abrieron como platos cuando conectaron con los ojos castaños que estaban junto a la puerta. 

-¿Qué...?

-¡Hombre Pablo!- dijo la voz emocionada de mi padre

El jugador cerró la puerta tras de sí y con una sonrisa vino hacia mi para besarme los labios. Su cara hizo una mueca graciosa al ver mi estupefacción. 

-¿Cómo estás Joan?- esta vez se dirigió a mi padre

-Vamos tirando hijo, ¿a ti que tal te va la vida?

-Cada vez mejor- dijo mirándome de reojo

-Ya me imagino ya- dijo conteniendo la risa

El andaluz se sentó en una silla que había al lado del sillón donde me encontraba y mi padre continuó centrado en el partido de la televisión.

-¿Cómo...?

-Tu y tu padre me importáis, sabía que no estabas pasando por un buen momento, no podía dejarte sola

Busqué su mano para entrelazarla con la mía, reprimiendo las ganas de llorar. Estaba aquí conmigo cuando debería estar descansando del partido que tuvo ayer. 

-Gracias- dije en voz baja

-Estás cosas salen del corazón- dijo repitiendo las palabras que le había dicho semanas atrás

Le miré, intentando reprimir una sonrisa. 

No voy a negar que me hacia mucha ilusión que hubiera venido a hacerme compañía en momentos como estos. Él sabía cuan importante era mi padre para mi, y lo mal que me ponía verlo es este estado. 

Escuchamos unos ronquidos leves provenientes de la cama de hospital. Mi padre se había quedado dormido mientras veía el partido, sonreí y le baje el volumen a la tele. 

-¿Alguna vez te he contado como empecé a amar al equipo que defiendes en el campo?- dije mientras me volvía a sentar junto a él

El jugador negó y me prestó total atención. 

-Creo que tenía alrededor de cuatro o cinco años, le pregunté por primera vez a mi padre porque veía todo el rato a esos chicos que corrían detrás de un balón. Él simplemente rió y me sentó en su regazo, ahí fue la primera vez que me explicó lo que era sentir los colores de un club y los sentimientos que te provocaba. Obviamente, no lo entendí, apenas tenía cinco años. Pero, siempre que aquel equipo que jugaba con colores rojos y azules salía en la pantalla me sentaba con él a ver la televisión. Era algo que me empezaba a entretener. Cuando cumplí los siete años mi padre me regaló mi primera camiseta del barça, fue la primera equipación, con mi nombre detrás, no llevaba ningún número. Mi padre me explicó que quería que yo fuera la que decidiera que número y jugador poner detrás. A partir de ese momento fue cuando me empecé a interesar más por el deporte y por ese equipo. Conforme pasaban los años iba entendiendo aquellas palabras que me explico mi padre con cinco años. 

Pablo me miró con una sonrisa, le hecho un vistazo a mi padre. 

-Antes teníamos una tradición juntos, cada vez que salían las equipaciones comprábamos ambos la misma camiseta, con diferente número y jugador, obviamente. Por eso si alguna vez abres mi armario verás bastantes camisetas de tu equipo. Hace cinco años que dejamos de hacerlo, desde que le diagnosticaron la enfermedad a mi padre. Obviamente preferían gastar en los cuidados y medicamentos que eso conllevaba que en una camiseta. 

El andaluz me miró algo apenado ante lo último que le dije. Le cogí la mano con delicadeza y lo miré con una sonrisa.

-Cuando me recogiste aquella vez en mi casa para ver uno de tus partidos, me regalaste una camiseta con tu apellido y número. Es la primera camiseta del barça que entra en mi armario después de cinco años, por eso tarde tanto en al baño, sentí nostalgia al volver a tener algo nuevo del barça entre mis manos

Sentí los labios de Pablo besar mi mano.

-Tu padre siempre me ha caído muy bien Tana, aunque la cosa mejora cuando me acabas de contar que él te enseñó a amar el equipo que defiendo

-Imagínate que me hubiera enseñado a amar al madrid

Pablo frunció el ceño y yo no pude reprimir la risa que escapó de mi garganta. 

-Pues... supongo que debería quererte igual ¿no?

Lo miré divertida. 

-Deberías, sí, pero da gracias de que no es así

El andaluz me atrajo hacia él para besarme los labios unos cortos segundos. Me sentía en paz, a pesar de que mi padre volviera a estar en ese estado el jugador conseguía que me olvidara por unos segundos de todo lo malo que había a mi alrededor. 

Él era mi calma en múltiples ocasiones. 


Nunca pensé que serías tú - Fanfic de Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora