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Aida buscó a Lucía.

La encontró en el jardín.

-¿Me quieres?
-¿Qué?
-Me has oído perfectamente, Lucía. -Sus ojos comenzaron a aguarse. -No puedo más, esto me está matando.
-Aidi, ¿qué...?
-Solo responde, joder.

Lucía la miró sorprendida por la forma tan brusca que utilizó. Completamente impropia de Aida.

-Me duele que te fueras pero me duele aún más tu lejanía... Llevas semanas distante y me estás matando de a poco.
-No digas eso, por favor. Eso no es...
-Es la verdad, Lucía. Admítelo ya de una vez y deja de ser tan cobarde.

Se acercó más a ella, la rabia la hizo apretar los puños a sus costados. Al menos así, no usaría su rabia contra ella. No la pegaría.

-Para ya, Aida.
-¡Pues dímelo!
-¡¿Decirte el qué?!
-¡Qué ya no me quieres!

Lucía se quedó helada.

-¿Qué...?

Aida permitió a las lágrimas caer, llevaba todo el tiempo conteniéndolas y no había podido más.

-¿Sabes qué? -Sollozó. -Que ya ni siquiera importa. Yo voy a ser coronada y tú vas a vivir tu vida en Texas, lejos de mí. Esto no tiene ningún sentido.

Dio media vuelta, pero antes de que pudiera dar un paso, Lucía la sujetó del brazo.

-Te quiero.

Aida quiso forcejear pero el agarre de Lucía era firme y tampoco es que tuviera claro que quisiera deshacerse de él.

-No me mientas, Lucía.
-Es la puta verdad, la que querías. Y no me llames Lucía, para tí soy Lu. -La hizo girarse hacia ella. -Te quiero y no he podido dejar de pensar en ti ni un segundo.
-Entonces, ¿por qué no me respondías apenas a los mensajes?

Lucía la abrazó contra su pecho.

-Fui una estúpida, Aidi. Permití que me engañaran, no sé ni cómo pude creer sus palabras.
-¿Qué...? -Se apartó para mirarla a los ojos. -¿Las palabras de quién?
-Me duele decirte esto pero... Fue Clau la que estuvo mandándome mensajes tan dolorosos.
-¿¡Clau?!

Aida tuvo que apoyarse en ella para no caer.

-No puede ser, Lu. Tienes que estar equivocada, Claudia nunca... -Se calló de repente y sus ojos y los de Lucía se encontraron. -No me jodas. ¡Por eso desde que te fuiste ha estado evitándome!
-¿Qué?

Ahora la confundida era Lucía.

-Mi amor. -Se acercó de nuevo. -Clau ha estado, desde que te fuiste, evitándome a toda costa. No lo entendía, hasta ahora.
-Joder... no quería creer que ella fuese capaz de esto.
-¡Pues tenemos que hablar con ella antes de la coronación! No voy a creerlo del todo hasta que ella me lo diga con sus propios labios.

Lucía la tomó por la cintura antes de que Aida echara a correr de vuelta a palacio.

-Lu... Tenemos prisa.
-Déjame demostrarte lo mucho que te he echado de menos, aún veo en tus ojos la duda y eso me duele.

Aida rodeó su cuello con los brazos y Lucía se inclinó para capturar sus labios en un beso suave y tierno.
Quería saborearlo y disfrutarlo. Llevaba 1 mes entero soñando con este momento, el momento del reencuentro.

Aunque había estado muy nerviosa y triste por si lo que Claudia la había dicho era cierto.

"Ya no te quiere, Lucía".

Y seguido de mensajes así, cada día la llegaban fotos de Aida en compañía de jóvenes apuestos y elegantes, todos de la clase social de Aida claro está.

Primero sintió celos y después, según fueron pasando los días y le llegaron más fotos, el complejo de inferioridad terminó por hundirla por completo.

-Te quiero. -Susurró Aida cuando se separaron.

Lucía apartó la lágrima que se había escapado sin permiso de su ojo izquierdo.

                               ***

-Dime por favor que no lo has hecho.

Claudia tragó saliva al ver como Aida se acercaba a ella dirigiéndole esas palabras.

-Yo... Lo siento, Aida. Fue el momento, te juro que no sé en qué estaba pensando.
-Osea que, ¿si has sido tú? Joder y pensar que nunca lo habría creído de ti, hay que ser rastrera para hacer algo así.

Aida bajó la cabeza decepcionada.

Lucía solo miraba incapaz de decir nada.

-Chicas, yo... os juro que no sé por qué lo hice, me lo sigo preguntando.
-A mí me parece que eras bastante consciente de lo que escribías, Claudia. Y de lo que mandabas -Intervino Lucía.
-Os juro que... ¿Qué? ¿Cómo qué de lo qué escribía?
-Tus mensajes de estos días.
-Yo no te he escrito nada estos días, Lucía. El único día que te escribí, lancé el móvil y desapareció entre la gente. Supongo que se hizo añicos y cuando volví a buscarlo ya no estaba, probablemente Rose o cualquier empleado lo tirara a la basura. Me hubiera gustado mucho recuperar mis tarjetas pero...
-Joder, tía. Entonces alguien lo robó y se ha estado haciendo pasar por ti. -Llegó a la conclusión Lucía.
-¿Qué? ¿Qué dices? ¿Por qué harían eso?
-Por separarnos a Aida y a mí y de paso conseguir que te odiásemos a ti también.

Claudia inspiró hondo.

-Puede que en realidad, haya una razón por la que deberíais odiarme.

Lucía y Aida intercambiaron una mirada confusa.

-¿Qué? ¿Por qué dices eso?
-Esto es difícil... No espero que me perdonéis ni me entendáis ni nada pero os prometo que de verdad que no sé en lo que estaba pensando y la culpa me carcome por dentro cada día.
-Claudia, no quiero ser grosera, pero arranca ya por favor. Mi coronación es dentro de 10 minutos.
-Sí, sí. Perdón. Es que lo que voy a confesaros es jodido y probablemente me odieis para siempre...
-Me estás asustando, Claudia.

Tomó otra bocanada profunda.

-La noche en que Aida se puso tan borracha y te llamé. -Miró a Lucía y esta asintió. -La llevé a la habitación para que pudiera descansar, estábamos hablando y ella se puso cariñosa. Yo sabía que lo estaba pasando realmente mal por tu marcha y me dejé llevar por lo bien que me estaba haciendo sentir. Yo tampoco estaba del todo bien en ese momento, estaba muy confundida con Carla y todo lo que estaba sintiendo y entonces...
-La besaste. -Terminó Lucía...
-Bueno, técnicamente ella a mí. Pero yo... se lo devolví. Estuvo muy mal y yo...

Lucía asintió.

-Lo sé, Claudia. Olvídalo, ¿vale?
-¿Olvidarlo?
-Sí.
-Pero... ¿no me odiais?
-Bastante te has castigado tú solita ya. Todos hemos cometido errores, Aida y tú estabais vulnerables y ocurrió, fin. No lo pretendías ni erais conscientes del todo.

Claudia dejó caer las lágrimas y se abalanzó sobre ambas.

-Os quiero un montón. -Lloró.

-¡Aida! Te coronan en 5 minutos, llevo buscándote un buen rato. -Anna la sujetó del brazo y la obligó a seguirla hasta el trono.
Aroa ya estaba allí, lista para entregarla la corona.

¡Pues aquí he vuelto!
No sé qué os parecerá que Lucía haya perdonado tan rápido a Claudia, yo creo que era lo justo.
Un saludo y espero poder actualizar pronto.

La reina de Nordlichter Where stories live. Discover now