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Claudia irrumpió en la habitación de Aida.
Esta ni siquiera se volvió a mirarla pero Claudia sabía que estaba despierta.

-¿Cómo estás, Aida?

Esta vez, Aida se volvió hacia ella. Estaba llorando.

-¡Hey!

Claudia en seguida corrió a su lado y la hizo abrazarla. Pero entonces se acordó de una cosa y se apartó.

-¿Estás...?
-No, llevó el camisón.

Volvió a abrazarla.

-No estoy nada de acuerdo con ella si te soy sincera. Creo que está cometiendo un error.
-Y yo. -Carla cerró la puerta tras de sí y también se acercó a consolarla. -Pero también entiendo porque lo hace.
-Pues yo no lo logro...
-Yo sí que la entiendo. -Sollozó Aida. -Pero eso no hace que duela menos.
-Tienes que decirla que si se va tú...
-No. -Aida se apartó. -No pienso decirle como me siento y vosotras tampoco lo haréis. -Miró a Claudia y después a Carla. -Tenéis que prometerme que no se lo diréis, os lo pido por favor. Debe irse bien, no quiero retenerla y que se arrepienta toda la vida.

Claudia dirigió una breve mirada a Carla y después clavó los ojos en Aida.

-Lo prometo.

Pero tenía los dedos cruzados tras su espalda.

                                        ***

-¿Por qué estamos aquí reunidas, madre? -Preguntó Aroa con el ceño fruncido.
-No lo sé. Aida dijo que era importante.
-¡Madre! ¡Aroa!
Aida abrazó a ambas con fuerza.
Tenía la respiración agitada de correr.

-¿Qué pasa, Aida? Aroa y yo estábamos hablando justo de...
-Vamos a hacer una fiesta, madre.
-¿Una fiesta? ¿Para qué?
-Lucía se vuelve a Texas.
-¡¿QUÉ?! -Aroa sujetó a Aida por los hombros. -¡¿Estás segura?!
-Sí, Aroa. Y no grites.

-¿Estás bien, mi niña?
-Sí, madre. Es su decisión y yo he de respetarla. -Sonrió de manera forzada. -Y además, volverá para mi coronación. Solo falta 1 mes.

Anna abrazó con fuerza a su hija y la acarició el pelo.

-Eres muy buena, cariño. Lucía tiene mucha suerte contigo, tanta como la que yo tuve con tu padre.

Aida se retiró una lágrima rebelde.

-Si él estuviera aquí, sé que me diría exactamente lo mismo pero hablando de ti.
-Estoy segura de ello.

-Siento romper el momento. -Intervino Aroa. -Pero, ¿no deberíamos estar montando una fiesta y organizándolo todo? Lucía se va hoy, ¿no?
-No tienes de qué preocuparte, hermanita.

Aida condujo a ambas a la sala del trono.
Había tres mesas juntas llenas de comida, lo que más llamaba la atención era una tarta enorme de chocolate y nata en la que ponía "Hasta pronto, Lucía".
También había una pancarta de grandes dimensiones en la que salían varías fotos de ambas chicas, un recuerdo que Lucía pudiera colgar en su habitación para acordarse de Aida.

-Claudia, Carla y Jesús tienen que traerla en exactamente... -Miró el reloj de pared. -¡1 minuto! Esconderos, deprisa.

Apagó las luces y se escondió detrás de las grandes cortinas que evitaban que la luz entrara por las ventanas.

-¿Chicos, qué hacemos a...?

Madre e hijas saltaron fuera de sus escondites y gritaron:
"¡SORPRESA!"

Aida pudo escuchar una cuarta voz femenina que no reconoció en un primer momento pero entonces se volvió hacia ella.

-¿Tú? -La señaló. -¿Qué coño haces aquí, Lia? Esto es privado.
-Lu también es mi amiga.
-No la llames así. -Escupió con los puños apretados.
-Amor...
-¡No! No me mires con esa cara, Lucía.
-Solo quiere despedirse de mí, alteza.

Aida negó.

-No es lo único.
-Señorita Lucía yo lamento todo esto... -Lia caminó hacia Lucía afligida. -Solo quería desearla un buen viaje. Me iré, no quiero enturbiar su despedida.
-No será necesario, Lia. Aidi...
-Bien, que se quede. Es tu fiesta. -La dirigió una falsa sonrisa. -¿Por qué no comemos?

Se sentó en la mesa y todos la miraron entre confundidos y preocupados.
Bueno, todos menos Lia, claro está. Lia estaba sonriendo pues había logrado su cometido.

-¿Por qué no os sentáis?
Todos rápidamente lo hicieron.

-¿Estás bien, amor?
-Perfectamente, Lucía. ¿No lo ves? -Se acercó la tarta. -Pone "Hasta pronto, Lucía", ¿qué parte quieres?
-No me importa. Mírame.
-Te daré una parte de tu nombre y una chocolatina de estas.

Lucía la arrebató el cuchillo.

-Aida, mírame.
-No quiero mirarte, ¿vale? No quiero echarme a llorar. -Recuperó el cuchillo. -Quiero tener una bonita fiesta durante tus últimas 2horas aquí. Comer tarta y bailar.
-Lo entiendo, Aidi pero lo de Lia...
-Sabes qué la gustas, ¿no?
-¿Y qué? A mí ella no.
-Pero y sí...
-Alteza, creo que he demostrado bastante bien lo que siento por usted. Sus dudas me duelen.

Aida suspiró.

-Igualmente tendré que acostumbrarme.
-No digas eso.
-Tienes razón. -Cortó un trozo de tarta. -Vamos a disfrutar de estas últimas horas juntas.

Lucía la besó.

-Te amo, Aida Brooke.
-Y yo a ti, Lucía Summers.

La fiesta fue muy bien.

Ambas estuvieron todo el tiempo juntas y comieron hasta reventar, bailaron hasta no poder andar y se dieron tantos besos que tenían los labios adoloridos e hinchados.

Pero nunca se lo habían pasado tan bien ni habían disfrutado tanto.
Incluso se las había olvidado el motivo de la fiesta hasta que sonaron las campanadas del reloj.

-¡Mierda, tengo que irme! -Lucía dejó un último beso en los labios de Aida. -Eres la mujer de mi vida, Aida Brooke. Tenlo presente cada día, ¿vale?
La acarició dulcemente la mejilla.

Aida sonrió hasta que Lucía desapareció de su campo visual junto a Jesús (Carla y Claudia había decidido ponerse a su servicio y seguir en palacio).
Y entonces, se acercó a la mesa de cócteles y alcohol y se bebió una botella entera de whisky casi sin respirar.

-¡Aida! -Claudia la arrebató la botella y Aida se tambaleó intentando recuperarla. -¡Ay madre mía si está vacía!
-¡Dámela!

Claudia dejó la botella sobre la mesa y apartó la de bourbon cuando Aida trató de alcanzarla.
La sujetó por la cintura y la alejó de la mesa.

-¡Déjame! ¡Necesito...!

Entonces, tras patalear y lanzar puños y patadas, se dejó vencer.

-No puedo vivir sin ella. -Sollozó. -Lucía es mi vida entera.

Claudia la apretó contra su pecho.
Tenía un nudo en la garganta.
Sabía que debía hacer algo.
Y abrió whatsapp para escribirle un mensaje a Lucía.

A lo lejos, Lia observaba toda la escena con una sonrisa de oreja a oreja.
Estaba disfrutando demasiado por ver a Aida sufrir por Lucía como había sufrido ella.


¡Pues aquí os traigo otro capítulo!
¿Creéis que Claudia hace bien en escribir a Lucía para contarle el estado en el que se encuentra Aida o debería respetar que Aida la pidió que no lo hiciera?

La reina de Nordlichter Where stories live. Discover now