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-Dejé... dejé a Aida para que viniese a desayunar, estaba muy mareada. La ha pasado algo seguro, joder.
-Hey. ¿Por qué no miras en su habitación? Seguro que seguía encontrándose tan mal que decidió volver para descansar.
-Puede que tengas razón. Voy a mirarlo ahora mismo.
-Pero Lucía, ¿y Carla?
-¿Podéis...?

-¿Dónde estaban? -Intervino Aroa.
-Gracias, Aroa. Estaban casi en la entrada a los jardines, al lado del árbol favorito de Aida.

Aroa asintió.

-Encuentra a mi hermana, por favor.
-Que no te quepa la menor duda de que lo haré.

                               ***

Aida abrió los ojos.
Miró a su alrededor pero no vio nada. Estaba todo bastante oscuro y su vista tardó en adaptarse.

Su respiración se aceleró debido al pánico.

-¿Dónde...?
-Te desmayaste.

Esa voz...
Sus ojos buscaron a Lia pero no la encontraron.

-Lia.
-Muy bien, Aida. Veo que ya estás lúcida, cuando te traje aquí parecías una muñeca de trapo. -Se burló.
-Y tú supongo que quieres vengarte. Eres una psicópata.
-Me conoces muy bien, ¿eh?
-Es bastante fácil, en realidad. Eres muy simple.

Lia se acercó a ella con una expresión llena de rabia y no dudó en darla una bofetada que probablemente dejaría marca.

-¡¿Simple?! ¡¿Acaso crees que todo esto es simple?! ¡Mira tu puto alrededor! ¡Llevo semanas planeando esto!

Aida decidió mostrarse más valiente de lo que realmente se sentía.

-Siento si te he ofendido pero esto es muy típico. He leído muchos libros que tenían este cliché y créeme que los personajes como tú, nunca acaban bien.
-Depende de la perspectiva. ¿Y si yo soy la protagonista y la historia busca mi final feliz?
-Sí, bueno. En los montones de libros que me he leído, nunca ocurre eso.

-Pues tus libros son una mierda.
-Quizá tengas razón pero te olvidas de que, aunque tengas razón y ganes, Lucía te odiará aún más de lo que ya lo hace. ¿Por qué no lo dejas estar ya? Estás despedida, sí. Pero puedes empezar de cero una nueva vida lejos de aquí, conocer gente nueva...
-Tú solo quieres echarme y así ser feliz con Lucía. De eso nada, ya no me importa nada de lo que me pueda pasar. Lucía nunca estará conmigo así que tampoco estará contigo, ese es mi final feliz. Que sienta lo que yo he sentido. El dolor, la desesperación,...
-Lia...
-Eres su punto débil, Aida. Hacerte daño a ti será hacerla daño a ella. Y no intentes convencerme de nada, te será en vano. Amo a Lucía de la Puerta. -Tomó la cara de Aida entre sus manos. -Pero también odio a Lucía de la Puerta.

Aida soltó un pequeño sollozo cuando Lia salió de la habitación y cerró de un portazo.
Esa psicópata sería capaz de cualquier cosa y la daba miedo que fuese a por Lucía y no poder hacer nada para evitarlo.

                             ***

-¡No está, Anna! ¡En ningún sitio, joder!

Anna negó llevándose las manos a la cara.

-Mi niña. -Lloró sin poder mantener la compostura ni un segundo más.
-La encontraré, Anna. Lo prometo.
-¿Y quién podría querer hacerle daño a mi pequeña?
-Una loca. -Respondió pensativa.

Anna la miró confundida.

-Tú vete a comprobar que Carla, Claudia y Aroa lleguen bien a palacio. Aida estará de vuelta en casa esta misma noche.
-¿Cómo puedes estar tan segura? Lucía, has dicho que no sabías donde estaba.
-Y no lo sé, Anna. Pero sé exactamente que hacer para averiguarlo.
-No te...
-No hay tiempo de más explicaciones, te llamaré en cuanto estemos a salvo.

Y se alejó dejando a Anna con la palabra en la boca.

Caminó buscando, pero no a Aida. Sabía que por mucho que lo intentara, no daría con ella.

Fingió estar andando tranquilamente hacia su habitación.
La clave era hacer como que nada pasaba.

-Lucía.

Se volvió.

-Lia. -Soltó con una sonrisa forzada. -No te esperaba aquí.
-Ya. Buscas a Aida, ¿no es cierto?
-Pues no. Pero ahora que lo dices, no tengo ni idea de donde está.
-Sabes que no soy idiota, ¿no?
-¿Qué?
-Joder, para ya. Te llevaré con ella si tanto lo deseas.

Lucía no supo qué decir o hacer.

-Vamos, no tengo todo el día.

Finalmente cedió.

La habían pillado y por mucho que intentara fingir que no sabía nada, Lia había resultado ser más lista de lo que se pensaba.

-¿Está bien?
-La verás con tus propios ojos. -Sonrió perversamente. -Pero antes, te los vendaré. No puedo permitir que te enteres de a donde vas y me jodas todo el plan, por supuesto.

Lucía lo permitió aunque se maldijo por haber sido tan imprudente.
Debería haberle dicho a Anna que pretendía, pero ya no valía de nada lamentarse.
Haría todo lo posible por salvar a Aida.

-Bien. Dame la mano.

Lucía se dejó llevar a pesar de que algo dentro de ella le decía que no lo hiciera.

Trató de concentrarse y poner todos los sentido, a excepción de la vista  por supuesto, en saber por donde y a donde estaría llevándola Lia.

Estuvieron andando durante minutos que la parecieron eternos.

Además, estaba al aire libre y tenía frío puesto que no había cogido nada para abrigarse.

Entonces, escuchó un click metálico.

-Hemos llegado.

Lucía tragó saliva e intentó aparentar una tranquilidad que no sentía en lo absoluto.

Lia sería capaz de cualquier cosa, lo había demostrado con creces. Aunque ella se hubiera dado cuenta tarde...

Lucía se llevó las manos al nudo de la venda pero Lia la dio un manotazo.

-¡Quieta!
-¡Au! ¡¿Por qué has hecho eso?!
-La venda te la quitaré yo cuando lo vea oportuno, ¿estamos? -Ante el silencio, Lucía recibió otro manotazo. -¿¡Estamos!? ¡O lo pagará Aida!
-Estamos, estamos.

Lia la cogió del brazo de forma brusca y la obligó a caminar.

Entonces frenó y la sujetó los brazos juntos por detrás de la espalda.
Lucía sintió la cuerda clavándose en su piel a medida que la ataba con unos nudos bien apretados.

-Joder, me estás haciendo polvo.
-Es la idea. Y poco daño a mi parecer, ¿eh?

La empujó para que volviese a caminar.
Otro click metálico.

La venda fue retirada y antes de que Lucía pudiese procesar lo que estaba viendo, fue empujada y la puerta a su espalda se cerró.

-¿Qué...?
-¿Lucía? ¡Lucía!

Lucía posó sus ojos en la figura sentada al fondo.

-¡Aida!

La reina de Nordlichter Where stories live. Discover now