O4

874 44 3
                                    

— ¿Te fue muy bien con Siwon verdad?

— Si, me dieron muy buen propina.

— Te dije que ellos pagan bien y sin pedir sexo, pero no te confíes, no siempre te van a tocar hombres como ellos, otros querrán sexo y descaradamente te lo pedirán.

— Espero que eso no pase pronto.

— Es imposible eso, pero bueno, ahora vamos a dormir, al amanecer podemos ir de compras, si me quieres acompañar.

— Claro, ¿pero me dejarán ir?

— Si, siempre vamos con guarros, para no escapar, pero yo ya me resigné a esta vida.

— Quisiera hacerlo, escaparme e irme a mi país, pero tengo miedo a fallar y que esta vez me maten.

— ¿Intentaste escapar con Marcus? — me preguntó.

— Si pero me atrapó.

— También lo hice, pero cuando me atrapó a mi me golpeó, y después me trajo aquí.

— Es una mala suerte que me tocara vivir esto.

— Lo se, yo tenía veinticinco cuando me secuestraron, fui a dejar a mi sobrino a la escuela, y cuando iba a irme me atraparon en plena luz del día, ¿y a ti? Como fue.

— Salí de trabajar en la noche, justo a fuera de mi casa me llevaron, mientras buscaba las llaves de mi casa me subieron a una camioneta y bueno, terminé al otro lado del mundo.

— Yo solo espero algún día poder salir de este lugar.

— También deseo lo mismo, necesito estar con mi mamá.

Me platicó toda su vida, tenía novio, vivía con su hermana mayor y a diferencia de mi, a ella no la dejaron hacer una llamada, hasta la fecha, se siente feo no saber de tu familia, pero es peor que ellos no sepan de ti y que estén con la preocupación de que quizá esté muerta en cualquier lugar.

Al terminar de platicar nos desmaquillamos y nos dimos un baño para ir a la cama.

Tenía mucho sueño, nunca me había desvelado tanto tiempo.

En la tarde salí con Bella al centro comercial, con nosotras iban tres hombres, más que cuidarnos, iban vigilando que no nos escapáramos, o al menos yo no lo hiciera.

Me quedé asombrada con el centro comercial, era un lugar hermoso, lleno de tiendas, de pisos, en México hay muchos, pero no de este tamaño.

Acompañé a Bella a una tienda de ropa y escogió muchos vestidos muy lindos, todos le quedaban perfectos, ella es una chica con un cuerpo muy lindo, resaltaban sus curvas y sus piernas morenas.

— Linda, compra algo, seguro este vestido se te verá bien.

— No quiero gastar en mi, quiero mandarle dinero a mi mamá.

— Te entiendo, pero al menos cómprate algo de ropa.

— Está bien, pero no tengo idea de que comprarme.

— Lo que más te guste, eso compra —me sonrió.

Después de mucho rato en el centro comercial, nos fuimos a aquel lugar.
Seúl es un lugar hermoso, creo que estudiar idiomas fue lo mejor que pude hacer, no entiendo mucho, pero logro mantener una comunicación.

Estando en la habitación guardamos las cosas y descansamos un poco, pues en unas cuantas horas más empezamos a trabajar.

.

.

— Señorita, una cerveza —dijo un hombre mayor.

Le llevé la cerveza y este hombre sería mi cliente por esta noche, mientras estaba sentada con él, me miraba de una manera morbosa, me daba asco su mirada hacia mi, no podía irme por que él era mi cliente, lo tenía que atender hasta que se fuera del bar.

— Eres nueva, no te había visto.

— Si señor.

— Eres muy linda, tienes un cuerpo exquisito, las latinas me gustan mucho por qué tienen muchas curvas. —mordía su labio— ¿Cuanto cobras por una noche?

— No hago ese servicio señor, solo soy mesera.

— Aquí todas hacen eso, solo dime cual es tu precio, lo puedo pagar hasta el triple.

— Lo siento, pero no estoy para eso, si gusta puedo llamar a otra compañera que si haga esos servicios.

— No, yo te quiero a ti, ya te imaginé haciéndote el amor de mil maneras posibles.

— Pues lo siento mucho, eso quedará en su imaginación.

— Quiero que seas mía —comenzó a tocarme, pero le di una cachetada, grave error.

Ese hombre comenzó a jalonearme, hasta que algunas compañeras llegaron juntos al señor Dawoon y lo sacó del antro, esta no sería mi única noche que suceda este evento traumático.

— ¿Estas bien? —preguntó Dawoon.

— Si señor, gracias.

— Ve a descansar y cierra con seguro.

— Gracias señor Dawoon.

Me fui a la habitación y comencé a quitarme el maquillaje y la ropa para darme un baño, quería borrar los toques que me dio ese hombre con sus asquerosas manos.

VENDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora