Episodio 49

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Se encaminaron por el páramo desierto, incapaces de ver gran cosa através de la niebla. Después de unos veinte minutos encontraron una casita de  piedra junto a una verja. Al otro lado, Harry vislumbró las formas fantasmalesde miles de tiendas dispuestas en la ladera de una colina, en medio de unvasto campo que se extendía hasta el horizonte, donde se divisaba el oscuroperfil de un bosque. Se despidieron de los Diggory y se encaminaron a lapuerta de la casita. Había un hombre en la entrada, observando las tiendas.Nada más verlo, Harry reconoció que era un muggle, probablemente el únicoque había por allí. Al oír sus pasos se volvió para mirarlos.

—¡Buenos días! —saludó alegremente el señor Weasley.

 —Buenos días —respondió el muggle. 

—¿Es usted el señor Roberts? 

—Sí, lo soy. ¿Quiénes son ustedes?

 —Los Weasley... Tenemos reservadas dos tiendas desde hace un par dedías, según creo. 

—Sí —dijo el señor Roberts, consultando una lista que tenía clavada a lapuerta con tachuelas—. Tienen una parcela allí arriba, al lado del bosque.¿Sólo una noche? 

—Efectivamente —repuso el señor Weasley.

 —Entonces ¿pagarán ahora? —preguntó el señor Roberts.—¡Ah! Sí, claro... por supuesto... —Se retiró un poco de la casita y le hizouna seña a Harry para que se acercara—. Ayúdame, Harry —le susurró,sacando del bolsillo un fajo de billetes muggles y empezando a separarlos—.Éste es de... de... ¿de diez libras? ¡Ah, sí, ya veo el número escrito...! Así que¿éste es de cinco? 

—De veinte —lo corrigió Harry en voz baja, incómodo porque se dabacuenta de que el señor Roberts estaba pendiente de cada palabra.

—¡Ah, ya, ya...! No sé... Estos papelitos... 

—¿Son ustedes extranjeros? —inquirió el señor Roberts en el momento enque el señor Weasley volvió con los billetes correctos. 

—¿Extranjeros? —repitió el señor Weasley, perplejo. 

—No es el primero que tiene problemas con el dinero —explicó el señorRoberts examinando al señor Weasley—. Hace diez minutos llegaron dos quequerían pagarme con unas monedas de oro tan grandes como tapacubos. 

—¿De verdad? —exclamó nervioso el señor Weasley. El señor Robertsrebuscó el cambio en una lata. 




























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Competitive Lovers {Oliver Wood}Where stories live. Discover now