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Afuera azotaba la tormenta. Se estaba volviendo peligroso en este punto, pero tú y Soap habían encontrado el camino a una antigua casa segura que se usó por última vez hace un año.
No quedó mucho de eso. No más suministros. Sin equipo adicional. Nada más que un sencillo sofá, una vieja manta cuyas puntadas empezaban a deshilacharse en los bordes y algunos sacos de dormir sin usar.
"Nuestra maldita suerte", suspiras, con las manos apoyadas en las caderas mientras contemplas la vieja casa segura.
Soap se ríe en respuesta, su voz baja y ronca. "Sabes, este es el tipo de situación en la que se supone que ambos debemos morir". Sacude la cabeza y se acerca a ti, mirándote de arriba abajo.
"¿Se supone que debes morir? ¿Qué pasa con la negatividad?" Te ríes mientras apuntas al sofá. "¿No estás disfrutando de este lujo?"
"Si estar varado en una casa abandonada es un lujo, entonces me preocupa que tengamos una definición diferente de la palabra", responde Soap. Sus ojos recorren la habitación y su mirada se detiene en las cortinas andrajosas que proporcionan poca privacidad a la pequeña casa segura.
Te quitas tu chaleco militar sobre tu cabeza, su peso casi se ha duplicado por la cantidad de agua empapada en su material. El jabón se extiende, ofreciendo un poco de apoyo a medida que lo coloca en una pequeña mesa cerca de la parte trasera de la habitación.
"Parece que no ha habido nadie aquí en unos buenos cinco años", te ríes entre dientes mientras observas la irregularidad de la habitación una vez más. Realmente es así de malo.
Soap sonríe ante tu comentario. "La última vez que estuve aquí fue... hace un año, creo. Pero en aquel entonces ya parecía una mierda".
"Lo recuerdo", se forma una sonrisa en tus labios mientras los recuerdos regresan. "¿No fue esa la misión en la que te rasgaste los pantalones?"
