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Aida seguía durmiendo cuando las puertas de su habitación se abrieron de sopetón.
Se asustó tanto que estuvo a punto de caerse de la cama.

-Alteza, soy yo.
-¿Lu... Lucía? -Se frotó los ojos pensando que no podía ser real. -¿Eres tú?
-Pues claro, tonta. ¿Quién si no?
-Debo estar soñando, Lucía me odia.

La mirada de Lucía cayó al suelo.

-Lo siento muchísimo, Aidi. Quería ayudarte pero sabía que si te hacía huir de nuevo no te ayudaría en lo absoluto y creí que lo mejor sería hacerle creer a ese cabrón de mierda que te odiaba. No quise hacerte daño pero no encontré otro modo, lo prometo.

Aida se abalanzó sobre ella rodeando su cintura con sus piernas.

-¡Te quiero tanto!
-Y yo, pequeña. Muchísimo.

Sus ojos se encontraron. Lucia fue la primera en acercar su cara a la de Aida y tomar sus labios en un beso profundo. Aida no tardó en corresponderla.
Estuvieron un rato besándose hasta que el aire se hizo necesario y tuvieron que separarse.

Se miraron. Lucía fue a decir algo pero entonces escucharon el sonido de pasos acercándose.

-Mierda, Lu. Seguro que es Alex. -Aida bajó al suelo con rapidez y la empujó hacia el armario. -Ve, tienes espacio de sobra.

A pesar de que no quería, Lucía obedeció.
Mejor eso que joder todo el plan, ¿no? Aunque le apeteciera partirle la cara a ese desgraciado. Ya podría hacerlo más adelante.

Entró en el armario y, efectivamente, tenía espacio de sobra. Era como un cuartito lleno de prendas de ropa, zapatos, cinturones, maquillaje,... había de todo.
Pero quedó en un segundo plano cuando escuchó la puerta de la habitación de Aida abrirse.
Se acercó rápidamente a la puerta sin hacer ruido y miró entre las rejillas.

-Hola, Aida.

La sonrisa de Alex no podía ser más amplia y tanto a Lucía como a Aida les gustaría habérsela borrado de un puñetazo.

-¿Qué quieres?
-No uses ese tonito conmigo, querida. Ya sabes que tienes que ser respetuosa conmigo y por supuesto satisfacer mis necesidades.

Alex se acercó a ella y la tomó por la cintura.
Aida intentó apartarse pero él era más fuerte.

-Estás muy guapa incluso recién levantada, ¿lo sabías?
-Véte a la mierda.

Lucía sonrió pero su sonrisa se borró cuando Alex estampó a Aida contra la pared y esta soltó un quejido. Estuvo a punto de abrir la puerta del armario y lanzarse sobre él pero se controló.

-Escúchame bien, mi reina. Vas a ser mi esposa y me debes respeto, ¿me entiendes?
-Me... me haces daño.
-¿Me darás un buen beso como ayer si paro?

Aida no respondió y Alex la apretó aún más contra la pared.

-S...sí. Lo haré.

Alex sonrió.

-Eso está mejor.

Se inclinó hacia ella y capturó sus labios en un beso.
El beso fue como el de la noche anterior y Aida volvió a sentir náuseas. Las manos de ese hombre recorriendo su cuerpo no ayudaban. Intentó imaginarse que se trataban de las de Lucía pero no funcionó.
Y cuando pensaba que ya no podría aguantar más, Alex se separó dejándola respirar.

-Llamaré a tus criadas. Te queda una mañana bastante intensa. -Acarició su mejilla. -Esta tarde finalmente serás mía, Aida Brooke y tu reino también.

La sonrió antes de salir de la habitación y cerrar con un portazo.
Ambas escucharon la llave que indicaba que se habían quedado encerradas.

Aida se dejó caer al suelo y escondió la cara entre las rodillas.

-Mi niña.

Lucía se acercó y la obligó a mirarla.
Aida tenía los ojos llenos de lágrimas.

-Lo siento. -Sollozó. -Siento que hayas tenido que presenciar esto.
-No pasa nada, alteza. De verdad que no.
-Tengo mucho miedo, Lu. No quiero casarme con él.
-No lo harás, mi amor. Nunca lo permitiré.

Hubo un silencio.

-¿Cómo me has llamado?

Lucía sonrió y le quitó las lágrimas con los pulgares.

-Mi amor.

Aida la abrazó con fuerza haciendo que se desestabilizara un poco.

-Te quiero tanto, Lu. Te quiero demasiado.
-Yo también, Aidi. Yo también.

***

-Las ha encerrado. -Susurró Jesús. -¿Qué hacemos ahora?
-Tú fingir que eres uno de los guardias de palacio. Carla y yo fingiremos que somos sirvientas, necesitaban varias para preparar a Aida para la boda.
-Esperemos que salga bien.

Se separaron. Carla y Claudia se escondieron en una esquina.
Tres sirvientas estaban a punto de pasar por allí.
Dejaron a la primera alejarse y se abalanzaron sobre las otras dos tapándolas la boca para que no pudieran alarmar a la otra.

-Estás muy bien. -La dijo Carla.
-Tú también. Aunque no nos pega el papel, tendremos que fingir muy bien.

Habían dejado a las otras sirvientas noqueadas así que se dieron prisa en alcanzar a la primera.

-¿Dónde os habíais metido? -Las preguntó en cuanto la alcanzaron.
-Soy muy despistada. -Respondió Carla. -Lo lamento.
-Que no vuelva a pasar.

Carla y Claudia intercambiaron una sonrisa.
Si todo seguía así, había esperanzas de que pudiera salir todo bien.

       ***

Llamaron a la puerta.

-Somos nosotras, nuestra reina. Venimos a prepararla para su boda.
-Escóndete.

Lucía dejó un beso en los labios de Aida antes de entrar al armario.

-Pasen.

Escuchó la llave ser introducida en la cerradura y tras una maniobra, la puerta se abrió.

-¡Rose!

Aida abrazó a la señora que entró la primera con una bandeja llena de comida.

-Cuidado, mi reina. Tirará su desayuno.
-No me llames así, Rose. Ni me trates con esta formalidad.
-El nuevo rey pidió que fuera así, no le gustó la forma en que la traté la otra vez.
-El nuevo rey se puede ir a la mierda, Rose. Tú eres quien me has criado.

Dejó un beso en su mejilla.

-Te he echado de menos.
-Y yo, mi niña. Estás mucho mejor que antes de marcharte, me alegro. -Dejó la bandeja en su mesilla. -Ten, come.
-No tengo hambre.
-Hazlo por mí. Venga, muchacha. Para enfrentar lo que te viene.

Aida se dejó caer en la cama y se llevó la taza de café a los labios.

-Muchas gracias, Rose.
-Debo irme. Espero que consigas la felicidad, mi niña. Realmente lo espero.
-Con ese hombre no creo que pueda, pero gracias por los buenos deseos. Seguiré yendo a robarte bollos a la cocina.
-Espero que así sea.

La sonrió antes de irse.

-Mi reina, desayune rápido. Nos queda mucho trabajo por delante.

Aida se giró rápidamente al reconocer aquella voz.

Se trataba de Claudia y a su lado se encontraba Carla. Ambas la guiñaron un ojo.
Salió rápido del estupor y fingió una pequeña tos para disimular.

-En seguida.

Nuevo capitulito por aquí! Por fin se han dado un beso! Llevaba bastante tiempo queriendo que ocurriera pero quería hacerlo lo mejor posible.
Disfrutadlo mucho y perdón por haber tardado en subirlo.
Espero que hayáis tenido un muy buen finde.

La reina de Nordlichter Where stories live. Discover now