Episodio 46

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A las doce del día siguiente, el baúl de Harry y Jane  ya estaba lleno de sus cosas delcolegio y de sus posesiones más apreciadas: la capa invisible heredada de supadre, la escoba voladora que le había regalado Sirius y el mapa encantado deHogwarts que le habían dado Fred y George el curso anterior, Jane pensaba ¿Por qué no se lo habían regalado a ella? eran mejores amigos ¿no?. Había vaciadode todo comestible el espacio oculto debajo de la tabla suelta de su habitacióny repasado dos veces hasta el último rincón de su dormitorio para no dejarseolvidados ninguna pluma ni ningún libro de embrujos, y había despegado de lapared el calendario en que marcaba los días que faltaban para el 1 deseptiembre, el día de la vuelta a Hogwarts.

El ambiente en el número 4 de Privet Drive estaba muy tenso. La inminentellegada a la casa de un grupo de brujos ponía nerviosos e irritables a losDursley. Tío Vernon se asustó mucho cuando Harry le informó de que losWeasley llegarían al día siguiente a las cinco en punto. A Jane le emocionaba el hecho de que saldria de allí, y ver la cara de los Dursley cuando los Weasley los rescataran de aquel apestoso lugar en el que vivian.

—Espero que le hayas dicho a esa gente que se vista adecuadamente —gruñó de inmediato, Al escuchar esto Jane no dudo en reirse, que creia que vendrian vestidos con el unifrome de Hogwarts o algo parecido? —. He visto cómo van. Deberían tener la decencia deponerse ropa normal.   

 Los hijos a veces se ponían ropa muggle durante las vacaciones,pero los padres llevaban generalmente túnicas largas en diversos estados dedeterioro. A Harry no le inquietaba lo que pensaran los vecinos, pero sí lodesagradables que podían resultar los Dursley con los Weasley si aparecíancon el aspecto que aquéllos reprobaban en los brujos.

Tío Vernon se había puesto su mejor traje. Alguien podría interpretarlocomo un gesto de bienvenida, pero Harry sabía que lo había hecho para impresionar e intimidar. Dudley, por otro lado, parecía algo disminuido, lo cualno se debía a que su dieta estuviera por fin dando resultado, sino al pánico. Laúltima vez que Dudley se había encontrado con un mago adulto salió ganandouna cola de cerdo que le sobresalía de los pantalones, y tía Petunia y tíoVernon tuvieron que llevarlo a un hospital privado de Londres para que se laextirparan. Por eso no era sorprendente que Dudley se pasara todo el tiemporestregándose la mano nerviosamente por la rabadilla y caminando de unahabitación a otra como los cangrejos, con la idea de no presentar al enemigo elmismo objetivo.  

 Del otro lado de la puerta de la sala le llegó el ruidoque hacían los Dursley moviéndose aterrorizados y descontroladamente por lasala. Un instante después, Dudley entró en el recibidor como una bala, completamente lívido.

 —¿Qué pasa? —preguntó Harry—. ¿Qué ocurre? Pero Dudley parecíaincapaz de hablar y, con movimientos de pato y agarrándose todavía las nalgascon las manos, entró en la cocina. En el interior de la chimenea de los Dursley,que tenía empotrada una estufa eléctrica que simulaba un falso fuego, se oíangolpes y rasguños. 

 — Por que tardan tantoo!!  — Gritó con desesperación Jane.

—¿Qué es eso? —preguntó jadeando tía Petunia, que había retrocedidohacia la pared y miraba aterrorizada la estufa—. ¿Qué es, Vernon?.

La duda sólo duró un segundo. Desde dentro de la chimenea cegada sepodían oír voces. 

—¡Ay! No, Fred... Vuelve, vuelve. Ha habido algún error. Dile a George queno... ¡Ay! No, George, no hay espacio. Regresa enseguida y dile a Ron... 

 — Freddie! Georgie? — Exclamo Jane mirando atenta a la chimenea.

—A lo mejor Harry nos puede oír, papá... A lo mejor puede ayudarnos asalir...

Se oyó golpear fuerte con los puños al otro lado de la estufa. 

—¡Harry! Harry, ¿nos oyes? ¡Jane!

Competitive Lovers {Oliver Wood}Where stories live. Discover now