🕰 10 🕰

15 6 0
                                    

—Papá —susurré. Las manos me temblaban y ahí fui consciente del frío que nuevamente se instalaba en mi ser. Tengo mucho tiempo sin ver a papá, al día siguiente de despertar de ese coma él hablo con la doctora Ormon pero no quiso verme a mi.

—May —se acercó a mi, tomó mi cara entre sus manos y me abrazo. —Mi querida May.

No se si responderle el abrazo o dejar mis brazos a un lado, tal y como están ahora. Después de un largo tiempo se alejó tomando mis manos entre las suyas, debajo de sus ojos había una leve línea roja

—¿Como has estado? ¿Te estas sintiendo diferente? ¿Más cansada? —y vi rodar su primera lágrima. Algo no anda bien.

—¿Le paso algo a Claire? ¿Usted esta bien?

—Todavía te preocupas por nosotros —otra lágrima resbaló por su mejilla.

—Hablemos en la habitación por favor —intervino la doctora Ormon. —Vamos Pollet.

Mi papá paso su brazo por mis hombros y así caminamos hasta mi habitación. No quiero pensar, no quiero pensar, no quiero pensar.

—¿Tomaste hoy tu medicamento? —preguntó papá, asentí acercándome más a él. La doctora camina delante de nosotros. —Le dije a la doctora que hoy iría contigo, perdón por mentir —le susurré.

—Me enteré de eso ahora. Dime ¿Donde estabas? ¿Por que saliste sola? Sabes que eso es muy riesgoso, si llegas a tener uno de esos episodios nadie podrá intervenir para ayudarte.

—No estuve sola —seguíamos susurrando, yo por miedo a ser descubierta por la doctora Ormon, él, supongo que él me seguía el juego a mi. —Tengo un amigo...

—¿Un amigo? —nos detuvimos a dos habitaciones de la mía. Papá tenía una sonrisa extraña en la cara. —Significa que estas hablando más... y... consigues un amigo justo cuando esto sucede.

Enarqué mi ceja, sin saber realmente de que hablaba. La doctora Ormon nos llamó desde la puerta de mi habitación y ambos dejamos esa conversación para después.

—Tus exámenes y análisis han cambiado —comenzó a hablar la doctora. Mi mente en su totalidad se puso como una hoja de papel, blanca, lista para ser rayada. —Hay un nuevo diagnóstico, notamos eso cuando despertaste de tu último episodio y lo confirmamos en tus exámenes de rutina.

Me senté en la cama esperando que lo malo llegara... llegará, siempre nos llega. Miré a papá y él solo tenía su mirada en mi.

—Se te ha detectado un tumor cerebral primario —hizo una pausa, pausa que a mi no me sirvió porque en ese momento todo se paró. —Por lo que hemos visto se ha originado en las meninges y es de bajo grado pero no podemos confiarnos, tú cuerpo ha demostrado funcionar diferente y no es lo mismo.

Yo realmente no estaba escuchando, veía todo borroso y las voces se escuchaban raras.

—Al trabajar diferente no sabemos si puede pasar de un día a otro a ser de alto grado, tampoco sabemos como esto va a afectar a tu cuerpo y a todo lo que estas teniendo. En las pruebas todo salió igual y esperamos que este tumor no empeore tus otras enfermedades, sería demasiado para ti.

No podía recibir claramente lo que me estaban diciendo solo quería correr, huir de ahí, de todo esto.

—¿Pollet? —sentí la mano de mi papá en mi hombro mientras me llamaba, lo miré un segundo, para luego mirar a la doctora. —Pollet superaremos esto juntos.

Él no lo entendía, no hay nada que superar. Me levanté y salí corriendo de ahí, quería ir lejos, no quería escuchar más, sentía todos los ácidos de mi estómago subir y quemar mi garganta. Ingresé en el primer baño que encontré y devolví todo al instante, recogiendo torpemente con una mano mi cabello y con la otra aferrando el inodoro.

Destinados a serWhere stories live. Discover now