Episodio 47

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Harry dio vueltas cada vez más rápido con los codos pegados al cuerpo.Borrosas chimeneas pasaban ante él a la velocidad del rayo, hasta que sesintió mareado y cerró los ojos. Cuando por fin le pareció que su velocidadaminoraba, estiró los brazos, a tiempo para evitar darse de bruces contra elsuelo de la cocina de los Weasley al salir de la chimenea. 

—¿Se lo comió? —preguntó Fred ansioso mientras le tendía a Harry lamano para ayudarlo a levantarse.

 —Sí —respondió Harry poniéndose en pie—. ¿Qué era? 

—Caramelo longuilinguo —explicó Fred, muy contento—. Los hemosinventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien enquien probarlos... 

—Lastima que no estuve allí para ver el espectaculo. — Se quejo Jane.

Todos prorrumpieron en carcajadas en la pequeña cocina; Harry miró a sualrededor, y vio que Ron y George estaban sentados a una mesa de maderadesgastada de tanto restregarla, con dos pelirrojos a los que Harry no habíavisto nunca, aunque no tardó en suponer quiénes serían: Bill y Charlie, los doshermanos mayores Weasley.

—¿Qué tal te va, Harry? —preguntó el más cercano a él, dirigiéndole unaamplia sonrisa y tendiéndole una mano grande que Harry estrechó. Estaballena de callos y ampollas. Aquél tenía que ser Charlie, que trabajaba enRumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos, ydiferente de la de Percy y Ron, que eran más altos y delgados. Tenía una caraancha de expresión bonachona, con la piel curtida por el clima de Rumania ytan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y enuno de ellos se veía una quemadura grande y brillante. <<Es sexy>> pensó Jane, observandolo.

Bill se levantó sonriendo y también le estrechó la mano a Harry, quien sesorprendió. Sabía que Bill trabajaba para Gringotts, el banco del mundomágico, y que había sido Premio Anual de Hogwarts, y siempre se lo habíaimaginado como una versión crecida de Percy: quisquilloso en cuanto alincumplimiento de las normas e inclinado a mandar a todo el mundo. Sinembargo, Bill era (no había otra palabra para definirlo) guay: era alto, tenía elpelo largo y recogido en una coleta, llevaba un colmillo de pendiente e ibavestido de manera apropiada para un concierto de rock, salvo por las botas(que, según reconoció Harry, no eran de cuero sino de piel de dragón). 

Antes de que ninguno de ellos pudiera añadir nada, se oyó un pequeñoestallido y el señor Weasley apareció de pronto al lado de George. Harry no lohabía visto nunca tan enfadado. 

—¡No ha tenido ninguna gracia, Fred! ¿Qué demonios le diste a ese niñomuggle?

 —No le di nada —respondió Fred, con otra sonrisa maligna—. Sólo lo dejécaer... Ha sido culpa suya: lo cogió y se lo comió. Yo no le dije que lo hiciera.

 —¡Lo dejaste caer a propósito! —vociferó el señor Weasley—. Sabías quese lo comería porque estaba a dieta... 

—¿Cuánto le creció la lengua? —preguntó George, con mucho interés. 

—Cuando sus padres me permitieron acortársela había alcanzado más deun metro de largo. Los Potter y los Weasley prorrumpieron de nuevo en una sonora carcajada.

 —Se lo merecia, por cerdo. — Confirmo Jane, bastante feliz por lo sucedido.

¡No tiene gracia! —gritó el señor Weasley—. ¡Ese tipo decomportamiento enturbia muy seriamente las relaciones entre magos ymuggles! Me paso la mitad de la vida luchando contra los malos tratos a losmuggles, y resulta que mis propios hijos...

 —¡No se lo dimos porque fuera muggle! —respondió Fred, indignado.

 —No. Se lo dimos porque es un asqueroso bravucón —explicó George—.¿No es verdad, Harry?

 —Sí, lo es —contestó Harry seriamente.

 —¡Ésa no es la cuestión! —repuso enfadado el señor Weasley—. Yaveréis cuando se lo diga a vuestra madre.

 —¿Cuando me digas qué? —preguntó una voz tras ellos. Molly apareció de la nada.

—¡Ah, hola, Harry! —dijo sonriéndole al advertir que estaba allí. — Oh mi querida Jane!— abrazó a la niña. Luegovolvió bruscamente la mirada a su mando—. ¿Qué es lo que tienes quedecirme? 

El señor Weasley dudó. Harry se dio cuenta de que, a pesar de estar tanenfadado con Fred y George, no había tenido verdadera intención de contarle ala señora Weasley lo ocurrido. Se hizo un silencio mientras el señor Weasleyobservaba nervioso a su mujer. Entonces aparecieron dos chicas en la puertade la cocina, detrás de la señora Weasley: una, de pelo castaño y espeso eincisivos bastante grandes, era Hermione Granger, la amiga de Harry y Ron; laotra, menuda y pelirroja, era Ginny, la hermana pequeña de Ron. Jane desaparecio de la escena colocandose al lado de las chicas saludandolas con un gesto de la mano. Ambas chicas le  sonrieron a Harry, y él les sonrió a su vez, lo que provocó que Ginny sesonrojara: Harry le había gustado desde su primera visita a La Madriguera.

—¿Qué tienes que decirme, Arthur? —repitió la señora Weasley en untono de voz que daba miedo. 

—Nada, Molly —farfulló el señor Weasley—. Fred y George sólo... Hetenido unas palabras con ellos...

 —¿Qué han hecho esta vez? —preguntó la señora Weasley—. Si tieneque ver con los «Sortilegios Weasley»... 

—¿Por qué no le enseñas a Harry dónde va a dormir, Ron? —propusoHermione desde la puerta.

 —Ya lo sabe —respondió Ron—. En mi habitación. Durmió allí la última... 

—Podemos ir todos —dijo Hermione, con una significativa mirada. 

—¡Ah! —exclamó Ron, cayendo en la cuenta—. De acuerdo. 

—Sí, nosotros también vamos —dijo George. — Le mostraremos algo a Jane.

—¡Ustedes dos se quedan justo donde están  —gruñó la señora Weasley bastante enojada.

Harry y Ron salieron despacio de la cocina y, acompañados por las tres chicas, emprendieron el camino por el estrecho pasillo y subieron por ladesvencijada escalera que zigzagueaba hacia los pisos superiores. 

—¿Qué es eso de los «Sortilegios Weasley»? —preguntó Harry mientrassubían.Ron y Ginny se rieron, pero Hermione no, Jane expectante esperaba el significado de eso.

 —Mi madre ha encontrado un montón de cupones de pedido cuandolimpiaba la habitación de Fred y George —explicó Ron en voz baja—. Largaslistas de precios de cosas que ellos han inventado. Artículos de broma, yasabes: varitas falsas y caramelos con truco, montones de cosas. Es estupendo:nunca me imaginé que hubieran estado inventando todo eso... 

—Hace mucho tiempo que escuchamos explosiones en su habitación, peronunca supusimos que estuvieran fabricando algo —dijo Ginny—. Creíamos quesimplemente les gustaba el ruido. 

— Y yo no estaba enterada de esto, los duraznos pensaban emprender sin su socia principal. — Refuto Jane indignada, señalandose.

—Lo que pasa es que la mayor parte de los inventos... bueno, todos, enrealidad... son algo peligrosos y, ¿sabes?, pensaban venderlos en Hogwartspara sacar dinero. Mi madre se ha puesto furiosa con ellos. Les ha prohibidoseguir fabricando nada y ha quemado todos los cupones de pedido... Ademásestá enfadada con ellos porque no han conseguido tan buenas notas comoesperaba...

— Tipico de Fred y George — Se limitó a contestar Jane, ya que se le vino a la mente Oliver, ¿Qué estaba haciendo en estos exactos momentos?

Competitive Lovers {Oliver Wood}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora